Patricia Bullrich

“Lousteau fue un martillo para golpear los dedos de Macri”

“Me divierte esta idea de las victorias con sabor a derrora”, afirma la diputada que encabezará las boletas porteñas del PRO.

“Macri es un ingeniero y cuando te dice ‘esto ya está, ya está’. En cambio, en la política pareciera que todos los días tuviéramos que refrendar lo que ya se dijo. Yo hablé con él la participación de nuestro partido en la ciudad, cuatro meses antes y todos me decían volvé a hablar. Pero si no te llama, es porque todo sigue igual. Macri es diferente. Perdés menos tiempo”. 

Patricia Bullrich parece haber encontrado finalmente en el PRO un espacio con el que se identifica y piensa perdurar en el tiempo. Ex militante de la JP y ex ministra de Trabajo de Fernando de la Rúa, “La Piba” encabeza la boleta de candidatos a diputados nacionales del PRO en la ciudad de Buenos Aires en las elecciones del 9 de agosto. Después del susto que Martín Lousteau le dio al oficialismo porteño la semana pasada, Bullrich habla del giro estatista en el discurso del líder del PRO y cuestiona al circulo rojo: “Es un micromundo. La pifian tanto que hay que ponerles un freno. Mauricio no quiere ser un Chirolita”. 

¿El domingo pasado el macrismo tuvo el triunfo más amargo desde que nació a la política, con sabor a derrota como dijeron muchos?

A mí me divierte la idea de las victorias con sabor a derrota. Si uno piensa que Scioli salió tercero cola en Córdoba, salió tercero en Santa Fe, salió tercero y no entró ni siquiera a ver la película en Capital Federal… Cuando había que elegir los cargos, Larreta salió 20 puntos arriba y eso se ve en la representación que tiene en la ciudad. Y después claro la segunda vuelta, no fue una elección de la Capital: se convirtió en una elección nacional. Yo la veía venir porque el kirchnerismo estaba totalmente activo. Creo que ni hablaron con Lousteau, era como que ahí tenían un martillo y le querían pegar en los dedos a Macri. 

El peronismo es como el Ejército: te da casa, comida y ropa limpia. Yo salí a la intemperie y la verdad que son pocos los que han sobrevivido.

¿Le hicieron daño con ese martillo?

Yo creo que… a ver… si uno lo sigue por los análisis posteriores hay un cierto daño. Si uno lo sigue por lo que te plantea la gente que te escribe o que te para por la calle, todos te dicen ganamos.

Pero enfrentar en segunda vuelta al kirchnerismo siempre había sido un trámite para el macrismo.

Bueno, porque tiene un techo más bajo. Si el kirchnerismo entraba a la segunda vuelta, el voto de Lousteau no hubiera ido tan masivamente a Recalde. A Lousteau lo podían votar desde los radicales hasta el kirchnerismo y la izquierda.

El kirchnerismo dice que la izquierda le salvó el gobierno al macrismo.

Eso es relativo porque en la primera vuelta ya había habido un 2 por ciento de voto en blanco y ahora hubo 5 por ciento. Recalde dijo que votó en blanco, así que algún voto kirchnerista en blanco hubo. Nosotros no teníamos de donde rascar votos y crecimos 6 puntos. A mí me lo dijeron ellos: este es el voto estratégico nacional, vamos a votar todos a Lousteau. Acá hay una fuerza política nueva, que pasó la barrera de todas las fuerzas políticas en la historia de las terceras fuerzas políticas que nunca salieron del liderazgo fundacional. Nunca. La Ucedé murió con Alsogaray, Recrear murió con López Murphy, el partido de Bordón murió con Bordón, el Frepaso murió con Chacho Álvarez. Eso quedó fuera de análisis y para mí es históricamente trascendente.

Los dos peronismos

Usted atribuyó hace poco su paso por distintas fuerzas a la crisis de los partidos. ¿Cree que el PRO va a ser una identidad que perdure?

Yo me fui en el 95’ del peronismo y en el 97 fundé el partido Unión por Todos. Desde entonces, sigo en el mismo partido que ha ido creciendo lentamente pero ha tenido siempre una presencia importante en la ciudad. A mí me dicen que cambié de partido. No, yo lo que hice fue cambiar de idea. Yo tenía la idea de que el peronismo era la herramienta de la liberación y me convencí de que el peronismo era la herramienta del conservadurismo, de mantener los privilegios y del poder corrupto. Salí del lugar seguro. El peronismo es como el Ejército: te da casa, comida y ropa limpia. Siempre te dan un cargo, siempre te acomodan, siempre tenés a dónde estar. Yo salí a la intemperie y la verdad que son pocos los que han sobrevivido.

¿Hoy se asume como antiperonista?

No, pero no me defino como parte del partido del poder, que es el peronismo. Es como ser del PRI. Estoy totalmente en contra de esa lógica del poder, no quiero ese poder en la Argentina, que se lo come todo, que es corrupto, que se caga en la ley, que no le importa nada.

¿Cuándo fue ese quiebre?

Lo tuve cuando entre a la Cámara de Diputados en 1993 y lo primero que me enteré fue que, para la aprobación de la Ley de Patentes, había corrido plata y no sólo para el peronismo. Ahí tuve mi primer shock. Entonces, me dije: o me adapto o me rebelo. Y ahí empezó mi rebelión en la Cámara de Diputados.

¿Usted cree que el peronismo del que participó antes fue otra cosa?

Bueno, yo tenía otra idea. Lo empecé a ver desde 1983 pero de afuera en el sentido de que muchos de los que habían entrado al Concejo Deliberante con una mano atrás y otra adelante, salían con un BMW. Veía viendo lo que era el gobierno de Grosso, al que yo me enfrenté, porque veía que era una idea de acumulación. Ahí empecé a ver que el peronismo era una fuente de poder por sí misma y de movilidad social para los dirigentes.

Por eso, le preguntaba por su militancia previa.

Yo venía de un peronismo aislado, de la experiencia de la JP, totalmente distinta. Esa cosa de la política era distinta, no era la real politik. Era fuerte y brutal por la lógica violenta pero también era una política mucho más de ensoñación. Por eso, después me fui con varios que después volvieron al peronismo. Yo no volví más.

Yo aprendí el valor del Estado de Derecho cuando nos cayó la represión, por eso no entiendo a la gente que vivió lo mismo y hoy lo restringe.

Ahora se siente más cerca del radicalismo y de la Coalición Cívica.

Me siento cerca de la necesidad histórica de construir un modelo político democrático en el que el valor de la ley, del Estado de Derecho, de la libertad de expresión y del desarrollo sean las fuentes inspiradoras. Yo aprendí el valor del Estado de Derecho recién cuando nos cayó la represión encima. Por eso no entiendo a la gente que vivió lo mismo que yo y hoy restringe el Estado de Derecho, sin llegar al extremo de una dictadura, pero lo restringe.

¿Cree que el kirchnerismo es una continuidad del menemismo?

No, el kirchnerismo tiene ciertas continuidades y ciertas rupturas con el menemismo. La continuidad pasa por adhesión al poder pero tiene otra matriz, que yo diría que se parece más al de la década del ‘50 o del ‘40, más estatista, más populista tradicional. Menem en ese sentido tuvo más rupturas.

Liberal pero con un ejercicio de poder similar.

Más liberal o usó el camino liberal. Con un ejercicio de poder que se puede asimilar pero no tenía la tentación de apropiarse de todo como el kirchnerismo. Esto de manejo la prensa, la justicia…Tuvo conflictos, pero muy menores si se lo compara con el kirchnerismo. Tuvo jueces amigos pero no manejó toda la Justicia. En el Congreso, había discusión, el bloque oficialista le discutía al Presidente y al ministro de Economía y a todo.

Macri populista

¿Qué responde a los que dicen que Macri hizo un giro estatista en su discurso?

Que quizás uno hubiera tomado las decisiones de una manera distinta en algunos casos, pero cuando ya hay una decisión tomada, la vuelta atrás puede ser la peor de las soluciones. Es mejor tratar de administrar bien Aerolíneas Argentinas que volver a reprivatizar. Con la experiencia de Iberia, de American Airlines, de Marsans…YPF hoy cotiza en Bolsa de Nueva York, si vos mañana decís la cambio, podés tener un retroceso enorme en el tema de la seguridad jurídica. Con YPF como está, podes hacer acuerdos con otras empresas.

Mantener Aerolíneas en manos estatales parece una conclusión mucho más reciente.

No, lo que pasa es que el gobierno se apropia de las cosas. Nuestro proyecto de Aerolíneas era armar una compañía estatal pero de cero, como se había hecho en varias compañías estatales. Porque Aerolíneas tenía un pasivo de unos mil millones de dólares, tenía un problema de toda la vida, que son las dos empresas, una más eficiente y una más deficitaria. Nosotros dijimos armamos una empresa de cero, preservamos las fuentes de trabajo y nos quedamos con las aeronaves. No decíamos que se la quede Marsans.

El círculo rojo

¿Cuál es el problema de Macri con el círculo rojo?

Que no quiere dejarse condicionar. No quiere ser el chico amigo de los empresarios que lo manejen como si fuera un Chirolita. Quiere ser y hacer lo que cree que tiene que hacer. Entonces, cuando siente que lo quieren condicionar o lo quieren rodear o le quieren decir lo que tiene que hacer o lo quieren manejar, se rebela.

¿Cómo opera ese círculo rojo del que habla Macri?

Es el típico lobby, nosotros creemos que esto es lo que hay que hacer, cómo no vas a hacer lo que nosotros te decimos. Ellos creen que tienen la posta de lo que hay que hacer y te la quieren imponer. En el 2011, esa gente pensó que Duhalde podía ganar las elecciones, ese año a Duhalde lo votaron los sectores más altos y lo dejaron de votar los sectores más bajos. Es un porcentaje de votos pequeño, que vive en un micromundo y cree que el mundo es como ellos lo ven. 

Hoy pareciera que toda la clase política se le anima a ese círculo rojo, desde el kirchnerismo hasta Macri.

Puede ser. Son momentos en que vos te das cuenta que la pifian tanto con sus análisis que hay que ponerles freno.

Cambiemos

Los socios del PRO le reclaman más participación en el Frente Cambiemos.

Es que son como dos momentos. El 9 de agosto hay una elección interna. Donde no hay competencia, hay comités de campaña comunes. Pero en la boleta nacional, estamos compitiendo, por más que sea una competencia desigual. Es lógico que cada uno se guarde sus cartas y que una vez que termine la competencia, diseñemos en común las principales políticas y los principales temas.

¿No hubo mezquindad del macrismo en todo este proceso?

El radicalismo tiene una participación electoral enorme, la Coalición Cívica por ahí menos porque tampoco ellos quisieron, porque es Carrió. En cuanto a la política de alineamiento, creo que hicimos bien. Porque nos podía pasar lo de Venezuela, todos juntos, todos juntos, pero Capriles perdió. Para mí vale más la construcción de una fuerza que aparece innovando y generando un espacio distinto a la alianza con Massa.

Nos podía pasar lo de Venezuela, todos juntos, todos juntos, pero Capriles perdió. Creo que vale más la construcción de una fuerza que innova y genera un espacio distinto al de Massa.

¿Pero esta estrategia purista que le atribuyen a Durán Barba no fracasó en Santa Fé y en la ciudad?

En Santa Fe, cuando analizas el voto que sacó el massismo, 80 mil votos en las PASO y le quedó la mitad en la elección. Esos votos se fueron a Perotti. Yo creo que lo que faltó fue generar un poco más de certeza –sobre todo en las clases medias rosarinas- de que Del Sel podía gobernar. El socialismo hizo una campaña que parecía la del radicalismo contra el peronismo en el 83’ que decían: no tienen cuarto grado y nos quieren gobernar.

Entonces, usted cree que los resultados del calendario electoral no se deben a errores en la estrategia del macrismo.

Yo creo que el error es querer poner las elecciones locales como elecciones que definen la elección nacional. Está visto desde 1983 hasta ahora que existen comportamientos diferentes. En 1983, habiendo sido todas las elecciones en un solo día, Alfonsín arrasó como presidente y perdió el 80 por ciento de las provincias. En 1999, De la Rúa perdió prácticamente todas las elecciones previas a la elección nacional y arrasó en la elección nacional.

¿Cree que se puede repetir un escenario similar?

A mí me parece que es al revés. Los gobernadores adelantan las elecciones para tomar distancia de la elección nacional.