Crisis de gabinete

Kicillof ahora quiere ocuparle a Vanoli los cargos claves del Central

Busca quedarse con la Gerencia General y controlar la Superintendencia de bancos.

El ministro de Economía, Axel Kicillof, intenta por estashoras darle una última vuelta de tuerca a la exitosa operación política quelanzó para quedarse con el control del Banco Central, logrando echar a supresidente Juan Carlos Fábrega, anticipado en exclusiva por LPO.

La decisión de Cristina de designar a Alejandro Vanoli, unfuncionario conocido sobre todo por obedecer ordenes, ubica a Kicillof en unterreno agridulce, pero mucho más dulce que amargo.

Es verdad que Vanoli creció en el kirchnerismo empujado porGuillermo Moreno y su arribo al Central coincide con las versiones de su regresoa la Argentina y cierta recuperación de influencia en el Gobierno.

También es sabido que Kicillof quería ubicar al frente delCentral al actual secretario de Comercio, Augusto Costa, o en su defecto a suviceministro Emmanuel Alvarez Agis, también mencionado para ocupar la carterade Economía si Kicillof asciende a jefe de Gabinete.

Pero el dato central es que Vanoli es un funcionarioconocido básicamente por su sumisión y en el Gobierno nadie cree que intenteplantear un contrapeso a Kicillof, como hizo Fábrega. No le ven voluntad, niespalda política y mucho menos conocimientos técnicos como para intentarlo.

Sin embargo, Kicillof en estas horas quiere remachar eltriunfo y busca designar al nuevo Gerente General del Central, un cargo que sevuelve clave si el presidente de la entidad es un peso liviano como Vanoli.

Fábrega había ocupado esa posición ascendiendo a Juan Carlos“El Gordo” Isi, un empelado de línea de la institución que ocupaba lasubgerencia General. Todo indica que Kicillof intentará desplazarlo y ocuparese resorte clave en el manejo interno con una persona de su confianza.

El segundo objetivo estratégico para el ministro –sobre todomirando la pelea que se avecina con los bancos- es pasar a controlar laSuperintendencia de entidades Financieras y Cambiarias que debe supervisar alas entidades que operan en el mercado.

Fábrega cuando arribó al Central logróque Cristina le permitiera nombrar dos directores, Eduardo Antonio Barbier, ex gerente deasuntos legales del Banco de la Nación y a Cosme Juan Carlos Belmonte, exsubgerente general del mismo banco. Y enseguida puso a la Superintedencia (la “Super”como le dicen en la jerga del mercado) bajo el control político de Belmonte.

De hecho, la pasividad de este organismofrente a las sucesivas “maniobras” que Kicillof entendía estaban haciendo losbancos con el contado con liqui y otras operaciones, fue uno de losdeterminantes de la salida de Fábrega, siempre acusado por el ministro de tenernegocios con los bancos.

El fiscal anti lavado y ultrakirchneristaCarlos Gonella, fue clave en la caída de Fábrega. Alentado por Kicillof y LaCámpora habría denunciado que en allanamientos a financieras encontró personalpolicial custodiando la entidad y a funcionarios y papeles del Central.

La otra punta de lanza, en lo que ya es unamarca registrada de Kicillof, fue ensuciar a Fábrega con supuestos negociadospersonales, en este caso direccionados a través de su polémico hermano.

Por eso, todo indica que ahora Kicillofintentará que la Superintendencia quede bajo el control de Germán Feldman, suhombre en el directorio del Banco Central.

El último puesto clave y acaso el másimportante es el control de la mesa de dinero del Central que hoy está a cargode Juan Basco, otro hombre de lalínea del Central que promocionó Fábrega.

Se trata en este caso de una operación más delicada ya que noestá claro que Kicillof tenga una persona con la idoneidad y la información pararealizar esa tarea. Su desplazamiento, explicaron fuentes del mercado a LPO, sisería leído por los bancos como el inicio de una guerra frontal.