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El peso argentino es la moneda que más se revaluó frente al dólar

Por el dólar quieto y la inflación, el se apreció un 18% entre abril de 2015 y el mismo mes del año pasado.

 El peso argentino es la moneda que más se revaluó en el mundo entre abril de 2014 y el mismo mes de este año. Por el dólar quieto y la inflación, la moneda criolla se apreció nada menos que un 18% en ese lapso, mientras los países de la región fueron ajustando su tipo de cambio, ante la fortaleza que está recuperando la divisa norteamericana a nivel mundial.

De acuerdo a los cálculos de Idesa, el atraso cambiario fue generado por una suba de precios que estuvo en torno al 30% anual, que no fue compensada por el dólar oficial, que hace un año valía unos $8 y hoy se ubica cerca de los $8,90. Es decir, el precio del billete verde aumentó sólo un 10%.

“Estos datos muestran que, en Argentina, los precios domésticos suben mucho más que los aumentos que el Banco Central permite sobre el dólar oficial. Por lo tanto, el proceso de revaluación del tipo de cambio real es muy intenso. Como además la mayoría de las monedas se están devaluando respecto al dólar (los casos más notables son el Euro y el Real), el peso argentino es la moneda que más se revalúa en el mundo. Esto significa que consumir y producir en Argentina es cada vez más caro respecto de otros países”, advierte el reporte de Idesa.

“Para que este proceso de revaluación del peso argentino fuera sostenible, la productividad en Argentina debería aumentar por encima de la productividad de Estados Unidos y muy por encima de la productividad del resto de los países, como Europa y Brasil”, continúa el informe. “No son necesarios cálculos sofisticados para demostrar que esto no esta ocurriendo. Por el contrario, diariamente se suman factores de ineficiencias en el aparato productivo argentino. Por ejemplo, la falta de infraestructura, las distorsiones impositivas, la baja calidad y cortes en los servicios públicos, corrupción, burocracia, litigiosidad laboral, falta de insumos y bienes de capital, proliferación de feriados y paros”, sentencian en ese centro de estudios.

El trabajo de Idesa incluso compara la situación actual con la que se vivió a fines de los años 70 y se atreven a pronosticar una “gran devaluación” para este año o el que sigue. “El proceso de revaluación del peso tiene analogías con la estrategia que aplicó la dictadura con la “Tablita” de Martínez de Hoz. En aquella época hubo un largo proceso en el cual la inflación iba por encima de los ajustes sobre el tipo de cambio nominal sostenido en base a endeudamiento externo. En la actualidad, el proceso se sostiene poniendo trabas a las importaciones y consumiendo reservas. Pero el resultado es el mismo: una ‘primavera consumista’ que tiene como contrapartida la acumulación de tensiones desencadenantes de la próxima gran devaluación”, vaticinan.

La apreciación del peso contrasta con la devaluación que aplicaron en el mismo período analizado Japón(14%), los países de la Unión Europea(22%), Brasil(23%), Colombia(20%), Chile(8%) y Uruguay(7%).

Los economistas plantean que la única apuesta de Axel Kicillof es dejar el dólar clavado para apreciar la moneda y así lograr cierta mejora en los salarios para que le ganen a la inflación. Es la única alternativa del ministro de Economía en tanto no modifique la política monetaria y fiscal, consideran.

La coyuntura de estos días es radicalmente distinta a la vigente durante el 2010. En ese entonces, la economía mundial rebotaba de la crisis financiera mundial del 2009, Brasil estaba en medio de un boom productivo en el que su PBI en dólares creía casi un 40 por ciento anual en dólares, el campo se recuperaba de la sequía y la industria era competitiva y creaba empleo en un contexto en el que, además, los salarios reales crecían con fuerza.

Tras tres años seguidos de crecimiento bajo o nulo, la ilusión oficial es más bien un espejismo.

En ese sentido, los analistas creen que difícilmente la inflación baje por debajo del 25% anual si no existe suministro de insumos importados.

“Mientras tanto, el empresariado, que asiste a la constante devaluación de todas las monedas frente al dólar, se niega a pagar los incrementos salariales en dólares que pretende el gobierno. Si el dólar no se devalúa, ningún privado querrá convalidar incrementos salariales del 30 por ciento como pretende el gobierno y los sindicatos”, analizaba un especialista en una publicación.