Gobierno

Mucho ruido, pocas nueces

En cuatro meses de gestión de Macri, todavía no aparecen los resultados económicos que la sociedad espera y necesita.

Al momento de escribir esta columna se cumplen 4 meses de gestión del nuevo gobierno.

En estos 4 meses nos visitaron los jefes de Estado de Italia, Francia y Estados Unidos. Se flexibilizó el cepo, se unificó el tipo de cambio y se sinceró su valor llevando el dólar oficial a un valor cercano al que ya se negociaba en el Bolsa. Se sentaron las bases para terminar de salir del default en el que Argentina entró en el 2001 vía el acuerdo con los llamados holdouts. Se lanzó un programa monetario “menos expansivo” que el anterior y empezaron a tomarse medidas para reducir el déficit fiscal. Se tomaron algunas tibias medidas para bajar el impuesto a las ganancias que pega sobre jubilados y asalariados y se aumentaron algunas erogaciones estatales a favor de los sectores de menores recursos.

La justicia demostró que la velocidad con la cual juzga a un funcionario (o ex funcionario) es inversamente proporcional a la cuota de poder del mismo. Cristina es citada a indagatoria por una causa accesoria (dólar futuro) pero sigue en el limbo la causa que más la involucraría (Hotesur). La actitud militante de Laura Alonso frente a la Oficina Anticorrupción demuestra que el problema no era sólo La Cámpora, el problema es nombrar militantes identificados con una determinada ideología en funciones en las cuales se necesita esencialmente independencia de criterio. La revelación de sociedades offshore en las cuales el Presidente fue directivo embarró la cancha de la discusión “anticorrupción”. En el mismo lodo todos manoseados, es la nueva esperanza del Cristinismo para tratar de aguantar y disimular las malas noticias judiciales.

¿Es mucho o es poco para 4 meses? Como siempre, la respuesta depende del cristal con que se la mire. En nuestro país encima hay algunos que tienen varios cristales para analizar la misma situación. Así por ejemplo, es cuanto menos gracioso ver que quienes critican al gobierno por la pretendida gradualidad en resolver el problema fiscal afirman que la reducción de subsidios a los servicios públicos (con su contrapartida en aumentos de tarifas energéticas y de transporte) fue muy agresiva. ¿En qué quedamos?

Comentario aparte merece otra paradoja de estos días. El PRO hizo de la comunicación una de sus fortalezas. Se sabía que la reducción de subsidios y gastos no esenciales del Estado era la forma “menos traumática” de reducir el déficit fiscal. ¿Por qué se comunicó tan mal? Una de las virtudes del nuevo Presidente es la noción de trabajo en equipo, sin embargo al momento de dar las malas noticias a los ministros involucrados los dejan solos. Las imágenes valen más que mil palabras, lección número uno de la comunicación.

El éxito de un mensaje no se evalúa desde la satisfacción de quien lo lanza sino desde la comprensión del mismo por parte de quien lo recibe. La gente “cree” que el ajuste de los servicios públicos ya fue suficiente, “cree” que con este esfuerzo ya se pueden esperar cambios drásticos en la calidad del servicio. Sin embargo la mayor parte del aumento de tarifas en electricidad y transporte no van a mejorar los ingresos de las empresas, fundamentalmente reducen el subsidio que les venía dando el Estado. Las empresas reciben básicamente lo mismo pero cambia el pagador, los usuarios pagan más y el Estado menos. Si las empresas reciben en total casi lo mismo que antes, las mejoras en la calidad del servicio no serán inmediatas. Aquí se puede estar gestando un problema de expectativas que quizás le genere algún dolor de cabeza al oficialismo en el futuro.

¿Cuándo va a empezar a crecer la economía? Esa es la pregunta del millón. El aluvión de inversiones prometido en campaña sólo por el cambio de expectativas no se produjo. Argentina está haciendo los deberes para volver a recibir inversiones directas, pero hasta que no termine de ordenar su macroeconomía los inversores internos y externos seguirán de cerca el proceso, pero sin firmar los cheques.

Ahí viene el principal desafío de los próximos meses. Para que el país termine de resolver su problema fiscal necesita crecer, el endeudamiento puede ayudar a financiar el déficit por un tiempo, el endeudamiento que el Estado puede obtener adicionalmente para infraestructura será muy importante pero igualmente insuficiente para “dar vuelta la foto macroeconómica”. El cambio lo notaremos cuando inversores privados locales e internacionales se sumen a todos los esfuerzos que pueda hacer el Estado.

Si vamos a los fríos números, el gobierno aún no puede mostrar que le quebró el brazo a la inflación. Todos suponemos que el segundo semestre traerá en materia inflacionaria mejores noticias. Que el país se reinserte en el mundo y sea visto como un potencial receptor de inversiones es naturalmente positivo, de ahí a que efectivamente lleguen las inversiones todavía falta un trecho. Suponer que alguien invertirá productivamente cuando el BCRA te paga 38% anual en pesos es una ilusión, igualmente ilusorio sería suponer que habrá fuertes inversiones con inflación de dos dígitos y encima creciente.

Creo que se podría razonablemente conceder que mucha agua corrió debajo del puente en estos 4 primeros meses de gestión de Cambiemos, sin embargo todavía los primeros resultados positivos que en materia económica espera y necesita la sociedad se van a hacer esperar. Esta es la prueba política que le tocará superar al gobierno. Al final del día, más allá del ruido, lo que verdaderamente importa son las nueces.