Hay que matar a la Jueza

Roberto Carlés en la Corte es mucho más que un joven sin muchos antecedentes en un puesto clave. Es el fruto de un capricho destinado a “tapar” casilleros en la Justicia.

Un abogado procesado y a la espera del juicio oral por el contrabando de 1051 kilogramos de cocaína pasa sus días bajo prisión domiciliaria en virtud de estar, aparentemente, enfermo. Cuando detienen a su mujer en el marco de otra causa por lavado, no tiene empacho en decirle por teléfono que “se va a encargar de matar a la jueza”. “Ese homicidio, alardea, lo pago yo”. A través del portero eléctrico, da notas.

Roberto Carlés es el coordinador del Anteproyecto de Código Penal que detuvieron la gente y Sergio Massa. Y también el candidato de Cristina para la vacante de la Corte Suprema.

Ante la ausencia de antecedentes académicos, ese proyecto de Código nos sirve para definir el perfil de quien pretende ser cabeza del poder judicial.

El código de Carlés establece un novedoso régimen de penas “blandas”, a saber:

a) Detención domiciliaria. b) Detención de fin de semana. c) Obligación de residencia. d) Prohibición de residencia y tránsito. e) Prestación de trabajos a la comunidad. f) Cumplimiento de las instrucciones judiciales. g) Multa reparatoria.

Faltó “tirón de orejas” y “susto”.

Por si fuera poco, promueve el sistema de “cuotas”. Según esta teoría, hay un número ideal de presos en las cárceles. El sistema y los jueces deben liberar a todos los delincuentes cuando se excede esa cuota.

Es al amparo de esos castigos “light” que se retroalimenta la inseguridad. Es porque nadie cumple en forma integral la pena, que un narcotraficante puede poner en jaque a una jueza que cumple su deber en Chaco. Ni pensemos el efecto que puede producir ese audaz detenido, en las filas policiales ofreciendo las 2 P, plomo o plata.

Y no sólo se trata de narcotráfico. La disyuntiva se aplica también para el almacenero al que le roban su recaudación hoy y con esa misma plata le compran el jamón a la semana.

Carlés en la Corte es mucho más que un joven sin muchos antecedentes en un puesto clave. Es el fruto de un capricho destinado a “tapar” casilleros en la justicia con teóricos que no conocen el sufrimiento diario que padecen los ciudadanos de a pie que exponen su vida y la de su familia cada día que salen de su casa.