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Recesión y techo a paritarias, las nuevas anclas conta la inflación

Para el economista Mario Brodersohn, el gobierno buscó contraer la economía para defender las reservas.

“El modelo K é mobile, qual piuma al vento, muta d’ accento, e di pensiero”. Con una “versión propia” de una ópera de Verdi, el economista Mario Brodersohn arriesga una analogía sobre el giro ortodoxo del gobierno en política económica.

En el último informe de la consultora Econométrica, Brodersohn plantea que “la recesión y el techo salarial son las nuevas anclas antiinflacionarias”, luego de haber utilizado como tales al atraso cambiario y el congelamiento de tarifas durante los últimos años.

“La estrategia actual se basa en medidas bien vistas por el mercado, como devaluar para corregir el atraso cambiario, duplicar las tasas de interés para que dejen de ser reales negativas y aumentar las tarifas para reducir el déficit fiscal”, describe el ex ministro de Economía.

Pero a continuación, advierte que estas decisiones pueden tener efectos colaterales. “Todas estas medidas son armas de doble filo. Por un lado alimentan el contexto recesivo y por el otro estimulan la inflación. Por ello, las nuevas anclas antiinflacionarias sobre las que piensa descansar el gobierno son la contracción económica, el desempleo y de ser posible establecer un techo salarial en la paritaria por debajo de la inflación”, postula en el reporte.

Para Brodersohn, “el objetivo del nuevo ‘relato’ no es crecer a tasas chinas sino proteger las reservas internacionales”. “El control de cambios y de importaciones ya instalados en el 2012/13 no alcanzaron a impedir que en esos años con un superávit comercial externo de 21.400 millones de dólares se registrase una caída en las reservas internacionales de 16.000 millones de dólares”, diagnostica el analista.

El economista cree que “a comienzos del 2014 el gobierno llegó a la conclusión de que para superar la restricción externa no quedaba otra alternativa que tomar medidas cambiarias, monetarias y fiscales dirigidas a profundizar la contracción de la economía a fin de disminuir las importaciones”.

“Para ello adopto medidas típicas de los modelos “stop and go” de las décadas del 50 al 80. Una decisión que apuntó a proteger las reservas internacionales fue no pagar el cupón PBI dado que implica un ahorro de 2.800 millones de dólares”, explica el titular de la consultora Econométrica.

Sin embargo, Brodersohn aclara que “la instrumentación del nuevo modelo está sujeta a cuestionamientos, dudas que pueden conducir a marchas y contramarchas”.

“Un ejemplo de ello es que luego de devaluar en enero un 25% en los posteriores meses de febrero/abril volvió a la estrategia de atraso cambiario dado que mantuvo el tipo de cambio fijo con una inflación del 3% mensual”, alerta el ex funcionario.

Brodersohn se mantiene escéptico ante el escenario argentino, a pesar de que recientemente aparecieron algunos signos positivos para la economía. “Es cierto que el precio de la soja aumento en los últimos tres meses un 20%, que los flujos de capitales dan señales que están retornando a los países emergentes lo que volvió a apreciar sus monedas. Todos estos factores ponen en una perspectiva menos dramática el atraso cambiario de los últimos tres meses. Pero también es cierto que subsiste un clima de gran incertidumbre sobre el futuro que se manifiesta en que junto con Venezuela y Ucrania, la Argentina está entre los países con el más elevado riesgo país”, sentencia.

“En los operadores económicos perdura el temor de que el gobierno presionado por las perspectivas electorales recurra nuevamente al atraso del tipo de cambio como ancla antiinflacionaria en la medida que logre acceder a los mercados financieros internacionales”, concluye el informe de Brodersohn.