Nuevo Gobierno

Nosotros, ellos y la partitura constitucional

En el balotaje del 22 N el electorado se expresó en dos partes: 48,60 % y 51,40 %. Con esa casi paridad entre las dos opciones políticas, todos debiéramos preocuparnos más por equilibrar que por antagonizar.

Hay muchos temas que pueden ser compartidos en el espacio común del sistema constitucional, del que todos somos tributarios, y en el que pueden caber dos y aún más proyectos parciales o diferentes propuestas. La orquesta del Estado debiera tener una única partitura: la constitucional. Su Director electo decidirá los tempos, volumen, u oportunidad según melodías e instrumentos. Pero respetando la partitura.

Ahora bien: Si la orquesta desafina porque el Director confunde la partitura nacional con el New York Times, o similar, no solo la orquesta se va a ir al diablo. También la democracia.

También hay importantes cuestiones que separan al 48,60 del 51,40 y con razones de fondo, como la concepción de soberanía política y económica, por ejemplo. O la contradicción entre “pobreza cero” y la baja de salarios, subsidios y empleo decididos por un staff de gerentes que nunca vieron a un pobre.

De todas maneras, “ellos” ganaron por decisión popular, y les corresponde gobernar. A “nosotros” nos corresponde el rol democrático de acompañamiento crítico, el control de gestión y de resultados, y ofrecer propuestas alternativas.

Es riesgoso para quienes ganaron por tan escaso margen creer que son los únicos con derecho a tocar en la Orquesta de las Políticas de Estado, sólo porque tienen la batuta por 4 años. La mitad que no los votó no se evaporó, sigue –seguimos- vivos. Es bueno escuchar la otra campana. Y no creer la propia música de un nuevo relato.

Los que hemos perdido en esta elección, no decimos que “la gente no sabe lo que vota”, como dijo Aliverti en una de sus gorileadas del 95. Por el contrario reconocemos que la mayoría social eligió un cambio de timón. Y quienes gobiernan también debieran reconocer que casi la mitad del pueblo votó la otra opción, y eso nos habilita a ser consultados y escuchados sobre los problemas públicos.

Esta etapa también demanda la sana crítica hacia adentro. No alentando delirios de resistencia ni de revancha. Esto no es el 56 ni los 70. Esta vez, “ellos” ganaron democráticamente y “nosotros” perdimos democráticamente.

Ahora, a empezar de nuevo! ¡a canalizar energías y saberes en nuevas propuestas y organización, sin beligerancias! Pero con mucha memoria: sabemos quienes son algunos de “ellos”, como también sabemos, entre “nosotros” quienes son los que boicotearon la campaña cuando teníamos al mejor y más noble candidato presidencial.