La sucesión

Macri y Scioli quieren instrumentar la reforma educativa de Correa

La estrategia de cada uno para imitar al presidente de Ecuador, que no permite paros y evalúa a los docentes.

Uno de los aliados sudamericanos del gobierno argentino es Rafael Correa, el presidente de Ecuador, que dentro de los siempre molestos parámetros ideológicos, nadie niega en ubicarlo en la izquierda.

Pero no es la presidenta Cristina Kirchner, que supuestamente tiene una orientación similar a la de Correa, a quien le interesan las ideas de su par ecuatoriano, sino a quienes pelean por sucederla.

Mauricio Macri y Daniel Scioli están encantados con la reforma educativa que implementó Correa, que preside Ecuador desde 2007, y quieren importarla a nuestro país, cada uno a su manera.

Correa impuso en Ecuador una serie de reformas que afectaron directamente a la calidad educativa y le valieron la enemistad de los gremios docentes.

Además de imponer un examen de ingreso a las universidades y dividirlas en grupos de acuerdo a su calidad, el ecuatoriano instauró un régimen de evaluación para los maestros. Se trata de una serie de exámenes que los docentes deben rendir anualmente. Si no superan ese obstáculo –tienen al menos dos oportunidades-, no pueden dar clases.

En Argentina quien lleva la luz de ventaja en ese sentido es Macri, que en la Ciudad ya implementó una semana obligatoria de capacitación docente por año y busca hace más de un año que la Legislatura le apruebe la creación de un instituto para evaluar docentes.

Desde el inicio de su gestión en el ministerio de Educación porteño, Esteban Bullrich trazó una línea de trabajos en conjunto con la ex ministra de Educación de Ecuador, Gloria Vidal, que ahora es embajadora de Ecuador en nuestro país.

Además de hacerla venir al país en varias oportunidades, Bullrich y Vidal intercambiaron equipos técnicos para trabajar en la evaluación docente y en la construcción de índices de calidad que ha desarrollado el gobierno de Correa.

Y pese a que fue inspirado por el gobierno aliado de Correa, fue el kirchnerismo junto a la izquierda, quienes trabaron el proyecto del instituto de evaluación docente que Macri envió el año pasado. El PRO tratará de conseguir los votos este año.

Sin paros

En otro orden, lo que más atrae a Scioli de la reforma de Correa es que el presidente ecuatoriano encontró la forma de evitar los paros docentes, el máximo dolor de cabeza que el ex motonauta debió padecer durante sus dos mandatos, en especial este año que comenzó con 20 días de paros consecutivos.

Correa encabezó en 2008 la reforma de la Constitución de Ecuador, que si bien respeta el derecho a huelga, en uno de sus artículos prohíbe la paralización de todos los servicios públicos, entre ellos el de la educación pública.

En esa línea, según adelantaron a LPO desde el sciolismo, si el gobernador bonaerense llega a la presidencia buscará declarar la educación como un servicio esencial, para que los docentes no puedan parar.

Otra de las medidas que tomó Correa fue el ingreso voluntario de Ecuador al informe Pisa, una evaluación internacional que analiza el rendimiento educativo y en donde Argentina quedó, en 2013, en el puesto 59.

Eso hizo tambalear en su puesto al ministro de Educación de la Nación, Alberto Sileoni, quien siempre relativizó los resultados del informe Pisa. “Si hay crisis en la educación, es desde 1810”, dijo Sileoni el año pasado en un extravagante revisionismo histórico que se remontó incluso hasta antes de la independencia de Argentina.

Su compañero del Frente para la Victoria, Juan Cabandié, también fue afecto al revisionismo con tema de educación: “Sarmiento era de derecha”, dijo en medio de una sesión en la que se debatía por la irrupción de La Cámpora en las escuelas.