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Kicillof ahora presiona para echar a Fábrega y poder emitir sin límite

Luego de abortar el salvataje de los bancos que empujó el jefe del Central, ahora lo quiere echar porque le pone límites a la emisión.

Axel Kicillof ha demostrado ser mucho mejor intrigante depalacio que ministro de Economía. Todos los números de la economía argentinahan empeorado de manera notable desde que tomó las riendas de la macro, perosin embargo en la misma proporción que acumula fracasos en su campo de gestión,sumó gruesas franjas de poder interno y se convirtió en el funcionario que másescucha la Presidenta.

Kicillof tiene un talento especial para introducir en CristinaKirchner teorías conspirativas que dejan siempre en mala situación a susadversarios internos –usualmente vinculadas a supuestos actos de corrupción- yterminan con un permiso para que avance sobre esas áreas de gestión.

Lo hizo con Julio de Vido cuando logró sacarle el manejo dela Energía con la promesa de solucionar el déficit del sector. Como sueleocurrir cada vez que toma el control de un área, el problema no sólo nodisminuyó sino que se agravó.

Pero Kicillof encarna esa nueva clase de funcionarios a losque Cristina les perdona todo lo que jamás toleraría a los “viejos”. Sugestión, como la de Mariano Recalde en Aerolíneas o la del también camporistaJulián Alvarez en Justicia, no debe someterse a enojosas evaluaciones deobjetivos cumplidos, eficiencia y talento para solucionar problemas y sobre todo, evitar crear conflictos donde no existían.

Luego de lograr que Cristina diera el salto al vacío deldefault, abortando a último minuto la negociación con los bancos que lo hubieraevitado. Ahora Kicillof parece creer que es el momento justo para dar unzarpazo largamente acariciado: El control del Banco Central, el único resorteimportante de la Economía que todavía no maneja.

Y no se trata sólo de acumular poder, también hay razones “programáticas”.El ministro tiene un plan para sortear el tiempo que el país siga en cesaciónde pagos: Emitir sin límites. Acaso imaginando que así es fiel a su proclamadokeynesianismo –que hasta ahora sólo puede exhibir el “logro” de haber hundido ala economía en recesión, sin lograr que disminuya la inflación-.

Fábrega, como es lógico, se opone a ese plan que con una inflaciónanual proyectada por encima del 30 por ciento y con una emisión ya desbordadapor la necesidad de financiar un déficit histórico que superará los 150 milmillones, no quiere ni oír hablar de seguir dándole a la maquinita.

No parecen ser cifras que inquieten a Cristina que la semana pasada aumentó de un plumazo el Presupuesto en más de 120 mil millones.

El problema es que Kicillof y Cristina tienen por delante la posibilidad de una agravamiento fuerte de la recesión por el cierre total de financiamiento a provincias, empresas y hasta el Estado nacional -China por caso puso al país en default y no está claro ahora que llegue el financiamiento para las represas de Santa Cruz-. 

Por eso, el ministro apuesta a emitir sin límites, minimizando el riesgo de un espiral de la inflación, que fiel a su formación siempre se resistió a vincular con la emisión de papel moneda.

El único problema serio que enfrenta esta nueva avanzada del ministro de Economía es que en este caso no enfrenta un funcionario a tiro de decreto. A diferencia de su antecesora, Fábrega fue ratificado en el cargo por casi la unanimidad de los senadores, con especial respaldo de la oposición que lo ve acaso como la última compuerta de racionalidad que le queda al hasta ahora muy pobre -por sus resultados- experimento de Cristina y su ministro favorito con la macroeconomía.