Elecciones 2015

En el PJ ya empiezan a pensar en una vida sin Cristina

Duhalde planea un "congreso" partidario para el 14. El rol de Servini de Cubría y los intendentes.

Un movimientosubterráneo está creciendo desde el peronismo bonaerense, con la participaciónactiva de Eduardo Duhalde. “Es el último servicio a la Patria de Eduardo”,afirman con ironía cerca suyo.

La movida empalma además con las necesidades y rencoresque acumulan intendentes y dirigentes del peronismo bonaerense y sectores de laJusticia. La idea, sintetizada, es sacarle el PJ a Cristina y dejarla sola con lafranquicia del Frente para la Victoria.

O mejor dicho, asegurarse el control del sello del PJ paraque Scioli y todos los que acompañen su candidatura presidencial, tengan uninstrumento electoral para presentarse en las elecciones de Octubre, siCristina decide negarle la boleta.

En esta trama compleja hay intereses cruzados y hastaidentidades partidarias hoy enfrentadas. Pero el espanto de quedarse afuera delpróximo ciclo de poder en la Argentina, es lo que une.

Duhalde trabaja con la ayuda activa de su mujer pararealizar una suerte de Congreso del Partido Justicialista el próximo 14 demarzo. Hay contactos con referentes de provincias –en su mayoría de su época- como José Manuel de la Sota y Jorge Busti.

Pero ese “Congreso” sería el marco político para una jugadamás amplia que imagina algún tipo de concurso de la jueza federal con competencia electoral, MaríaRomilda Servini de Cubría. El año pasado Duhalde ya había intentado que la jueza decrete la intervención del PJ, que por presióndirecta de Cristina viene funcionando con una conducción prorrogada y eludiendolas elecciones internas para definir su conducción.

Esta jugada, anticipada en su momento LPO, fue desestimada por Servini deCubría que la rechazó de plano. Hoy, al calor de la pelea de la Presidenta con laJusticia, los promotores de la jugada ven mayor permeabilidad en el fuero federalpara “hacerle una maldad a Cristina”.

Granados y los intendentes

De manera simultánea a los trapicheos de Duhalde -y acaso sin que exista coordinación- el influyente ministro de Seguridad bonaerense, AlejandroGranados, encabeza ciertas conversaciones. El hombre fuerte de Ezeizaestá convencido que existe una posibilidad cierta de que Cristina no le de laboleta a Scioli y por eso es necesario tomar el control del PJ. El gobernadorasegura en la intimidad que eso no va a pasar, pero precavido, deja hacer.

Granados logró empalmar esa necesidad de Scioli con un deseode los barones del Conurbano: Recuperar autonomía política y financiera frenteal avance de la Casa Rosada que vivieron estos años. “Quieren volver a armarlas listas de la provincia y manejar los presupuestos de sus distritos. Ellossienten que han sido un respaldo importante del gobierno nacional y no se lesreconoce ese lugar”, explicó a LPO una fuente al tanto de las negociaciones.

Las charlas trascienden las actuales fronteras partidarias,pero no la identidad política. Participan de esas conversaciones además deGranados, los intendentes oficialistas de Lomas de Zamora, Martín Insaurralde yde La Matanza, Fernando Espinoza; pero también los massistas críticos deMalvinas Argentinas, Jesús Cariglino; de Pilar, Humberto Zuccaro y deHurlingham, Luis Acuña. Todos peronistas.

En las conversaciones preliminares se sobrevoló la idea deInsaurralde candidato a gobernador acompañando la boleta de Scioli presidente.Todo bajo el amparo del PJ. Este regreso vertiginoso a la pejotización es laconsecuencia lógica del fin de ciclo que sufre el kirchnerismo. Entre lossucesivos “ismos” los peronistas suelen acordarse de la calidez de su casanatal, buen refugio hasta que se consolide el próximo liderazgo.

Los actores mencionados están hoy en proyectos distintos yhasta tienen aspiraciones similares y excluyentes: Cariglino, Espinoza eInsaurralde quieren ser candidatos a gobernador. Pero más que a sus diferenciasle temen –en un caso- a la radicalización de Cristina y su opción por LaCámpora; y en el otro, a la pulsión nestorista de Massa de armar todas laslistas y concentrar todas las decisiones.

La respuesta frente a esos riesgos es lo que generaconsenso: Armar un polo de poder propio que permita bajo el paraguas del PJ, recuperarespacios de autonomía política y marcar límites de abajo hacia arriba. “Ellosnos necesitan más a nosotros que nosotros a ellos”, afirman estos fanáticos delpoder local.

Con Scioli no tienen ese problema. Es sabido que elgobernador jamás demostró interés por los armados territoriales.

Es muy probable que esta Intifada, como tantas otras que desde el peronismo desafiaron a Cristina, termine en nada. Pero sumera existencia revela el deslizamiento que se vive en el poder, que como sesabe, suele transformarse por sucesivas oleadadas de corsi e ricorsi.