Las muertes que pudieron evitarse, son muertes más injustas

La tragedia de Once es un claro ejemplo. Si los políticos hicieran caso de las advertencias de los organismos de control muchas tragedias podrían evitarse.

Tres años se cumplieron de la tragedia de Once. Tres años en los que las familias de los 51 muertos y más de 700 heridos aún esperan justicia.

No me canso de decir que las muertes que pudieron evitarse, son muertes más injustas y la tragedia de Once es un claro ejemplo. Si los políticos hicieran caso de las advertencias de los organismos de control muchas tragedias podrían evitarse.

En reiteradas oportunidades advertimos desde los organismos de control el estado de vulnerabilidad del sistema ferroviario, pero nuestras advertencias fueron desoídas. La política ignoró los informes.

Coincidimos con el documento leído por familiares de víctimas en el acto homenaje de ayer en el que expresaron: "La verdad fue el abandono”. Abandono del sistema ferroviario, abandono de los pasajeros y desinterés ante los llamados de atención que advertían de posibles tragedias.

De una vez por todas debe entenderse que el control es necesario, que parte de nuestra tarea consiste en advertir a los gobiernos sobre los peligros y las dificultades que existen, porque prevenir es mejor que curar y mucho más lo es que realizar autopsias.

Con las tragedias evitables que hemos tenido en el país los políticos deberían saber que “el control es oposición solo para aquel que quiere hacer cosas que no corresponden, para el resto solo es límite al poder”.

Estamos convencidos de que es mejor prevenir y seguiremos trabajando para que no haya más Onces, para que la vida, de una vez por todas, comience a valorarse en Argentina.

"La verdad fue el abandono; lo de ahora es una inversión tardía y desesperada en la búsqueda de votos, y los muertos no les importan. A nosotros sí nos importan",

En pleno juicio por la tragedia, esperamos que llegue a un fin con justicia. Que las sanciones sean firmes y no quede lugar para la impunidad.

La ausencia total de sanciones en escándalos públicos va extendiendo, como una mancha de aceite, la sensación de impunidad. Si no hay sanciones, o son tardías, la impunidad contagia y seduce; ni siquiera hay riesgos de costos en términos de reputación. La impunidad es el gran portal de entrada a la corrupción sistemática.