NUEVO GOBIERNO

Macri: El secreto de la Coca Cola es que no tiene secreto

Muchos creyeron que el FPV era una máquina que se recomponía siempre, pero algo falló.

l 2015 fue tan lineal eidéntico al 2013, estuvo tan marcado por la evolución de los datos electoralesde ese año, que muchos análisis fueron en la dirección contraria. Porque nadieespera que las cosas sean como dicen que son. El 2013 se leyó como accidente,no como simiente. Muchos creyeron que el FPV era una máquina que se recomponíasiempre, que las protestas callejeras se licuaban en el vacío derepresentación, que la oposición se fragmentaba endémicamente por su narcisismo(Macri, Massa, Carrió), que la ruleta del mundo acompañaba siempre y que esopermitía la preponderancia del FPV como única fuerza sólida del sistemapolítico, dueño de una primera minoría. Algo falló: no se leyeron los datos.Creemos más en lo que las cosas ocultan, que en lo que las cosas dicen. Unamurga de pasados de rosca.

Si el FPV apostaba a su únicotriunfo posible en la primera vuelta (los sciolistas sinceros así lo decían: basabansu optimismo excluyente en la obtención ajustada de un 40 + 1 sacándole alsegundo más de 10 puntos), el Pro apostó a ser el mejor segundo y ganar enbalotaje. Ergo: ¿quién tuvo más “discurso de mayorías”? Por principio: el queganó.

De Massa se mataban de risacuando desde el FPV o el Pro le sacaban intendentes. Pero los votos se quedarona donde se habían ido. Por lo menos los suficientes para comprometer el sistemade polaridad deseado. Massa retuvo un porcentaje de votos suficientes en lasPASO, que también retuvo, oh sorpresa, en las Generales. Si se necesitaron treselecciones (tal el sistema) para forzar una polaridad es que tal cosa no estácomo en la mente de sus adictos. Macri ganó porque descansó su estrategia en el“sistema” electoral, sabía que su camino era el de acumular dos derrotas dignas,y dejar que la logística del descarte la haga “la sociedad”. Predijo unasociedad electoral selectiva, que cruzaba votos, que pensaba a su intendente,su gobernador, su presidente. Un votante a la carta. Y a su modo, subestimómenos al votante bonaerense con la porteña Vidal que el FPV con la candidaturadel “conurbano” Aníbal Fernández y Sabbatella, basada ampliamente en el slogan“los bonaerenses no cortan boleta”. Hace pocos días vi una pintada en VillaTesei que decía “Aníbal o Clarín”. Un slogan refritado que parece enunciar másel síntoma de una política que se autonomiza. Ni en la puerta de C5N en Palermotiene sentido esa pintada. El relato sacó de foco lo social, supuso que “lasociedad no existe”, que es el espejismo de una vida de intereses cruzados; yen contraparte, para la oposición, la sociedad existe demasiado. Un fuegocruzado de dos ideas “intensas”. ¿Y la sociedad existe? No, claro, pero que lahay, la hay.

Hace pocos días vi unapintada en Villa Tesei que decía “Aníbal o Clarín”. Un slogan refritado queparece enunciar más el síntoma de una política que se autonomiza. Ni en lapuerta de C5N en Palermo tiene sentido esa pintada.

Sin embargo, el armado delgabinete de Macri no mostró una costura amable de negociación y diálogo: fue alas cosas. Metió Ceo’s, todos los que pudo, y no voló una mosca. Un gabinete de“titulares”, en palabras de Cristina, cuando uno revisa los orígenesempresarios de esos nombramientos. El radicalismo, a esta altura de la soirée,parece un apoyo sindical que se conforma con lo que tiene. Así piensan viejosdirigentes: un negocio de recuperación institucional a sabiendas de unco-gobierno imposible. Sanz, a su modo, fue un Caruso Lombardi que los salvódel descenso, aunque lo hayan disfrazado de Guardiola. Se fue por la puertagrande del partido, del partido político que se reinventa como ningún otro enausencia de lo esencial: los votos. “Un partido sin el hombre, para un hombresin partido”, dijo en su última mejor frase Alfonsín para “meter” a Lavagna en2007. Pero Macri no es un hombre sin partido.

Macri sintió que ganó él. Ély su filosofía. Él y los suyos. Él y Duran Barba. Macri no quiere un “súperministro” de economía en parte por razones políticas: porque no quiere “súperpolíticos”. “No se operen entre ustedes, no sean vedettes”, podría ser el rezo éticode un Macri que siente que cualquiera puede hacerle sombra. Macri asocia en sudicción demasiado automáticamente la política a su idea de “la mala política”,por eso su palabra es “equipo” y el tono público es el de una larga charlamotivacional. Reducir la política no es sólo su engaña pichanga a la sociedadsino a su propia tropa: menos política para que haya más sociedad, y es en talcaso, su “menos política para que haya más economía”. Hacer política como si nose hiciera política es la conclusión. Una política para los que no les gusta lapolítica, como describió alguna vez Beatriz Sarlo. El mejor exponente de estanueva impronta es su jefe de gabinete, Marcos Peña. Con un discurso deliberadoque aplana lo política a un sistema de reglas, de modos de relación, dedinámica de grupo. Sin embargo de Peña, de Emilio Monzó y de Rogelio Frigeriose puede esperar la mayor habilidad política en un gobierno que inhibe su abuso.

Macri asocia política a “malapolítica” y su tono público es de charla motivacional. Pero a la vez, formentael desarrollo de personajes como Angelici para “lo oscuro”.

A la vez Macri fomenta,estimula, el desarrollo de personajes oscuros como Daniel Angelici. Ocurre que enfútbol, negocios, seguridad, obrapública, justicia, servicios deinteligencia, es decir, en “lo oscuro” elige lo oscuro. El resto es ladinámica de una “gestión sana”, y paraella destina (en su visión ideológica) a los más preparados, a los “mejores”(Hacienda, Diplomacia, Ciencia). Macri es un político perfectamente disociado:en su visión cree que hay zonas blancas y negras. Su arte es combinar sin quese rocen (tanto). Un Ritondo, un Prat Gay. Pensar el mapa macrista es una tarealineal, a priori. Aceptemos que por ahora no tiene tantos secretos. De hecho,en la lectura del libro de Durán Barba, “El arte de ganar”, se encuentran losdetalles del secreto de esta Coca Cola amarilla: y el secreto es que no haysecreto. El principal guionista del gobierno publica sus guiones, explica susanálisis. El ecuatoriano se confía en sus textos a la lectura insidiosa de unasociedad política que es menor, chiquita, microclimática, y ahí vende susteorías de política para mayorías que no lo leen.

Pero terminó la campañaelectoral. Esa que empezó en 2003. Todo lo que conocimos hasta ahora,incluyendo su gobierno porteño, fue la saga de una campaña, un largo camino acasa rosada. Nunca nadie tuvo tanto poder: los cuatro principales bancospúblicos, la ex Side, la policía federal y la bonaerense. Lo que sigue en elpaís ya no lo puede explicar Durán Barba, el genio vidrioso que se llevó puestoa Laclau.