Elecciones 2015

Scioli y el fin de la guerra fría

El kirchnerismo “amnistió” ideológicamente a Scioli. ¿En algún sótano de La Ñata, cautivo, encadenado, estará el “verdadero” Scioli?

Entre las muchas herenciasque dejó el ideólogo oficial de la década, Ernesto Laclau, hay unaque se repite como latiguillo porque suena bien y se repite aunque lo que sediga no se ajuste a sus resortes conceptuales: “significante vacío”. De un modoliteral extremo, forzado como si fuera el enunciado de un suspenso, podríamosusarla sobre Scioli: es un auténtico significante vacío. ¿Es o se hace? Cuandofue a 678 el domingo pasado, el trabajo de edición del programa se invirtió:los informes lo mostraron con declaraciones de defensa del gobierno al quepertenecía durante el conflicto de la 125 en 2008 o durante las decisivas eleccionestestimoniales de 2009, es decir, en los momentos de alta tensión. Ocurre queScioli no es “audible”, su monotonía discursiva no sobresale, y uno podríadecir que no importa entonces lo que dijo, el tema es a qué volumen lo dijo. Enla voz pública del gobernador nunca hubo una frontera entre el “on” y el “off”.Su huella en los wikileaks es insignificante. ¿En algún sótano de La Ñata,cautivo, encadenado, estará el “verdadero” Scioli?

Una parte del kirchnerismo,incapaz de haber visto un mínimo matiz en Scioli y en su raza de políticos (unageneración intermedia de peronistas “naturalmente peronistas”, es decir,peronistas porque ahí está el poder), comienza a girar y a ver sus rasgosconservadores como conservacionistas, es decir, un progresismo de retaguardia.Scioli fue “amnistiado ideológicamente” en estos días después de largos años enlos que lo asociaban a cada una de las conspiraciones destituyentes, conbuitres, Magnetto, etc. Su presencia en 678 o la asimilación de Carta Abiertade su candidatura única es la sutil venganza que Scioli abraza con su abrazodel oso: recibe este nuevo efluvio afectivo con su sonrisa blanca, acaparadora,y su propio archivo (“¿vieron que dije lo correcto en el momento correcto?”).

Su presencia en 678 o la asimilación de Carta Abierta de su candidatura única es la sutil venganza que Scioli.

Se puede decir, sobre estaola eufórica, que el naciente “sciolismo” parece la identidad fanática de unlíder que no quiere fanáticos. Y el giro, el descubrimiento de muchoskirchneristas sobre Scioli, es violento y veloz porque es directamenteproporcional a la ausencia histórica de matices para pensarlo. Alcanzaba conpensar, preventivamente, que Scioli significó a su modo la tensión interna deun peronismo clásico dentro de un movimiento que siempre es mejor cuando tienelas contradicciones adentro que cuando expulsa “supuestos mercaderes” deltemplo. Scioli representa un conservadurismo social adaptable a cada época. Peropensarlo exigía la misma responsabilidad con que pensar a todos los actores dela política real. Ese debería haber sido el imperativo de nuestros pillos“intelectuales”. Cuando Jorge Rial entrevistó a fines de 2013 a la presidenta,Cristina dijo algo que pasó desapercibido: “yo nunca tuve prejuicios conDaniel”. Nadie oyó eso.

Algo normal

Muchos virtuales votantes deRandazzo pedían algo normal: llegar a Scioli sin votarlo dos veces, votando unomás “propio” antes. Querían una interna en la que perder y con la que procesarel otro voto ganador. Querían llegar a Mar del Plata, pero parar en Pipinas acomer dulce de cabra. Y Randazzo, un hábil gestor, un peronista clásico, falló,entre otras cosas, por un error ineludible: colocarse como la expresiónkirchnerista pura y llevar a CFK a una derrota. Eso llevó a CFK a optar por elganador, porque: ¿Cristina iba a ser derrotada en las PASO?

La candidatura única deScioli es un resultado político, ya que muestra de qué está hecho el FPV. Elliderazgo innegable de CFK fue una expresión de la naturaleza del peronismo. Cuandoen 2013 el kirchnerismo “perdió”, muchos creyeron que la condición de primeraminoría colocaba a CFK como la electora del próximo presidente. Lo fue, ellaeligió al menos kirchnerista de todos. ¿Y quién es Scioli?

Uno diría que si el “consumo”capitalista es la metáfora y la realidad del ideario populista, el kirchnerismose identifica con el esfuerzo estatal para que ese consumo popular ocurra y conla intensidad social que promete el zamarreo de la copa para que derrame. Bien.Pero la cultura política a la que pertenece Scioli, aventuremos una “teoría”,se identifica con la otra mitad de esa misma copa: con la alegría del queconsume. Si el kirchnerismo nos quiere intensos, el peronismo nos quierefelices. Pero ya no se puede separar una cosa de otra. Una playa Bristol llenade argentinos panza arriba disfrutando la vida al sol no es un productoespontáneo. Si el kirchnerismo ve mareas colectivas, Scioli ve la suma deluno-más-uno de esa marea. 

El kirchnerismo se identifica con el esfuerzo estatal para que ese consumo popular ocurra y con la intensidad social que promete el zamarreo de la copa para que derrame.

Es un peronismopost-neoliberal, pero también post-populista. Uno te pone en la conscienciacolectiva todo el tiempo, el otro te sitúa en la consciencia individual. Noinaugura una etapa sino que abre el foco para ver al “individuo de época”, alargentino que le encanta decir “nadie me regaló nada”. Por eso Scioli suma unsector que el kirchnerismo no comprende, digámoslo rápido y mal: una clasemedia baja no progresista. Si los logros del modelo son los autos y las motitosvendidas, los LCD comprados para el Mundial, Scioli es la parte del Estado quese retira para contemplar la escena luminosa del consumidor-ciudadano ensoledad (de la misma obra peronista): tengo esto porque me lo merezco. El logropor el esfuerzo individual, la parte en que un argentino se “realiza” yconsidera que lo hace a pesar del Estado, no gracias al Estado. La movilidadindividual ascendente. Ese sentido común, también de época, es el que articulael inmediato tamiz punitivista: porque es la idea de un Estado que cuida lo queconsumís, lo que comprás. Es la extensión de una seguridad privada para todaslas clases. (Y en ese populismo punitivo acoplan Berni, Macri, Massa oGranados.) Pero, ¿le vamos a enseñar la felicidad del consumo al hijo de unvendedor de electrodomésticos?

Teóricos de TV

Para que la Bristol estéllena en enero, hay que mover la copa durante el año. Los teóricos de TV lequieren enseñar a Scioli que la política es conflicto. Lo dicen como si dijeranque el agua moja, como si alguien desconociera la naturaleza conflictiva detoda política y de todos los gobiernos de distinto signo, incluso los másantagónicos, que nunca fueron “consensualistas”, como el de Menem cuando en1995 dijo: “le gané a los medios”. Y dijo mediosporque quiso decir: Clarín. Un liderazgo político no nace de tales abstraccionessino de dos cosas: elegir los conflictos que quiere pelear y manejarles eltiempo. Eso es lo que hizo el kirchnerismo: regular el conflicto produciéndolo,creándolo. Clarín y la ley de medios fue su tiempo y espacio. 

Mientras a algunos populistas que lo juzgan les gusta más Punta del Diablo que la Bristol, él se impone por lo mismo que 12 años atrás: no me quieren, pero me necesitan.

Scioli llegó al kirchnerismo porquefue elegido como vice de Kirchner en 2003. Elegido contra el lobby bonaerenseque hacía fuerza por Roberto Lavagna, quien ya ostentaba los méritos de larecuperación económica, y tenía la “aprobación” ecuménica de Raúl Alfonsín ydel entonces Jorge Bergoglio. Scioli, según Pablo Ibáñez y Walter Schmidt en su“Scioli secreto”, tenía el visto bueno de Cristina y Alberto Fernández. En estaineludible biografía, también aparece Scioli como sugerencia de Felipe Solá.“Le sacamos un tipo de las entrañas a Menem”, le decía Felipe a Kirchner. Todoocurrió en operaciones contrarreloj: la tapa del sábado 22 de enero de La Naciónque decía que Duhalde le pedía a Lavagna que acompañe a Kirchner fue respondidaal otro día, en la tapa del diario Clarín de ese domingo, con la primicia deque Scioli era el elegido de Kirchner. Un vice que completaba, complementaba ytranquilizaba al peronismo, a los mercados y a la prensa liberal. La Nación esemismo domingo tituló: “Lavagna rechazó ser el segundo de Kirchner”.

Scioli es un político “catchall” tapado, o como él se define “integrador”, que irrumpe entre laconsagración de 2013 de Massa y la ausencia de kirchneristas electorales.Mientras a algunos populistas que lo juzgan les gusta más Punta del Diablo quela Bristol, él se impone por lo mismo que 12 años atrás: no me quieren, pero menecesitan.