Leo tu historia y desconfío

La muerte de Nisman dejará la incómoda herencia de someter cada caso a un escrutinio feroz, cualquiera sea el final de esta historia.

En una entrevista de 1963 Borges afirmaba que la literatura policial nació con el cuento de Poe, “Los asesinatos de la calle Morgue”, y que, luego de este cuento que narra la aparición de una persona asesinada en una habitación cerrada, los lectores modificaron su hábito: después de aquella historia, nunca más una narración policial fue leída con ingenuidad, sino con suspicacia.

Del mismo modo, conocida la muerte del Dr Alberto Nisman, quienes hemos seguido la noticia hasta el momento, hemos pensado cada detalle, con creciente mirada desconfiada. Las versiones diferentes dadas por el Secretario de Seguridad Berni en las primeras horas no ayudaron a pensar las cosas de un modo diferente y tampoco colaboraron las acusaciones gubernamentales que han ido desde el suicidio al crimen, disparando contra un culpable imaginario por día.

En medio de esto, la Fiscal actuante quiso abandonar la causa por vacaciones, luego se quedó, luego parece, al decir de la Jueza Arroyo Salgado, que habría cometido algunos errores en la investigación, tal vez fruto de una dura realidad del Ministerio Público: las fiscalías que tratan cuestiones ordinarias no tienen aún el poderío económico como para hacer investigaciones que impliquen avanzadas tecnologías. Más bien, suelen funcionar en estrechas oficinas, con poco personal, en general, de formación solo jurídica.

Ahora bien, la noticia no se extingue. Y ello sucede pese a que el clima electoral empieza a crecer, dado que faltan solo tres meses para que se conozcan listas de candidatos y alianzas en forma oficial para todo el país, y pese a que otros hechos de inseguridad crueles o la economía siguen dando malas noticias.

En este contexto, el enfrentamiento con el Poder Judicial del Gobierno Nacional sigue vivo. Nunca un político o un empresario amigo de éste en Tribunales resulta una buena noticia. Casi se diría que el ciudadano común, sometido a los rigores de la vida cotidiana que los funcionarios suelen no sufrir, sienten un morbo especial al ver a poderosos sometidos a la escalinata de Comodoro Py.

La Jueza Arroyo Salgado, actuando como querellante, ha dado entonces a la opinión pública una explicación. Dijo “Magnicidio”. Este término se usa en nuestro idioma para una muerte violenta dada a persona muy importante por su cargo o poder, en general por razones ideológicas o políticas: Kennedy en USA, Olof Palme en Suecia, Colosio en México, Argaña en Paraguay, son ejemplos de los últimos 50 años. ¿Quiso decir entonces que el móvil fue político?

Si bien, como ha dicho el mismo Borges, la profecía es el más peligroso de los géneros literarios, una consecuencia práctica posible de que la muerte de Nisman resulte un crimen, es que las actuaciones pudieran mudarse al fuero federal, por tratarse de la muerte de un funcionario federal en funciones, que había sido amenazado de muerte, lo que generó previamente, actuaciones de dicho fuero.

¿Abandonaremos la suspicacia y la desconfianza de lectores de policiales según sea uno u otro fuero quien investigue? Probablemente, una herencia incómoda de este caso, es que el hábito de someter cada detalle a un escrutinio feroz, no abandone por largo tiempo a los ciudadanos de a pie, cualquiera sea el final de esta historia.