Peronismo

Un golpe al unicato de Cristina

La ruptura en Diputados es la primer señal de un cambio en el sistema político que rigió el peronismo.

La lectura inicial podría interpretar la ruptura del bloquede diputados kirchneristas, como el oportunismo de algunos sectores delperonismo para crear una franquicia que les permita negociar directamente conel poder central.

Esa lectura es correcta, pero se pierde lo esencial: Setrata del primer desprendimiento fuerte que sufre el continente de poder que CristinaKirchner edificó para su temporada en el llano.

Cuatro gobernadores y cinco sindicatos de peso apoyaron elalzamiento. Lo hicieron con la prudencia de aquel que moja los dedos en laorilla del mar. Pero lo hicieron.

Puede ser el inicio de un desmoronamiento mayor o una mas delas algaradas que la ex presidenta supo capear.

Mauricio Macri es un beneficiario directo en el corto plazode la ruptura, en su objetivo de alcanzar con aliados quórum en la cámara baja,por eso la operación se consumó antes del inicio de las sesiones ordinarias.Pero la torpeza del ala determinante de su Gabinete casi hace naufragar laruptura.

Mauricio Macri es un beneficiario directo de la ruptura, pero la torpeza o voracidad de su primer círculo, casi la hace naufragar.

El decreto que duplicó la coparticipación de la Ciudad pusoen crisis la delicada operación política que llevaban adelante un grupo degobernadores peronistas, en diálogo con el presidente de la Cámara deDiputados, Emilio Monzó y con el ministro del Interior, Rogelio Frigerio. En undiálogo complejo que incluyó a Sergio Massa.

Frigerio, Monzó, Prat Gay, son los pilares incipientes de ungabinete que no termina de asentarse y por eso mismo sufren las intrigas dealgunos consejeros del entorno más cercano al Presidente.

Hasta el fatídico decreto que enardeció a los gobernadoresperonistas, el piso de la ruptura era de 22 diputados y punteos razonables loestiraban a 40. Macri, siguiendo a los mismos consejeros que le dijeron quesaltee al Senado y nombre jueces de la Corte Suprema por decreto, les complicóla faena y el discurso.

Lo que convoca es la construcción de un peronismo racional ysuperador al camporismo, que vaya edificando una alternativa a Macri, pero sincaer en una oposición cerril. Con sus decretos, Macri les hizo pagar un costopor momentos insoportable para justificar la apuesta por un peronismo moderado.

“Tenes que explicarle a tu jefe que nos hizo perder más dediez diputados”, le avisaron a Monzó, en las horas críticas posteriores aldecreto de la coparticipación. Frigerio que venía tejiendo con paciencia deBuda, se cruzó feo con Marcos Peña, un abanderado de la estrategia bipolar quecabalga Macri: Blando con la sociedad, implacable con el poder.

El fondo

Sin embargo, el proceso en curso excede al Gobierno y susdesinteligencias. Lo que entró en crisis fue un sistema de conducción delperonismo que se extendió por doce años, pero se agudizó desde la muerte deNéstor Kirchner. El unicato de la imposición de las decisiones que tomaban losKirchner en soledad.

Es verdad que por ahora la insurgencia se limita a un polomodesto, pero significativo. Una cabecera de playa que ya impactó en elinterior del kirchnerismo duro, donde todos aquellos que siguen a Cristina peroresisten a La Cámpora encontraron lo que buscaban a hace años: Una alternativaplausible para esgrimir al menos como amenaza, si la ex Presidenta acentúa suopción por los amigos de su hijo.

Se trata del segundo capítulo de una transición que comenzócon la elección a disgusto de Daniel Scioli como candidato, la entronización deHéctor Recalde como jefe de bloque luego que fracasara la idea inicial deseguir con Juliana di Tulio y que se profundizará si José Luis Gioja es electopresidente del PJ.

Las señales del declive cristinista en el peronismo están ala vista para quien quiera verlas. El retroceso no tiene la intensidad ni eldramatismo que seguramente desearían los ultras del antikirchnerismo, pero latendencia es evidente, mientras transita el corsi e ricorsi propio de lapolítica.

El vacío de este deslizamiento es obvio: la ausencia(¿temporal?) de un liderazgo alternativo al de Cristina. Pero creer que esaausencia, convierte al proceso en una variable dependiente de los intereses delGobierno de Macri, es acaso subestimar la capacidad del peronismo dereinventarse.