Oficialismo

El PRO, el peronismo y el territorio

Hay un hilo conductor entre la boleta electrónica y la búsqueda de esa mayoría silenciosa que ensaya el macrismo.

 La escasa concurrencia militante que acompañó al presidente el 1 demarzo fue delicia de los comentaristas que comparaban la movilización imponentede un año atrás con Cristina y eco de un debate recurrente: ¿le importa al PROuna sociedad movilizada? Si el PRO alienta un enfriamiento de la política, ¿noes contradictorio esperar que “movilice”? El filósofo Tomás Abraham escribióuna columna en Perfil apuntando a este nudo: “Hay quienes se aburren, es una pena. Hay tantas cosashermosas en la vida, que tener un ejecutivo aburrido quizás nos permitaapreciarlas más. Nada parece complacernos. Nos quejábamos del narcisismo deCristina, nos pasamos años hablando de su amor de sí, y ahora nos quejamos deeste señor gris que sólo dice ‘todos juntos en equipo’.” Abraham tuvo simpatíascoherentes: desde Reutemann hasta Hermes Binner. Pero: ¿es exactamente aburridoMacri?

El breve video del presidente saludando desde el auto a los pocos ciudadanoseufóricos en la vereda, muestra su inesperada desilusión: la democracia pidecalle. Su teatralidad pública no la inventó el peronismo, en tal caso la llevóa su límite. El PRO supone que el kirchnerismo se quedó solo con el “activo”social, una minoría ruidosa; y ellos monopolizan los nuevos sentimientos de unasociedad esperanzada pero más silenciosa. Algo de la “reforma política” queimpulsa Macri apunta a la “desterritorialización”: por ejemplo con lanacionalización del voto electrónico (que tuvo un uso exitoso en CABA o Salta),cuya tecnología descompone el imaginario romántico de las boletas, fiscales,militantes, etc., en pos de una transparencia que intenta borrar lasmediaciones. En campaña Macri movilizó miles de “voluntarios” que fueronfiscales, sobre todo en los municipios “difíciles” del Gran Buenos Aires. Milesde voluntarios que estaban fuera de cualquier radar académico y que fueron,fiscalizaron, ganaron, y se volvieron a sus casas. De casa al voluntariado, delvoluntariado a casa. Se presentaban como un “recurso de la sociedad” contra losrecursos viciados de la política. Un dato de color para hacer vidrioso todo y queno debemos olvidar: Cristiano Rattazzi era uno de esos voluntarios, nada menosque en La Matanza. Sociedad versus política.

El PRO supone que el kirchnerismo se quedó sólo con una minoría ruidosa, mientras ellos monopolizan los nuevos sentimientos de una sociedad esperanzada pero más silenciosa.

El perfil social de un Macri comunicacionalmente activo tiene uncontrapeso de velocidad: lo que muchos de sus funcionarios tardan en conocer elEstado. Se dijo, por ejemplo, que Carolina Stanley arribó al Ministerio deDesarrollo Social de la Nación desayunándose ahí mismo de la existencia delprograma “Argentina Trabaja”, un programa que existe desde 2009. O queMartiniano Molina sigue sin hacer pie en Quilmes, luego de que le renunciara sugabinete, y oscila entre la ansiedad por hacer “todo ya” y el deseo de subirsea un crucero a cocinar por un mes en alta mar con licencia. Hay casos que no,de conducción política más férrea y aceitada. Pero es claro que la idea de“militancia” y “territorio” aparece como patrimonio del campo opositor. Dehecho, el clima se enrarece y ocurren episodios horrendos como la balaceracontra un local de La Cámpora en Mar del Plata o los disparos desde un edificiocontra el acto de inauguración de un local de Nuevo Encuentro en Buenos Aires,sobre los que es mejor descartar hipótesis conspirativas, a la vez que exigir agrito pelado que sean investigados. El objetivo político del PRO es aislar alkirchnerismo del peronismo, hacer estallar esa tensión latente; y ese deseodesbocado contrae imaginarios violentos: el recuerdo fresco de las “internasperonistas”.

Todos dijimos que marzo era el mes fatal por lo obvio: las paritarias yel inicio de sesiones parlamentarias, cuando el gobierno se encontraba con lossindicatos, las dos cámaras dominadas por el peronismo, las presiones de losgobernadores en el Senado, etc. Pero empezaron las clases en la provincia deBuenos Aires. La madre de todas las paritarias: la paritaria docente bonaerense,fue el primer logro político del gobierno (aunque no pudo ser “nacionalizado”en tiempo y forma). Baradel, en los años recientes, tenía la cara de SebastienChabal (el barbudo rugbier de la selección francesa), la prensa lo mostrabacomo el ogro que no permitía que los chicos vayan a la escuela. Baradel era elsindicalista-pesadilla de Scioli y las familias bonaerenses. Un ex funcionariode primera línea del sciolismo saliente me dice que incluso en el últimonoviembre, este noviembre de la elección decisiva, desde Nación “no nos girabanla plata para pagar sueldos”. Entonces: el problema no era Baradel. Elacogotamiento entre Nación y PBA tenía razones para todos: “que cobre másimpuestos!” bramaban en Balcarce 50, y en La Ñata decían que ellos ya eransandinistas por el revolucionario revalúo fiscal de las tierras. Y Baradel sufríala “presión de abajo”: en su sindicato (SUTEBA) las listas clasistas hacían cadavez más pie, como en la conducción de la seccional de La Matanza, entre otras. Enla tapa de Clarín de este 1 de marzo se destacó que desde 2011 no empezaban entérmino las clases bonaerenses. Esa tirria entre Nación y PBA fue un signo delos tiempos cristinistas que puede explicar más el ocaso electoral que mildebates teóricos: Cristina y Scioli, ambos del FPV, no pudieron articular uninicio de clases, no pudieron consensuar “eso”. De modo que donde menos se loesperaba (PBA y sindicato docente) el PRO mostró “muñeca”.

El PRO también son muchos PRO: no sólo está cruzado por las internas económicas,sino también políticas. El ministerio del Interior funge “de pico” como elcontenedor del peronismo reciclable. Es ahí donde se habla del “cuartoperonismo” (el peronismo que está dentro del gobierno). “¿Ustedes ven globosacá?” se escucha decir a un joven funcionario de altísimo rango en reunionesecuménicas.

Cristina y Scioli no pudieron articular un inicio de clases, no pudieron articular "eso",. De modo que donde menos se lo esperaba, el PRO mostró muñeca.

El universo de las intendencias de la PBA puede agruparse, a priori, enintendentes PRO, radicales, massistas, peronistas y kirchneristas. Tomemos alos primeros, la novedad: los intendentes de PRO están armándose como grupo.Recientemente armaron el Foro de Intendentes PRO en Lanús con el “objetivo”de conformar un anillo alrededor de Vidal para protegerla. Las dos cabezas fuertesde este espacio son Jorge Macri (Vicente López) y Néstor Grindetti (Lanús).Además están los intendentes de La Plata, General Rodríguez, Pilar, Morón,Tres de Febrero, San Pedro, Pergamino, Quilmes, Bragado, Pablo Junín, 9 deJulio, Pinamar, Bahía Blanca, Patagones, Olavarría, Suipacha, Campana, Rojas, Castelli,Tornquist, Rosales, Coronel Suárez, La Madrid, Rivadavia. A la vez, cada ligaes un mundo: las relaciones entre Vidal con los massistas, peronistas o kirchneristaspuros conforman sistemas complejos con intermediarios y regulaciones. Habríaque sumar a esto la legislatura bonaerense, donde Ottavis una sombra ya prontoserá. Se diría que nadie tiene poder en la PBA sin usar “la fuerza del otro”:todos ostentan interlocución o llegada “afuera” para afianzarse en el espaciopropio (algunos intendentes saben que para llegar a Vidal tienen que pasar porotros intendentes “compañeros” primero). Y es un hecho que los intendentes radicales novendrían gozando una relación privilegiada con Vidal, quien optó por darle másrelevancia al massismo para su gobernabilidad. Hace un mes y medio, en el Forode Radicales (29/1) comenzaron a acusar recibo de ello, siendo blanco de estoDaniel Salvador, el vicegobernador. Recientemente (24/2) se reunieron en Lujáncon Peña y Frigerio, y hubo momentos de tensión. “Podemos discutir la táctica,la instrumentación, la velocidad, pero no que somos parte de un equipo quetiene las mismas ideas”, aseguró Peña. Cachi Gutiérrez, diputado nacional y exintendente de Pergamino, reconoció que existe en su partido un “malestar,vinculado al destrato de parte del Gobierno”.

Hay un tic en el equipo de comunicación oficial: cada vez que leen unanueva “lección” sobre cómo hacer lascosas en la pluma de periodistas y analistas gritan “otra vez nos dan labienvenida a la política!”. Es cierto que nos podemos pasar la vida describiendolos modos de comunicación, su ruptura de paradigmas (“el nuevo elector” versusel “territorio”), su estilo posmoderno, light, post-político, gerenciador, comolo quieran metaforizar con mayor o menor gracia, pero ahora que son gobiernopodemos ver que, “mientras tanto”, los amarelos conforman sus mapas yterritorios, son impiadosos sobre la base de sus “consensos” (la detención deMilagro Sala, los despidos, los espejitos de colores a los sindicatos, etc.) y producenel aislamiento del kirchnerismo; todo con poco: con la rienda corta del erariopúblico mezclada a un nuevo estilo de conversación de apariencias horizontales.Luego de tres meses (con radicales y voluntarios dejados atrás) la políticaargentina es la pulseada entre el PRO y los peronismos, con un bulto de leyes enjuego (derogación de ley cerrojo y pago soberano) y la sombra judicial proyectadasobre Cristina. Mucho poder político acumulado en poco tiempo pero a merced deun solo plan económico: endeudarse. La negociación en recta final con losbuitres construyó este escenario demasiado “a todo o nada” para los soldadosdel “Hombre Gris”: ‘deuda o ajuste’ es el reducto de todos los eslóganes contraun peronismo partido.

Ellos tienen a Durán Barba,nosotros tenemos a Sun Tzu, podrían decir en el amplioperonismo, y de paso leerlo: “Un ejército no tiene formación constante, lomismo que el agua no tiene forma constante: se llama genio a la capacidad deobtener la victoria cambiando y adaptándose según el enemigo.” El peronismopuede darse el lujo de no estar unido, pero nunca de dejar de ser opositor. Lasociedad, esa “entidad” a la que tanto invoca el PRO, lo puso ahí.