El Papa recibió a Macri en un frío encuentro de 22 minutos

Francisco lo recibió en la fría biblioteca del palacio. La polémica latente por la detención de Milagro Sala.

El papa Francisco recibió esta mañana a Mauricio Macri durante escasos 22 minutos, la mitad del tiempo que suele dedicarle a otros líderes mundiales y mucho menos de lo que duraban las tertulias con Cristina Kirchner, que llegaron a extenderse por dos horas.

Fue un escueto y frío encuentro, que no salió de lo protocolar, tal es así que se celebró en la protocolar biblioteca del Vaticano y no en la residencia de Santa Marta donde vice Francisco, visitada en varias ocasiones por la ex presidenta, que se retiraba entre risas y abrazos, ausentes esta mañana. 

"Para mi fue el contacto de dos viejos conocidos, como hacíamos cuando estábamos frente a la Plaza de Mayo y yo era jefe de gobierno porteño y él me recibía", dijo el presidente, ni bien recibió a la prensa, marcando también una paridad que acaso sea uno d elos motivos que molestan a Francisco.

Macri intentó minimizar la tensión que acompañó su visita, basado en desencuentros que nunca se saldaron. El primer cruce entre ellos fue justamente cuando Macri era jefa de Gobierno y se negó a apelar una decisión judicial que avalaba la Unión Civil. 

El Papa en uno de los encuentro a solas que tuvo con Cristina en su despacho.

Macri dejó claro de entrada que Francisco recibiría el mismo respeto que "cualquier" otro jefe de Estado; mientras que Cristina lo aceptó como su verdadero jefe político.

La otra pelea es más cercana: el Papa se enteró por los diarios que Macri había elegido Eduardo Pfirter como embajador en el Vaticano, decisión que tomó junto a Marcos Peña y el secretario de Asuntos Estratégicos de la cancillería, Fulvio Pompeo. Fue una ofensa o gesto de autoridad innecesario muy criticado por la línea profesional de la Cancillería.

Lo lógico atendiendo la historia reciente de resquemores hubiera sido consensuar con Bergoglio el nombre del enviado a la Santa Sede. La designación de un diplomático de carrera, con una altísima opinión de si mismo y modales arrogantes, era obvio que iba a irritar al Papa, por más que Pfirter se la pase reflotando que fue "alumno" del Papa.

Pero acaso la distancia de fondo tenga que ver con una decisión que contrasta con la actitud de Cristina de someterse al liderazgo político del Papa. Macri dejó claro de entrada a través de sus voceros que Francisco recibiría el mismo respeto que "cualquier" otro jefe de Estado.

Incluso es probable que el Papa se sienta más cerca de la visión económica y política del kirchnerismo, que sintoniza con sus críticas al capitalismo global; que en el decálogo pro mercado y de CEOs empresariales en la gestión pública, que enarbola el macrismo.

Diferencias

Macri hizo un esfuerzo por minimizar esas diferencias y destacó que el Papa lo alentó a “unir a los argentinos” y “enfrentar los problemas graves de fondo que tiene Argentina como el narcotráfico y la corrupción”.

El reporte de audiencias del Vaticano agregó otros asuntos de la reunión que Macri prefirió dejar en un segundo plano en su breve contacto con la prensa.

“Se trataron temas de mutuo interés, como la ayuda al desarrollo integral, el respeto a los derechos humanos, la lucha a la pobreza y al narcotráfico, la justicia, la paz y la reconciliación social", fue la comunicación oficial del Vaticano.

El detalle de los derechos humanos no fue menor por la polémica abierta entre Macri y el Papa por la detención de la dirigente jujeña Milagro Sala, a quien el sumo pontífice le envió un rosario bendecido en señal de apoyo y provocó una airada reacción de la vicepresidenta Gabriela Michetti y la diputada Lilita Carrió.

Ayer, el presidente fue escrachado en la puerta del lujoso Hotel de Russie donde se aloja, por un grupo de argentinos que le exigió la libertad de la jefa de Tupac Amaru.

 Macri asistió a la reunión junto a su esposa Juliana Awada, que lució un vestido largo negro con mantilla; el jefe de Gabinete Marcos Peña; la canciller Susana Malcorra; su pretendido sucesor Fulvio Pompeo; el secretario de Culto Santiago de Estrada y el embajador Pfirter. 

También formaron parte de la comitiva los gobernadores de Tierra del Fuego, Rosana Bertone; de Salta, Juan Manuel Urtubey y de Mendoza, Alfredo Cornejo. A todos, el Papa los despachó con un seco apretón de manos.

El Papa tampoco quiso precisarle a Macri cuando visitará Argentina, tras cancelar el año pasado su participación en la celebración del bicentenario de la república del próximo 9 de julio. 

Es probable que otro tema de frialdad entre ambos líderes, sean las opciones espirituales de Macri, que navega entre el budismo y cierta filosofía new age de coaching empresarial, al estilo El Arte de Vivir.

"Le comenté mi gran preocupación por unir a los argentinos, dejar atrás los rencores y trabajar en agenda común de futuro para resolver los problemas del país, especialmente la pobreza y el narcotráfico. De nada sirve toda la capacidad de construir si falta el debido componente de solidaridad", comentó Macri intentando sintonizar con la letra franciscana.

Sostuvo además que le indicó al Papa que esperaba "seguir trabajando junto a la Iglesia argentina en este tema, ir virando a un país de pobreza cero y por ese motivo fue muy importante haber coincidido en la importancia de estar juntos y unidos" y dijo que hablaron "de la importancia de recuperar la cultura del trabajo en el país, algo que nosotros estamos pregonando".

Macri aseguró incluso que el jefe del Vaticano apoyó los primeros pasos de su gestión. "Me dijo que tenga paciencia, que no dude enfrentar los problemas graves de fondo que tiene la Argentina y señaló al narcotráfico y corrupción que hace mucho daño destruyendo oportunidades para el que menos tiene", cerró Macri. 

El presidente se reunió luego con el secretario de Estado de la Ciudad del Vaticano, Cardenal Pietro Parolin, en el Estudio Secretario de Estado, junto a Peña, Malcorra y Pfirter. Es un clásico de Bergoglio: delegar en un ladero suyo la misión de bajar una línea más dura a sus visitantes.