Justicia y Gobierno

Mani Pulite: Macri danza con el Diablo

El presidente ingresa en un proceso de consecuencias impredecibles, en medio de un ajuste económico.

No tiene importancia asignar porcentajesa los factores que detonaron el incipiente proceso de Mani Pulite que vive laArgentina. ¿Fue una maniobra alentada por la Presidencia para tapar el caso de los Panamá Papers? ¿La sobreactuación en defensa propia de jueces corruptos,que durante años pisaron las causas que ahora aceleran? ¿Una respuesta alprístino republicanismo que se apoderó de Macri y el presidente de la CorteSuprema, Ricardo Lorenzetti?

Son todas preguntas menos interesantes que indagar sobre la evolución posible del proceso iniciado. La Argentina deMacri está ingresando en el nudo más complejo – e irresuelto- de la teoríapolítica: ¿Cómo construir un sistema de justicia independiente del poder, queen el camino no derribe la estantería?

Es un debate que tiene además elatractivo de plantear preguntas muy incorrectas para almas simples ybienintencionadas: Los malos, los que roban, los que abusan, tienen que irpresos y sólo con eso ya tenemos un mundo mejor. El problema es que el Diabloestá en los detalles: ¿Qué es robar? ¿Un sobreprecio en la obra pública?: Porsupuesto. ¿Un sofisticado derivado financiero que metió a la economía global enuna de las crisis más graves de la historia, destruyendo el futuro de millonesde vidas? No está claro.

Macri está ingresando en el nudo más complejo – e irresuelto- de la teoría política: ¿Cómo construir un sistema de justicia independiente del poder, que en el camino no derribe la estantería?

La revista The Economist, una publicaciónque simboliza los ideales republicanos y libremercadistas de Occidente, acabade plantearse en su última edición algunos de estos interrogantes. Tomando elcaso de Brasil, advierte que la caída de Dilma puede envenenar la políticabrasileña durante años, así como llevado a sus extremos, el proceso abierto porel juez Sergio Moro requiere no sólo el procesamiento de Dilma y su vice,sino de prácticamente todo el Congreso. La pregunta es obvia: ¿En donde seapoya entonces el sistema para superar la crisis? Una nueva elección. Perfecto,pero la historia reciente advierte que los vacíos de poder, el hastíogeneralizado, son el escenario propicio para que surjan los Berlusconi, losTrump, los Kirchner, los Chávez, que se quedan con todo. ¿O ya nos olvidamosque Kirchner y Chávez fueron la aclamada renovación que surgió tras laimplosión de los sistemas políticos de Venezuela y Argentina?

Leones con piel de oveja a los que habráque aplicar un nuevo Mani Pulite y así la historia se vuelve circular.

Mal momento para improvisar

Macri debería repasar con muchísimaatención la experiencia de Fernando de la Rúa. La amnesia es un deportenacional, pero no le está permitido al Presidente.

Lo único que no puede hacer el Presidenteante una situación tan delicada como la que se despliega en estos momentos, esdejarse arrastrar por los acontecimientos. Las frases hechas sobre laindependencia judicial –que es bueno recordar se trata de un ideal extremo quela política, por suerte, viene problematizando hace siglos para evitar latiranía de los jueces-, son buenas para decir a los columnistas de losdomingos, pero no sirven como programa para un Gobierno que deberá lidiar conlas consecuencias reales del proceso.

Es por eso que el gobierno de Macri diceuna cosa, pero mantiene en operaciones a Daniel Angelici. El problema no es Angelici,el problema son las contradicciones. Por eso miremos De la Rúa, no comocomparación sino como aprendizaje.

Macri debería repasar con muchísima atención la experiencia de De la Rúa. Hoy como entonces, aparece un ala que impone al gobierno la agenda de la lucha contra la corrupción como eje, cuando el Presidente está abocado a resolver el descalabro macroeconómico.

Ahora como entonces, tenemos un ala de lacoalición del oficialismo que viene con una agenda de lucha contra lacorrupción como eje central, una idea ajena a Macri, que está centrado en elreordenamiento económico y que la Argentina vuelva a crecer, un anhelomayoritario por otro lado. Ahí está Brasil para recordarnos que las crisispolíticas no son neutras: El año pasado su economía tuvo una históricacontracción del 4 por ciento que podría repetirse este año.

Como sea, el honestismo como idea políticaes la posición que visibiliza Lilita Carrió, pero que la excede y que incluye afactores de poder real –esos que se fortalecen con un sistema político débil- ytal vez algún interés geoestratégico. ¿Está equivocada entonces Carrió? No. Lacorrupción es una lacra muy extendida en la Argentina, que ha lastrado buenaparte de los procesos mejor encaminados de nuestra historia. No hay respuestasfáciles para la situación actual.

Por eso, Macri puede hacer casi todomenos una cosa: No tener una idea clara sobre como se entra y como se sale deeste proceso. Hoy lo que se ve, como entonces, son contradicciones. Entre unala que agita el Mani Pulite y otra que busca atemperarlo. Pero sincoordinación. Esto envía mensajes confusos a la política, que puede ingresar enun peligroso círculo de paranoia y vale todo.

Estamos en la puerta de una situaciónestilo tiroteo en la cantina, donde todos les tiran a todos y al final sólo sesalva el cantinero. ¿Quién será el próximo cantinero?

El tema da para mucho más que una columnay se podría analizar porqué, por ejemplo, las mismas potencias que nos alientana ser implacables con la corrupción, protegen a sus ex presidentes hasta conindultos, como ocurrió en el caso de Nixon.

Macri tiene hoy un margen de maniobramacroeconómica más holgado que De la Rúa. Pero tampoco le sobra mucho. Laopción que plantean algunos destacados analistas es pertinente pero no es enrigor una opción: ¿Cuánto conflicto puede tolerar la sociedad para terminar conla impunidad? ¿Impunidad o despelote?, se pregunta Marcos Novaro en La Nación.

Visto desde la Presidencia la respuestaes obvia: El único lujo que no puede permitirse un Gobierno es el caos. Dehecho atenta contra su propia denominación. Pero el mérito de Novaro es que supregunta lleva a otra más pertinente: ¿Cómo se reduce la corrupción en paísestan corruptos como la Argentina, donde permea todos los estamentos, sinllevarse puesto el sistema?

Esa es una buena pregunta para Macri.