Elecciones 2015

Cristina afina su estrategia para acorralar a Scioli y el PJ

Luego de echar a Mazzón, quiere copar con ultras la Junta Electoral del FpV, para bloquear listas alternativas.

 Cristina Kirchner tiene un plan simple y se está ajustando asu desarrollo. La idea de la Presidenta es que el peronismo pierda laselecciones presidenciales y ella quede como líder de la oposición a un gobiernode centroderecha encabezado por Mauricio Macri.

Esta estrategia escaló de manera clara con el despido delasesor presidencial Juan Carlos Mazzón, el último representante claro de losintereses de los gobernadores peronistas en la Casa Rosada.

No fue casual que el encargado de despedir a Mazzón hayasido el secretario Legal y Técnico, Carlos Zannini. Estos dos hombres venían librandohace años una dura guerra fría por la orientación ideológica y sobre todo porel esquema de alianzas de poder, que debía consolidar el Gobierno nacional.

Zannini es hoy ya de manera indiscutida, el principalestratega del rumbo electoral del oficialismo. Su origen maoísta y su maldisimulado desprecio por todo lo que provenga del peronismo tradicional, nocontribuye en nada a relajar las tensiones con gobernadores e intendentes delPJ.

Basta una frase que se está convirtiendo en un lugar comúnentre los gobernadores, para entender lo que está pasando: “Cristina no esLula, es Menem”, repiten los gobernadores.

La analogía es sencilla de comprender. Antes de dejar elpoder Lula se puso al hombro la campaña de desconocida Dilma Rouseff y logróconvertirla en Presidenta. Y lo mismo hizo en el tramo crítico de la campaña deDilma por la reelección, cuando estuvo muy cerca de caer ante Aécio Neves.

Menem por el contrario boicoteó la candidatura de EduardoDuhalde y apostó todo a un triunfo del radical Fernando de la Rúa, con la ideaque hoy repite Cristina: Es mejor ser líder de la oposición que permitir quesurja un nuevo liderazgo en el peronismo, que barra con sus restos de poder.

Junta Electoral y Desdoblamiento

La nueva vuelta de tuerca que trabajan en la Casa Rosadapara consagrar este plan tiene dos piezas centrales, sujetas como todo en lapolítica, a tensiones y posibles negociaciones con un peronismo que no terminade animarse a golpear la mesa, aún ya ingresado varios metros en el cementerio.

Cristina y Zannini están decididos -en un próximo congresodel PJ que deberá avalar la conformación de alianzas del Frente para laVictoria- a imponer una Junta Electoral integrada exclusivamente por los másultras. Este congreso nada tiene que ver con el que intenta Duhalde y queprobablemente no avance más allá de lo mediático y alguna escaramuza judicial.

Con el control de la Junta Electoral, Cristina se garantizaque cualquier intento de Daniel Scioli por presentar listas en todas lascategorías naufrague en esa instancia. Esto mientras en el poder todavía sediscute si se lo habilita para competir en el tramo presidencial.

El objetivo de Cristina y Zannini es poblar las listas dediputados y senadores nacionales con integrantes de La Cámpora e incondicionales;y en todo caso limitar la primaria a un enfrentamiento entre Daniel Scioli yFlorencio Randazzo, llevando ambos una boleta unificada de legisladores,escrita por la Presidenta.

Incluso, no está descartado que la propia Cristina encabecela lista de diputados nacionales de la provincia de Buenos Aires. Ella necesitafueros tanto o más que los camporistas a quienes piensa guarnecer en elCongreso de la tormenta que se les viene cuando dejen el poder.

Un anticipo del futuro cercano se vio en el cierre de SantaFe. Cristina se desentendió de la pelea por la gobernación, donde quedaronboyando Omar Perotti y el devidista Alejandro Ramos, sin fondos niacompañamiento; y se concentró en ubicar camporistas en las listas delegisladores provinciales. Ese esquema se quiere trasladar a nivel nacional.

Por eso, Cristina no perdonó la insubordinación del PJ deMendoza que excluyó a La Cámpora de las boletas. De ahí la furia con Mazzón yel gobernador Paco Pérez. La Presidenta no puede permitir que el ejemplo seextienda en el peronismo, porque pone en crisis toda su estrategia de salida.

Otro ejemplo de este estado de situación, tiene muypreocupados a los gobernadores. En el 2011 la Cámara Nacional Electoralautorizó al radical entrerriano Atilio de Benedetti a competir por lagobernación, pegando su boleta a distintos candidatos presidenciales. Eseantecedente sigue vigente.

El Ministerio del Interior redactó un proyecto anulando esaposibilidad, que incluso pasó el filtro de Carlos Zannini. Cuando llegó alescritorio de Cristina, la Presdienta lo despachó de mala manera: “No voy acambiar las reglas de juego a esta altura”, afirmó.

La decisión fue leída como un golpe brutal a losgobernadores peronistas, pero sobre todo a Scioli. Los gobernadores ahora enfrentanel riesgo no sólo de lidiar con el fin de ciclo del kirchnerismo, sino tambiéncon la posibilidad del doble arrastre de Sergio Massa y Mauricio Macri en laboleta de sus rivales.

La consecuencia lógica es que si ese fallo finalmente no esanulado, los goberadores que no lo han hecho aún, empezarán a desdoblar laselecciones de sus provincias. Esto golpea a Scioli que se queda sin el arrastredel aparato peronista, acaso una de sus cartas más fuertes.

Scioli, está muy al tanto de estas cavilaciones y finalmenteparece haber empezado a reaccionar: El feroz contraataque contra Randazzo y sobretodo, las reuniones con intendentes del Conurbano y con los principales líderessindicales, hablan del incipiente armado de una red política para resistir elplan de Cristina de jugar a perder.