Elecciones 2015

El acuerdo opositor depende de un llamado de Massa a Macri

Hace una semana que se negocia la comunicación. A esta altura sólo ellos pueden definirlo.

Sun Tzu recomendaba a los generales chinos, en un milenario ejerciciode peronismo explícito, sólo librar las batallas que iban a ganar. El consejoes simple, la dificultad estriba en distinguirlas.

Sergio Massa recibió días atrás una propuesta sencilla delarmador macrista Emilio Monzó. El ministro de Gobierno porteño le sugirió queofrezca a Macri hacer una suerte de renunciamiento patriótico a favor de launidad opositora y declinar su participación en este turno electoral.

Sería el inicio de dos caminos posibles: Una postulación agobernador como parte de la alianza opositora que lidera el PRO o efectivamentesu paso al costado en este turno, pero acordando las listas de candidatos ysiendo parte desde su fundación de un bloque político que tiene chances degobernar la Argentina.

Puede parecer una rendición incondicional, pero no lo es.“Es lo que hizo Macri en el 2013, cuando De Narváez rechazó el acuerdo con elPRO. Macri resignó la presentación de listas y fue a Tigre a acordar. Parecíaque era el final y mirá donde está ahora”, explicó uno de los hombres máscercanos del jefe de Gobierno, que a esta altura –ya saldada la puja por laprincipal candidatura presidencial de la oposición-, cree que Massa es unaliado importante para el futuro.

Es que a ninguno de los que importan en esta discusión, sele escapa que Massa tuvo fallas importantes de conducción política, pero siguesiendo una figura que sintoniza muy bien con una parte importante de la sociedad,que simplemente parece haber entendido que este no es su turno.

Lo importante en todo caso para Massa en este momento, esplanificar con mucho cuidado el aterrizaje suave de su proyecto presidencial demanera de lastimarse lo menos posible. Pero claro, debe ser muy complicadopasar en un año de prácticamente ser el próximo presidente a estar al borde deno participar de la pelea. Se entiende la dificultad para procesar el cambio delas circunstancias.

Sin embargo, por estas horas se está hablando de cosasserias, aunque por momentos no parezca. En la cúpula del PRO saben que sillegan a ganar las elecciones, para gobernar la Argentina van a necesitaralcanzar acuerdos más amplios que los actuales, que deben incluir a algunasfiguras claves del peronismo que viene. Y Massa sin duda entra en esacategoría.

El paso al costado en esta instancia le ahorraría al ex jefede Gabinete el daño de una eventual derrota fuerte en las primarias que loobligue a bajarse antes de las generales, para evitar que el voto útil terminede triturar su capital político.

Como sea, el primer paso para empezar a desplegar posiblesescenarios es tan sencillo y tan complicado como un llamado telefónico. Haceuna semana que se está tratando de “acordar” los términos de un llamado deMassa a Macri. Pero el hombre nunca fue sencillo. “Lo único que falta que pidaes que primero atienda Juliana y ella le pase a Mauricio”, bromeaban hoy en elPRO.

Aunque suene paradójico, en algún punto la política tambiénse cruza con lo humano. Y es en ese terreno donde las formas, los buenosmodales, la sensibilidad con el otro y hasta la elegancia, son determinantes.Hoy nadie tiene claro donde puede terminar un diálogo directo de Macri y Massa.

Hay una instancia, cuando los líderes se encuentran cara acara, que adquiere su propia dinámica, para bien o para mal.

Pero todavía Massa sigue apostando a viejos reflejos, que yano parecen funcionar. Presionar a Macri públicamente y a través de los factoresde poder real para que acepte un acuerdo, sólo está alejando al líder del PRO.A veces, la mejor táctica para desarmar a un adversario-posible socio, es bajarla guardia. Parecen temas menores, obvios, pero tienen enorme trascendencia porestas horas.

A nadie se le escapa que el kirchnerismo está acumulando elgrueso de la sangría que sufre el Frente Renovador y cada día que pasa pareceestar un paso más cerca de ganar en primera vuelta. Massa sigue siendo elelectrón suelto del actual escenario, que según donde decante acaso puedadesequilibrar la pelea grande. Por eso, también desde la Casa Rosada le abrenlas puertas. Es una trampa. Y él lo sabe.

Son horas claves. En una semana cierran las alianzas. Elprimer trazo grueso del futuro se definirá en los próximos siete días.