Gobierno

Macri, llegó la hora de cambiar

La impresionante movilización sindical confirma que terminó la luna de miel. Crisis interna y necesidad de cambio.

El presidente Macri suele proclamar que adiferencia de otros líderes que llegaron al poder y se sintieron infalibles, éles un hombre dispuesto a cambiar si comprueba que está equivocado. Bueno, estáfrente a una oportunidad dorada para confirmar esa predisposición.

La respuesta política del Gobierno aldesafío sindical fue, siendo generoso, un desastre. Los jefes de las cincocentrales sindicales hicieron dos reuniones -no una sino dos- en el Congreso anunciandosu molestia. Es decir, dieron vuelta el reloj de arena y se sentaron a esperarun llamado que nunca llegó. Lo que se vio hoy fue la respuesta a ese destrato.

Ser Gobierno permite disfrutar de casitodos los lujos, menos de la distracción.

La administración de Macri ya habíaexpuesto un problema serio de comunicación, ahora dejó en evidencia su déficitpolítico. Pero bien mirado son dos reflejos del mismo rasgo: La pulsión porningunear lo que no se controla, no se conoce y molesta entender. O sea, locontrario del diálogo declamado. Porque hablar con los que piensan como uno puedeser cómodo, pero está muy lejos de una auténtica conversación política.

Ninguneo, cancherismo, chicaneo, rastros de una conducta defensiva que no está siendo funcional al inmenso desafío de ordenar la economía y volver crecer.

Ninguneo, cancherismo, chicaneo, rastrosde una conducta defensiva que no está siendo funcional al enorme desafío querepresenta ordenar la macroeconomía y volver a poner al país en un proceso decrecimiento.

Con un poquito menos de soberbia sepodría percibir que encarar un proceso de ajuste siendo minoría, exige lacolaboración de los sindicatos y el peronismo. Sin ellos, aunque sea comosocios silenciosos, es imposible. Los dos tercios que obtuvo el proyectoantidespidos en el Senado, son la prueba más fehaciente.

Macri tiene que expandir su base desustentación política, compartir poder y consensuar decisiones. No porque esbueno o deseable, sino porque no tiene alternativa. Senado, sindicatos ygobernadores son mayoritariamente peronistas, y el fastidio no va a cambiar esarealidad. Se trata de un entramado que Facebook no puede solucionar, por másmillones que se depositen en sus cuentas panameñas –y no es una chicana, apenasun dato-.

Lo notable es que todos esos actores sepasan los días enviándole señales de acuerdo al Presidente. Hoy mismo en elacto, los líderes sindicales se cuidaron de aclarar que no era una movilizacióncontra el Gobierno y que sólo pedían ser “escuchados”. Antes, el propioPichetto se cansó de pasarse meses con su “Pacto del Bicentenario” bajo el brazo.

Es interesante ese caso para ver todo loque no funciona en el Gobierno. Gabriela Michetti le explicó a Macri que laidea de negociar ley por ley se estaba volviendo insostenible porque alimentabauna voracidad insaciable. En esta columna se anticipó sobre el riesgo al saqueovikingo que encerraba esa lógica. La vicepresidenta la propuso entonces a su jefe político, aprovechar la propuesta de Pichetto para institucionalizar un acuerdo políticoamplio, con una serie de leyes a sancionar y de paso meter en ese paquete los dosjueces de la Corte.

La propuesta interesó a Macri, pero seestrelló contra la pared del jefe de Gabinete, Marcos Peña, preocupado por “lafoto” de un toma y daca con los senadores peronistas. No es que parece unacontradicción, son contradicciones. Y eso es lo que está estallando. Como enmuchos temas sensibles –medios, justicia, sindicatos, oposición- Macri no tienedefiniciones de fondo y suele perderse en lo táctico inmediato, que como eslógico con lo táctico, se contradice.

Estamos entonces ante la primer crisis políticaseria del gobierno de Macri, que lejos de arreglarse con amenazas de veto,podría empezar a despejarse –y muy rápido-, si se entiende que el agujero delmate ya fue descubierto y las genialidades de campaña sirven hasta que se ganala elección. Después, se trata de gobernar, que es algo distinto.