Elecciones 2015

La delgada línea roja que separa a Scioli de la Presidencia

Entre uno y dos puntos lo separan del poder. El debate que tensiona al equipo del gobernador.

Tan lejos y tan cerca. Daniel Scioli estádescubriendo que la distancia es un concepto relativo. Los uno o dos puntos quele faltan para ganar en primera vuelta, según pasan los días, se vuelvenelásticos, como se supone que ocurre con la materia cuando se acerca a lavelocidad de la luz. Una complicación exasperante que ya empieza a traslucir surostro, más tenso de lo habitual.

Esta situación es el tema de conversaciónen el equipo de campaña del gobernador y en la Casa Rosada. Los sondeos quemanejan, ubican a Scioli en torno a los 39 puntos y sólo supera los 40 cuandose recurre a la magia de “proyectar” los indecisos. Música para camaleones.

Los sondeos que el oficialismo se muestrapara tranquilizarse no contemplan además un tema delicadísimo: ¿Cómo afectarána Scioli los por lo menos cinco puntos menos que Aníbal Fernández tiene en laprovincia? No hay en el escritorio del gobernador un estudio serio que ausculteel efecto posible de esa brecha, que si se traduce en un par de puntos menos paratoda la boleta, mandaría a Scioli derecho al ballotage.

Por eso, la gran pregunta, que en el warroom de Scioli merodean como si se tratara de un animal salvaje, es: ¿Dóndebuscar esos dos puntos que separan el cielo del infierno?.

La gran pregunta, que en el war room de Scioli merodean como si se tratara de un animal salvaje, es: ¿Dónde buscar esos dos puntos que separan el cielo del infierno?

Los análisis cualititivos, focus group,encuestas y demás técnicas de los aprendices de brujo que asesoran alcandidato, sostienen que consolidado el voto oficialista, ahora los únicos votosposibles de sumar son los de peronistas que no soportan al kirchnerismo. Y paraeso le recomendaron un menú de acciones concretas.

Sacar la palabra “Victoria” de todas suspiezas de campaña, dejar de mencionar los “logros” del cristinismo yconcentrarse en definir lo que ofrece de acá en adelante y sobre todo, esconderlo más posible a Zannini, Kicillof y Mariotto, por ejemplo.

Scioli respondió a sus consejeros, con lalista de oradores de su acto del jueves en Costa Salguero: Mariotto, Kicillof yZannini. Y no sólo eso, ya le prometió a su actual vicegobernador la Secretaríade Cultura, para martirio de Jorge Telerman.

La “estrategia” de buscar esos votos deperonistas de centro, choca además con una realidad que amenaza con convertirseen un boomerang para el Gobierno: la recuperación de Sergio Massa. En el equipode Scioli ya han detectado que el líder del Frente Renovador empezó a quedarsecon la misma franja que ellos aspiran a conquistar. “Es lógico ¿cómo vamos aseducir al votante de un peronismo serio, si contraponemos Kicillof a Lavagna?”,se lamentan cerca del gobernador.

El lugar común es atribuir a Scioli unasuerte de Síndrome de Estocolmo que lo limita psicológicamente a la hora detomar distancia de sus antiguos secuestradores, versión que se alimenta cuandose ve la devoción de su entorno más cercano por quedar bien con el camporistaWado de Pedro.

Sin embargo, Scioli también es el queenvía señales de autonomía y cambio con Julián Domínguez, Miguel Bein y JuanManuel Urtubey. “Está regulando”, explican cerca suyo. La pregunta es en todocaso, si es posible ganar una elección presidencial regulando.