Palabras como proyectiles

Los tiempos actuales dictan un reduccionismo bélico en el lenguaje que aborta los sinónimos y nos propone un habla guerrera.

Las palabras representan una perspectiva sobre como mirar el mundo. Cuando hay una mutación en el lenguaje, muta también esa perspectiva. El mundo es de la forma en que lo hablamos.

La poética del autor rosarino Adrián Abonizio, nos propuso en “El témpano” que:…“a veces cuando pienso que todo está perdido, voy hacia una de las formas de la muerte, me pego un tiro con una palabra que alguna vez me fue tan transparente”. Pero no todas las formas dichas tienen esa poesía reparadora, que la rediman de su brutalidad.

Los tiempos actuales dictan un reduccionismo bélico en el lenguaje que aborta los sinónimos y nos propone un habla guerrera, de combate, para definir idiomáticamente las acciones de la vida diaria.

Así la contienda electoral se transforma en una conflagración donde hay “batallas electorales” que, como en la Provincia de Buenos Aires, son denominadas por muchos políticos como la “Madre de todas las batallas”.

Intelectuales que supieron ganarse un nombre y su prestigio desde el Pensamiento, hoy proponen “batallas culturales” donde dirimir lo que antes se resolvía buscando los mejores argumentos para el debate.

Hay guerras contra el narcotráfico, batallas contra el dengue, contra el analfabetismo. Hay luchas contra la Discriminación, el sida y contra la trata de personas.

Guerras mediáticas y hasta guerras de vedettes.

Batallas, luchas, guerras. Palabras que nos aturden y caen sobre nosotros como proyectiles.

El que critica a un tercero dice que no quiere "matarlo”. Pero lo hace, metafóricamente.

El senador de la Nación Salvador Cabral Arrechea propuso que Lagomarsino mató al Fiscal Nisman pegándole un tiro “amorosamente”, en un drama pasional entre homosexuales, como si ello minimizase el estruendo de esa muerte.

Patricio Mussi, intendente de Berazategui, habla de balas de plomo, trasmutadas en balas de tinta y munición hecha de justicia y fiscales, con la complacencia de la Presidenta Cristina Fernández.

En esta trampa cotidiana de belicosidad utilizada en nombre de la política, la educación, la salud y la comunicación, nos vemos atrapados haciendo uso y abuso de la violencia verbal que es una vía ideal para naturalizar el resto de las violencias.

La violencia que una madre usa cotidianamente sin atender el daño que transmite en el grito que dispara pidiéndole a su hijo que no grite. La violencia infinita de un padre que busca castigando a golpes, inmortalizar “el ejemplo corrector” sobre un niño que golpea.

Cátulo Castillo, en el tango Desencuentro nos alerta aquello de: …”Por eso en tu total fracaso de vivir, ni el tiro del final te va a salir”.

Dejemos en la poesía de Cátulo el triunfo inmortal de sus estrofas, ahuyentemos de nosotros el fracaso de vivir en la violencia, hagamos que no salga ni el tiro del final. Vivamos en Paz.