Damián Pachter

“Argentina ya no es ese lugar alegre que me contaron mis abuelos”

El periodista amenazado publicó en un diario israelí una impactante crónica de sus últimas 48 horas en la Argentina.

El diario israelí Haaretz –uno de los másimportantes de ese país- publicó este domingo una columna del periodista delBuenos Aires Herald, Damián Pachter, en la que relata con ritmo de thriller susúltimas 48 horas en la Argentina.

Pachter, nacido en la Argentina, defamilia judía y con nacionalidad iraelí, revela como se enteró que lo seguía unagente de inteligencia y denuncia la existencia de un supuesto mensaje mafioso enun cable de la agencia oficial Télam, la misma que ayer vulneró su privacidadal revelar la ruta del pasaje que le compró a la empresa estatal AerolíneasArgentinas, para ir a Montevideo, primera escala de un vuelo que luegocontinuaría a Madrid y de ahí a Tel Aviv, donde llegó este domingo según anunció en un tuit.

Este es el texto completo de la columnatitulada “Porqué deje la Argentina tras revelar la muerte de Alberto Nisman”:

Fueras las 48 horas más locas de mi vida.Cuando mi fuente me dio la primicia de la muerte de Alberto Nisman, yo estabaescribiendo sobre su acusación contra la presidenta Cristina Fernández deKirchner, su canciller Héctor Timerman, dos activistas pro Irán y el diputadoAndrés Larroque. En ese momento me enteré que Nisman había muerto de un tiro ensu casa.

Nunca voy a revelar el nombre de mifuente, que me relató la escena con increíble detalle.

Dos cosas prevalecían en mi mente: Laseguridad de mi fuente y el derecho del pueblo a saber que había pasado.

Por supuesto, por la velocidad y elefecto contagio, Twitter era la vía para comunicarlo. La información era tansólida que nunca dudé de mi fuente.

Una vez que tuité que Nisman habíamuerto, cientos de personas me retuitearon y empezaron a seguirme. Ese fue elprimero de varios días sin dormir.

Los siguientes días estuvieron marcadospor el esfuerzo del Gobierno en crear una historia oficial. Primero, laPresidenta sugirió que fue un suicidio, luego una muerte misteriosa. Esa semanarecibí varios mensajes de una de mis mejores y mas viejas fuentes. El me urgíaa juntarnos, pero en esos días locos yo subestimé su proposición.

El jueves estaba trabajando en la páginaweb del Buenos Aires Herald, cuando un colega de la BBC me urgió que leyera lanoticia sobre la muerte de Nisman en la agencia estatal de noticias (por laagencia Télam). Allí citaban un supuesto tuit mío que nunca escribí.

Primero me indigné, pero esperé unosminutos para tranquilizarme y entendí que era un mensaje en código.

Mi amigo me dijo entonces: “Andá atomarte un micro a Retiro y vení a verme, tenes que dejar la ciudad”. Tuvesuerte, llegué justo dos minutos antes que saliera el micro. Nunca voy a decira donde fue.

Luego de varias horas en la ruta, lleguea una estación donde esperé un par de horas. Creo que fue un gran error, creoque ahí alguien me vio, pero no me di cuenta en ese momento.

No quería quedarme demasiado tiempo en unlugar, así que camine hasta una estación de servicio. En ese momento mecontactó mi amigo y me dijo que me iba a pasar a buscar en 20 minutos”.

Estuve sentado por dos horas, cuando unapersona muy extraña llegó. Vestía jean, campera de jean y lentes Ray-Ban. Lo víde inmediato, pero me quede en mi lugar. Se sentó a dos mesas de mi lugar.

De repente sentí un dedo en mi cuello ysalte como nunca en mi vida. “Estas unpoco nervioso hijo”, me dijo mi amigo con una de sus típicas bromas. “Estasbajo vigilancia ¿Sabías que un hombre de inteligencia está atrás tuyo?”

“¿El de jeans y Ray-Ban?”

“Si”

“¿Qué quiere?”

“Quedate tranquilo y mirá a mi cámara”,me dijo y me sacó una foto. En realidad, le sacó una foto al oficial deinteligencia que dejó el lugar pocos minutos después. Tengo esa foto conmigo.

Entonces tuve que pensar que era lo mejorque podía hacer, porque cuando en Argentina un agente de inteligencia te está siguiendo,nunca son buenas noticias. El no quería simplemente tomar un café conmigo.

Como sea, la decisión vino rápido, debíadejar el país de inmediato. Entonces, contacté uno de mis mejores amigos, queestaba asustado pero entendía mi situación. Tenía que irme rápido y estoyseguro que su eficiencia salvó mi vida. Voy a estar eternamente agradecido conél.

Entonces lo hice: Saqué un pasaje deBuenos Aires a Montevideo y de ahí a Madrid y Tel Aviv.

Tenía que mantener un perfil bajo,entonces volví a la estación de Retiro, en lo que fue la parte más asustadizadel día. Estaba seguro que si algo pasaba iba a ser en la estación de tren, unlugar muy peligroso de noche.

Tenía la sensación de que me seguían ypodías dispararme. Pero luego sospeche del taxista, que podía secuestrarme.

Mientras tanto, envié mensajes de texto ados de mis más cercanos colegas, a un amigo y a mi mamá. Les dije donde íbamosa encontrarnos: En el aeropuerto. No pase mucho tiempo hablando porque sabíaque tenía el teléfono pinchado.

Cuando llegó mi mamá, ella obviamentelloraba, pero se mantenía calma. Discutimos algunas cosas y le dije que sefuera. Luego llegaron mis amigos periodistas y hicimos una entrevista queapareció en los principales diarios de Argentina. Luego volé de nuevo a mihogar, Tel Aviv, como siempre quise.

No tengo idea cuando volveré a BuenosAires, y no se si alguna vez querré hacerlo. Lo que se es que en el país en quenací, ya no es el lugar alegre que mis abuelos solían contarme.

Después que dejé la Argentina descubríque el Gobierno seguía publicando información errónea sobre mi en las redessociales. El Twitter de la Casa Rosada, el palacio presidencial de laArgentina, posteó el detalle del ticket que compré y aseguró que volvería alpaís el 2 de frebreo, en toras palabras, que yo no estaba dejando realmente elpaís. En realidad, mi fecha de regreso es en Diciembre.

Argentina se convirtió en un lugaroscuro, liderado por un sistema político corrupto. Todavía no puedo creer loque me pasó en las últimas 48 horas. Nuca imagine que mi regreso a Israel seríade esta manera.