Detienen en Brasil a un banquero que quería operar el regreso de la Argentina a los mercados
Los peces gordos involucrados en el escándalo de coimas y sobreprecios de Petrobras siguen cayendo en la red de la justicia brasileña. Hoy fue el turno de André Esteves, el presidente de BTG Pactual, el banco de inversión más grande de Latinoamérica, sospechado de haber entorpecido las investigaciones del “Lava jato”, el caso de corrupción que tiene contra las cuerdas a Dilma Rousseff.
Su detención conmovió a los mercados y se convirtió en una mala noticia para Mauricio Macri. Sucede que BTG Pactual tenía planeado participar en la compra de bonos del eventual blanqueo que podría lanzar el próximo presidente, que los operadores esperan ansiosamente.
Los economistas plantean que con este mecanismo ingresarían dólares frescos a las arcas exhaustas del Banco Central, y le permitiría al sucesor de Cristina Kirchner captar una parte de la plata que los argentinos tienen en el exterior sin declarar, que fueron fugando a lo largo de los años. Los analistas creen que con esos fondos se podría no sólo engrosar las reservas sino también financiar el déficit en los primeros meses, antes de llegar a un acuerdo con los fondos buitre.
El plan diseñado por el BTG era comprar la deuda que emita Macri en un futuro en el mercado local y después venderla en Europa. Para esa operación ya estaba casi cerrada un cambio de autoridades en la filial local del BSI, el banco suizo que se compró BTG Pactual en septiembre por 1300 millones de dólares.
La relación entre el grupo brasileño y entidades suizas no es nueva. Curiosamente, en el 2006 Pactual(como se llamaba originalmente) fue adquirida por UBS, un banco de dudosa reputación, que en la Argentina está en la mira por una maniobra con bonos que orquestó el año pasado Axel Kicillof. Así se dio a luz a UBS Pactual. En 2008 Esteves abandonó ese banco junto a otros directivos para crear PTG. Desde allí compraron UBS Pactual, lo que derivó en la creación de BTG Pactual.
El enroque en la sucursal porteña del BSI implicaba la “repatriación” al banco de Alessandro Moreno en reemplazo de Sebastián Luchessa. Durante los ochenta y noventa, ambos manejaron plata del fallecido Alfredo Yabrán, el oscuro empresario que se convirtió en emblema de la corrupción menemista.
Luego de la detención de Esteves, estos hombres de negocios analizan abandonar el país, temerosos de que los afecte el efecto Gabriel Martino, el ex titular del HSBC al que el gobierno le obligó abandonar su cargo por las cuentas en Suiza.