APAGONES: DE ALFONSÍN A KIRCHNER

Los problemas energéticos de los 80 se repiten, pero en un marco social y económico distinto.

Por Nicolás Fiorentino

La idea instalada desde hace años que los grandes e históricos apagones le habían costado al ex presidente Raúl Alfonsín gran parte de su drástica caída política a fines de los ochenta se mantiene tan errónea como intacta. Y tan intacta como la realidad que se vivió en estos días: la crisis energética argentina sigue vigente, aún casi veinte años después, con el agravante que ahora existe un marco económico propicio para el desarrollo de este sector que no se está aprovechando.

"El recuerdo que tengo de esos días es la imagen de los grupos electrógenos en las calles del microcentro", reflexiona entre melancólico y analítico Miguel Angel Toma, diputado y referente del Partido Justicialista (PJ) en años de gobierno radical post dictadura.

Sin embargo, pese a su alma peronista no se resiste a marcar una diferencia sustancial entre lo que acontecía por esos días y lo que se manifestó esta semana con la oleada de frío, pero que venían advirtiendo los especialistas energéticos desde hace años.

"El verano de 1989 será inolvidable, y no precisamente por lo agradable: una crisis energética había impuesto cortes de luz en los hogares desde abril del 88, que se hicieron diarios entre el 12 de diciembre y el 24 de abril del 89, y volvieron por unas semanas durante agosto de ese año: primero fueron de 5 horas diarias, después de 3. Las vidrieras estaban a a oscuras, y se pedía no abusar de planchas y aires acondicionados y usar lamparitas de baja potencia. Eso no fue todo: desde el 6 de enero de 1989 el gobierno redujo el horario de emisión televisiva a sólo cuatro horas, de 19 a 23. Con cambios graduales, las restricciones a la TV duraron un año", recordaba Clarín.

"Son dos situaciones muy distintas. Alfonsín asumió después de siete años de dictadura militar y la gestión de Martínez de Hoz, donde no se pudieron realizar obras de infraestructura y terminó siendo un factor muy importante en la caída de su imagen y su gobierno. Ahora es más grave, porque Kirchner no es capaz de generar respuestas al problema, pese a tener años de crecimiento económico continuo", opinó el ex titular de la SIDE, en diálogo con La Política Online.

Con él coincidió ampliamente un radical histórico y de ley como Aldo Neri, ex ministro alfonsinista, que para demostrar que las lecturas son similares sin importar la vereda de donde se la mire coincidió con Toma. "Era un contexto internacional completamente inverso al que se vive ahora. El Estado era ampliamente deficitario y había escasa capacidad de inversión. Ahora, lo único que vemos es que en estos cuatro años de condiciones ampliamente favorables con superávit fiscal permanente sólo se perdió el tiempo".

De hecho, Neri aprovechó la comunicación con este medio para desarrollar y profundizar un poco más este concepto. "No es identificable una crisis energética, como cuestión política aislada de la crisis económica que se vivía en ese entonces. Eran años de economía paralizada en todo Latinoamérica, donde la región pierde cerca del 15 por ciento del PBI y la Argentina, casi el 20".

En la misma línea continúa el analista energético Gustavo Lahoud, quien muy amablemente se prestó a la charla con La Política Online. "En el gobierno de Alfonsín, quienes encaraban las inversiones eran YPF y Gas del Estado, dos empresas por entonces estatales. La crisis económica de esos años, con el gobierno bajo una seria presión de gran parte del sector empresario, por lo menos justificaba esa falta de inversión. Hoy, hay superávit histórico pero planificación, cero".

"Otro punto destacable es que ahora las deudas en materia energética con importación de combustibles llegaron, en 2006, a 2.500 millones de pesos, con gas de Bolivia y petróleo de Venezuela, todo pasado por la jefatura de Gabinete. Intentan jaquear la situación, pero no informan como. En los ochenta estaban casi al punto de alcanzar el autoabastecimiento, pero la crisis económica no permitió desarrollar las obras que hacían falta. Se necesitaba un paso adelante en la exploración", cierra excluyente el especialista energético.


Los cortes programados


En la forma en que los gobiernos de Alfonsín y de Kirchner programaron los cortes aparece una diferencia sustancial. Mientras que el radical ordenaba cortes a las tres ramas de consumidores, industria, comercios y hogares, el actual ejecutivo sólo programó cortes a industrias, pese a que no bastó y terminó afectándose al sector domiciliario.

"En los ochenta el cronograma de cortes programados afectaba a la industria, a los comercios y los usuarios particulares. Todos fueron víctimas de la crisis. Hoy los cortes programados apuntan sólo a las industrias, a quienes se les recomendó bajar el consumo a los niveles de 2005, con lo que se intentaba ahorrar unos 800 megavatios, algo así como el 6 o el 8 por ciento del total del consumo" aclara Lahoud, investigador del Instituto Idicso de la Universidad del Salvador.

Coincidentemente opina Neri, ex ministro de Salud de Alfonsín, al asegurar que "la decisión de limitar el cronograma de cortes sólo a empresas es un lujo que se pueden dar y nosotros no podíamos. Nosotros abarcábamos todos los sectores porque ya teníamos problemas de producción. Si se desalentaba el crecimiento de las fábricas se corría el riesgo que la gente se quede sin trabajo dos meses después". Cerrando, después, con una idea clara: "Los cortes que no afectan a la gente en sus casas es un hecho netamente electoral".

Sobre esto, Lahoud amplia, afirmando que "hoy se trata de no llegar a los hogares, pero de manera irresponsable, argumentando que como crecemos al 8 o 9 por ciento anual el sistema energético tiene estos problemas. Pero lo que no dicen es que lo que se manifiesta es la falta de inversiones".

Otra gran brecha entre una situación y otra, es el modo en que se le transmite a la población la realidad de la crisis. Mientras en los ochenta se publicaban los cortes programados para que la gente pueda prepararse, aquí se insiste con la idea que no hay crisis, que el sistema funciona bien y que sólo es una exageración mediática. Nada más lejos de la realidad.


El costo político


"En los ochenta -opina Lahoud- había una mayor disposición de las altas esferas gubernamentales a reconocer la gravedad de la situación. Ahora se trata de que la gente no note que el problema es grave". Neri, por su parte, cree que "la realidad indica que por esos años, todo el mal humor que había por la grave situación económica que se vivía recrudecía con los apagones".

A Alfonsín, si bien la realidad demuestra que su caída política fue un conjunto de hechos y no sólo los apagones y las fallas en los servicios públicos, la crisis energética la hizo pagar un costo político altísimo. Algo que el gobierno actual parece no estar dispuesto a repetir.

"Políticamente fue un costo altísimo el que pagó el gobierno de Alfonsín con los apagones. Influyó de manera grave porque llegó a los hogares, provocando el mal humor inmediato de la población. De hecho, el PJ con Menem lo utilizó de forma casi abusiva en su campaña" opina Lahoud.

Y agrega: "Si recrudecen la temperatura vamos a estar en problemas, y no se si van a poder evitar los apagones. Además, no me imagino a este gobierno dando explicaciones. Lo que sí se es que si llega a los hogares pondría el clima social de forma muy diferente. Un par de semanas viviendo de esa forma y el gobierno lo va a pagar".

En la misma línea de opinión sigue Neri, mostrando a la vez su claro perfil opositor, ya que hoy juega en las filas políticas del ex ministro de Economía y candidato a presidente, Roberto Lavagna: "Esto también puede provocar un problema para el gobierno de cara a octubre. Por debilidades propias del gobierno y porque esta es una sociedad muy nerviosa. N serán impactos dramáticos, pero el gobierno está empezando a pagar algunos costos políticos por sus propios errores".

Incluso Miguel Talento, legislador porteño del kirchnerismo, opina que podría traer conflictos si los apagones llegaran a repetirse. "Si esto volviera a suceder podría causar un desgaste político, porque incluso ahora la población está mas intolerante que en los ochenta", analizó. "Estamos en vísperas de un cambio de clima social que si no se resuelven algunos temas pueden afectar al gobierno", cerró Talento.


La visión de los consultores


De forma muy diferente -como normalmente ocurre- opinan los consultores citados por La Política Online para este artículo. Roberto Bacman, de CEOP, cree que "lo de Alfonsín fueron un conjunto de factores, no sólo los apagones", los que llevaron a su caída, pero coincide en que "con la repartición de los cortes sólo enfocados al sector industrial se está tratando de evitar pagar un costo político que no será de magnitud, excepto que se transforme en un escándalo".

Por su parte, Julio Aurelio va un poco más allá, recordando un dato importante de su experiencia en mediciones en el año 1989. "Me acuerdo cómo una elección que en octubre o noviembre del 88 parecía prácticamente ganada, o sea, que no apuntaba a haber un cambio de signo político, luego de los hechos de La Tablada y fundamentalmente de la crisis energética, giró de forma tan brusca que ya en marzo del 89 pronosticaba una derrota", aclaró el titular de Aresco.

Sobre las posibilidades del efecto en las próximas elecciones nacionales, aseguró que "sin dudas" el mal humor que genera en la población estas falencias del sistema energético pueden afectar los números que hoy maneja el gobierno de cara a los comicios de octubre. Pero aclara que eso "va a depender de la intensidad y la gravedad de lo que ocurra". Para cerrar, deja un concepto altamente técnico: "Si hasta hoy el gobierno manejaba unos números altos, a los que llamaremos X, si esto volviese a repetirse tendrían que empezar a hablar de X - Y".

Rosendo Fraga, titular del centro de Estudios Nueva Mayoría cree que "la crisis energética de Alfonsín fue mucho más extendida, tuvo lugar en momentos de alta inflación y con un gobierno que estaba políticamemente desgastado, por haber perdido la elección de 1987 y no haber sabido resolver el problema de los motines carapintadas". Por esto, el analista opina que "los efectos políticos no son todavía comparables".