Gobierno

La interna Peña-Frigerio por la sucesión reproduce la lógica binaria del PRO

Construcción mediática y en redes sociales contra política tradicional. Las tensiones del macrismo.

Era inevitable que ocurriera, porque nohay estrategia que pueda eludir la fuerza de las cosas. La ambición es el motorde la política y en un organismo tan político como puede ser un Gobierno, esavoluntad se traduce en la pelea por la Presidencia, en este caso por lasucesión.

Macri ya tiene dos gallos dando vueltasen la jaula. El jefe de Gabinete, Marcos Peña y el ministro del Interior,Rogelio Frigerio, dejaron trascender sus ganas de competir por el premio mayor.Es natural, son las dos posiciones de mayor juego político del gabinete.Ocurrió antes y ocurre ahora.

Lo atractivo del forcejeo de Peña y Frigerio, es que permite observar como se despliegan de manera nítida las dos formas que tiene el macrismo para hacer política.

Lo interesante no es aventurar quienpuede ganar, si es que alguno va a ganar, ya que se sabe que el poder es unaaceitada máquina que destruye las mismas ambiciones que alimenta. Lo atractivoes observar como en ese forcejeo empiezan a desplegarse de manera nítida losdos modelos de entender la política del macrismo. Una dialéctica que, por otrolado, no habría que subestimar si se atiende a los resultados recientes de esaexperiencia.

Marcos Peña es el gran mandarín de esanueva religión que entendió a las redes sociales como el territorio aconquistar. Una política que desprecia a los dirigentes tradicionales, queensaya el bypass digital para construir el simulacro del cara a cara, que sevuelve realidad en muy contadas ocasiones donde el candidato, ministro, hombrede poder, desciende de su Nirvana virtual para tomar mate con “Claudio”, “José”o “María”, representación mágica del ciudadano “despolitizado”, o sea, buenagente.

El jefe de Gabinete construye así concoroneles como Julián Gallo, Guillermo Riera y Ernesto Skidelsky, sus adelantados que se sumergen en la esfera digital paratraerle el último Snapchat, la última herramienta mágica para seducir a lasnuevas generaciones de votantes. Sin descuidar, por supuesto, su obsesión porinfluir en el recorte, la visión y hasta los detalles, que los mediostradicionales hacen del Gobierno y en especial de su propia proyección como lídernacional.

Se trata de una construcción pensada paraun mundo de imágenes y frases cortas; por eso se reduce la política a lo mínimoindispensable y se suben fotos y videos con el tercer sector, la sociedadcivil, líderes de movimientos homosexuales, científicos, ecologistas, ONG que luchan por causasnobles; todo mechado con alta diplomacia, pero siempre desde el lugar delturista asombrado; lo que se busca, claro, es generar la ilusión de cercanía,yo soy tus ojos, yo soy vos en el poder; un artilugio tan antiguo como eficaz,sólo que ahora el camuflaje del desinterés altruista es digital.

Hernán Iglesias Illa, amigo del jefe deGabinete, no pudo expresarlo mejor en ese manifiesto del marcospeñismo que esel libro Cambiamos: Ellos no son los “machos alfa” de la política, es más seburlan de esas ovejas con piel de lobo; ellos son los menospreciados nerd queinventaron Google y se quedaron con todo. Son la esquina azul, la avant gardedel soft power.

El macrismo territorial

Frigerio es la esquina roja. La políticatradicional, la construcción cara a cara old school, con senadores, diputados,gobernadores, intendentes y legisladores; es el que les habla de lo que ellosquieren hablar, porque en todo Gobierno alguien tiene que hacer ese trabajo.

El ministro del Interior es el que sequeda comiendo el asado después que Marcos pasó cinco minutos para sacarse lafoto, siempre en la cabecera. Frigerio es el que promete y no cumple, hacechistes, habla de política, es casi un compañero más.

Nada es esto es blanco o negro, porsupuesto, pero las tendencias predominantes en una y otra expresión sonevidentes.

De una lado el aspiracional de ser EstadosUnidos; o mejor, Nueva York; o mejor aún la elite de Washington. Por eso, sellega al extremo de instalar en el despacho presidencial dos sofás enfrentadosy una mesa ratona rectangular, con silloncitos en un extremo, igual que en elSalón Oval. Pero claro, admirar no es copiar.

Del otro lado se transita el largo caminode conocer la piel profunda del poder que existe, no el que se imagina o sepretende crear. No son los chicos malos del peronismo, pero acaso empiezana transitar en ese camino, mas educadopor supuesto, no olvidemos que esto es el PRO. Un camino que traza una línea depuntos con Emilio Monzó en la Cámara de Diputados y Federico Pinedo en elSenado. Son los hombres del Presidente que garantizan las leyes imposibles.

¿Qué modelo prevalecerá? Es la granpregunta. Frigerio suma a su arsenal el manejo –por ahora más promesa querealidad- de la parte del león de la obra pública. Pero Macri, como antesCristina, ha demostrado un notable talento para enviarle paracaidistas alparacaidista, en un juego fractal que busca la suma cero del poder, o mejor,que la única acumulación posible sea sobre su decisión final.