¿Es una porquería la Constitución ?

El ex juez Eugenio Zaffaroni dijo que nuestra Constitución es una porquería. "Es de 1853, fue reformada a los ponchazos y tiene parches por todos lados”, sostuvo. La importancia de valorar la carta magna.

En primer lugar resulta fundamental entender que es una Constitución, y nada mejor para definirlo que leer al Convencional Constituyente Juan María Gutiérrez que en 1853 nos decía “La Constitución no es una teoría como se ha dicho; nada más práctico que ello; es el pueblo, es la Nación Argentina hecha ley”, por lo tanto, el ex Ministro de la Corte pareciera que no entiende el alcance de tal concepto, y frente a sus dichos solo demuestra el desprecio hacia la carta fundamental, donde es sano recordar que él mismo integró la “comisión de redacción” de la reforma de 1994, y juró por ella cuando se fue designado Juez y miembro de la Corte Suprema.

Es llamativo escuchar a un personaje público considerar a nuestra Constitución como una “porquería” o que está llena de “parches”. Seguramente podemos criticar muchos institutos incorporados en 1994, por cuanto la Reforma tenía una finalidad política: permitir la reelección presidencial a cambio de la atenuación del presidencialismo.

Lamentablemente lo que finalmente ocurrió fue todo lo contrario, pero ese es otro debate. Por estos argumentos es que estoy convencido que es fundamental la revalorización, comprensión e importancia de la Constitución, por cuanto esta es un conjunto de reglas declarativas, perceptivas y imperativas, que ordena el poder, distribuye competencias y reconoce los derechos humanos fundamentales a todos, y que esta misma es dictada por

el pueblo, quien es el verdadero dueño de la soberanía, y sólo este tiene el poder para dictar la misma por medio de sus representantes.

Este llamativo resurgimiento del republicanismo por parte de algunos sectores es sugestivo pero sano, porque es la Constitución la que debe dar las respuestas, no el capricho circunstancial de aquellos que ayer no creían en las reglas establecidas en la Carta fundamental y hoy son sus fervorosos custodios.

Nada mejor que hacer nuestras las palabras pronunciadas por el convencional Facundo Zubiría ese 1º de Mayo de 1853 -quien, en un principio, se había opuesto a la sanción de la Constitución-: “…quiero ser el primero en jurar ante Dios y los hombres, ante vosotros que representáis a los pueblos, obedecerla, respetarla y acatarla hasta en sus últimos ápices, en el acto mismo que reciba la última sanción…”.

Esta nueva administración de gobierno y la sociedad en su conjunto tenemos la obligación de volver a los valores establecidos en nuestra Constitución. La Constitución no es una “porquería”, seguramente deberían revisarse algunos de sus textos, pero debe seguir siendo nuestra hoja de ruta, esa que nos permita transitar el camino luminoso hacia una Argentina con más igualdad, equilibrada, con mayor desarrollo, sin falsas antinomias y que promueva una mejor calidad de vida para todos sus ciudadanos.

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