Peronismo

El triunfo de Durán Barba

Macri, Massa y Cristina creen que las estructuras no atraen votos. La naturaleza paradójica del peronismo.

Lo que llaman pejotismo es un tigre de papel, un mito del “poder detrásdel poder” con el que siempre se especuló: detrás de todo estaba el consejo de sabios y prudentes que legarantizaban gobernabilidad a tal o cual dirigente. Es una media verdad. Pero noexiste el Partido Justicialista del modo contundente en que se invoca. Existe,pero es otra cosa.

El peronismo siempre fue una versión del peronismo. Con Menem, conDuhalde, con Kirchner. Y hasta con Perón. La idea de unidad es derrota. Elperonismo que “vuelve” siempre nace más de una ruptura interna que de un estadode unidad ideal. Siempre deja marginados y echados del templo. Lo que se llama“pejotismo” es una red de gobernadores, intendentes, legisladores, dirigentessociales y sindicales tradicionales con representaciones a diversa escala querazonablemente se niegan a vivir una pura resistencia frente al gobierno deMacri como si sólo estuvieran en el llano, es decir, están dispuestos (casiobligados) a fijar una negociación permanente con el Estado nacional. No quieredecir que sean “tropa”, sino que no pueden perder su poder y su poder escapacidad de negociación. A priori dividiría a la oposición entre los querepresentan algo (una provincia, un municipio, una rama de la producción, uncolectivo de trabajadores u organizaciones de la llamada “economía popular”) ylos que no representan más que a sus ideas.

Sin embargo, la idea tan clara en los prosistas de Clarín (como JulioBlanck dice en la gran entrevista que hizo Fernando Rosso en La Izquierda Diario) de que el peronismoya no ve en Cristina la llave de un triunfo es tan cierta como falsa la idea deque todavía sin ellos no se puede ganar (Macri y Massa lo demostraron). Y ensegundo término: como si ese peronismo pudiese generar un líder ganador propio(Scioli lo demostró). Diríamos: el PJ tiene poder, tiene “electorabilidadeslocales” (partes que suman pero que no hacen “todo”) pero el líder siempreviene de afuera y con un “plus” social. Néstor Kirchner construyó ese plus aposteriori, y fue quizás el líder que más le debió originalmente al peronismoterritorial. Les debía esos 22 puntos y pico que Duhalde le garantizó en tiempode descuento. Menem era “pura sociedad” en aquel lejano 2003. Y salió primero.Es decir: el peronismo que gana es la suma del peronismo + “algo”.

El peronismo que gana es la suma del peronismo + "algo". Por eso, Massa, Macri y Cristina son duranbarbistas, creen que no hay estructuras que atraen los votos.

Incluso, sumando complejidad, podríamos decir que esa misma estructuramuta al punto que muchos antiguos caciques perdieron distritos. “Pejotistas”derrotados como Luis Acuña (Hurlingham), Humberto Zúccaro (Pilar), OsvaldoAmieiro (San Fernando) cayeron a la fosa. Una parte de los nuevos intendentesreflejan la tensión entre pejotismo y kirchnerismo: el “Tano” Menéndez de Merlole ganó a Othacehé con un marco de alianzas que iba desde ex duhaldistas, cariglinistasy ex massistas hasta Nuevo Encuentro, pasando por el camporismo. 

O el ejemplode “Los Mussi” (algo así como “Los Leuco” del peronismo), padre e hijo hicieronun recorrido en Berazategui desde 2005, cuando fueron con Chiche Duhalde, hastaahora, ubicados en un cristinismo duro. Incluso, lo que Agustín Cesio llamanuevo “intendentismo” en la PBA. Es decir, un reordenamiento de los intendentesperonistas para hacer sentir hacia afuera y adentro su propio poder.

Pero justamente en este peronismo realmente existente tenés figuras quevan desde el gobernador Mario Das Neves (Chubut) hasta el intendente WalterFesta (Moreno), es decir, un histórico “peronista federal” y un peronistakirchnerista, representando ambos el reclamo local contra el tarifazo. Después,como Das Neves, negociás otras cosas, te sacás fotos en el Salón Blanco. Peroantes que nada se cuidan de que el tarifazo no termine en una ciudadaníaindignada con la cabeza del dirigente en una pica. Un gobernador que negocia laconstrucción de un puerto, un intendente que negocia el aumento de alimentos enlos comedores o un sindicalista que negocia una ley de autopartes se asientan sobresu representación local. La fortaleza del peronismo hoy, a esta hora del año, enplena avanzada macrista que se dispone a hacer un daño social inevitable, no pasapor su “unidad” sino por su diversidad: hay peronismos. Si se muestra unido semuestra débil, si se muestra diverso se muestra como la amenaza de un ríorevuelto y la ganancia de algún pescador. ¿Cuál? Se verá.

Los hijos del 2001

De hecho Scioli quiso ser la suma de todas las partes y si bien arañóel triunfo podríamos decir que le faltó “sociedad”. Que es en lo fuerte queMacri, Massa o Cristina se autoperciben. Digamos de ellos: Macri, Cristina yMassa son ahora inesperadamente duranbarbistas, creen que no hay estructurasque aten los votos. Los tres creen en el “nuevo elector” que vota lo que quiere.Macri tiene al ecuatoriano como su teólogo, porque hasta ahora su idea másoriginal se basa en la comunicación oficial pero alternativa. Si su relatoideológico está tercerizado en los grandes medios, su apuesta es a unacomunicación de intimidad, sobre la idea de audiencias con más poder yautonomía. Facebook y Snapchat y batalladores de Twitter. De hecho recordemosque el contrapeso gradualista más público provino más de su comunicación (“¿cómose comunica exitosamente un ajuste?”) que de sus supuestos economistasheterodoxos. Pero Cristina y Massa, los dos peronistas, se identifican con estenuevo credo (como buenos hijos del 2001) por ejemplo en la distancia que ambos leponen al PJ: lo miran de reojo todo el tiempo pero no quieren fotos con él. Suponenque sin líder, es una colección de personajesen busca de un autor.

La oposición te hace republicano. Si antes los cacerolazos estaban digitados por los medios hegemónicos, ahora son una expresión pura, sin mediaciones políticas, de la sociedad civil.

Cristina oscila entre la paciencia, el asedio judicial sobre lacorrupción evidente de su gobierno y los tiempos tuiteros de un hashtag que cadatanto la hacen “volver” al lugar del que nunca se fue (la política). Una vueltaen loop. El kirchnerismo ofrece intransigencia porque “puede” (ahora dictan parahacer frente a la fuga de dirigentes del FPV que “el kirchnerismo está en lasociedad”). Ya no en la política, ni en organizaciones empoderadas, sino en lasociedad. ¿Y por qué puede? Porque quedó desterritorializado, vaporoso, tiene pocasintendencias, una sola provincia (Santa Cruz) y un bloque legislativo diezmado. 

El itinerario de sus consignas fue del “armen un partido” del 2012 (en el poder)al “empoderamiento” del 2015 (en retirada), y de ese empoderamiento (enretirada) al “el kirchnerismo está en la sociedad” del 2016 (en la resistencia).¡Viva Durán Barba! Todo cada vez más líquido. De un creencia en el Estado y lasCorporaciones, a una creencia en la fuerza de “la sociedad”. Todo, las trescosas, ya existían. Pero la oposición te hace republicano. Si los cacerolazosde 2012 estaban “digitados” por los medios hegemónicos y organizados por laoposición, este cacerolazo a los ojos cristinistas fue una expresión pura, sinmediaciones políticas, sólo de la sociedad civil. El entusiasmo es decembrista:imaginan una sociedad indignada con una dirigencia que no está a su altura. Sinmaniqueísmos: la fuerza de este cacerolazo no fue su masividad (más baja quelos de 2012) sino su geografía, cacerolearon barrios que fueron bastiones electoralesdel PRO. Las facturas de gas llegaron a las casas de los votantes amarillos. Ylas facturas políticas empiezan a llegar a la Casa Rosada. Como decía OsvaldoLamborghini: “paciencia, culo y terror nunca nos faltaron”.