Una fórmula nacional y regional

Reconocida la centralidad política de la identidad peronista en nuestra sociedad, se ha logrado consolidar un extendido dispositivo colectivo al que aportan también otras tradiciones.

Lula Da Silva y Evo Morales, emblemáticos dirigentes de la izquierda latinoamericana, personajes curtidos en el liderazgo transformador de sus respectivos países, han coincidido en reivindicar la candidatura de Daniel Scioli a la presidencia de nuestro país.

Lejos de intervenir en los asuntos electorales argentinos, la simultánea afirmación de los dos importantes líderes de Brasil y Bolivia viene a resaltar la naturaleza estratégica que se le otorga en el área a la inminente renovación institucional entre nosotros.

Es que no hay forma de escindir los procesos de cambio y renovación política, social y cultural que se viven en Suramérica, de su correlato en cada una de las naciones del subcontinente. Se hace difícil imaginar un futuro que no sea común y causa vértigo la hipótesis de una restauración conservadora en cualquier de nuestras naciones.

La reconquista de la autodeterminación nacional no se ha logrado aisladamente sino en gran medida al amparo de una articulación política virtuosa entre países que, más allá de peculiaridades históricas e idiosincráticas -y por encima de intereses coyunturales- han logrado coincidir y dar señales de solidaridad recíproca como la de mantener vigente el pacto democrático que rige a los países del Mercosur en defensa del Estado de derecho.

En ese contexto regional la fórmula del Frente para la Victoria es, en lo nacional, la modalidad electoral de una vasta coalición de fuerzas sociales y políticas que, por primera vez en muchas décadas, ha podido coaligar detrás de un proyecto de vida social en común a un universo amplio y plural. Ese proceso incluye la quiebra de añejas dicotomías que en esencia sólo sirvieron para esterilizar las opciones políticas populares.

Hoy, reconocida la centralidad política de la identidad peronista en nuestra sociedad, se ha logrado consolidar un extendido dispositivo colectivo al que aportan también otras tradiciones: sectores del radicalismo y el socialismo de raigambre popular y de otras sensibilidades nacional-populares y de izquierda independiente.

Es ésta amplitud política y aquélla correspondencia regional las que preocupan a las minorías privilegiadas, externas e internas, cuyo vocero es la prensa corporativa que ataca la fórmula Scioli-Zannini, azuzando fantasmas y presagiando dificultades.

Esos editorialistas del establishment ignoran que la propuesta del FPV refleja el nivel de acumulación política y social que desde múltiples miradas sostiene el proyecto iniciado en 2003. No comprenden que su fortaleza y la relegitimación que sobrevendrá el 25 de octubre no es un producto imaginado desde el marketing político sino una conjunción material y simbólica donde conviven las diversas tradiciones políticas populares, unidas en el desafío concertado de consolidar la emancipación nacional y regional.