Cristina confirmó que se quiere ir de la mejor manera posible

Las dos medidas de ajuste y sinceramiento anunciadas hoy: Recorte de subsidios y estimación a la baja del PBI lo confirman.

“Cristina hizo un click en medio de la crisis de lasreservas del verano y se decidió a terminar su mandato con el país lo másordenado posible, aunque sabe que le va a costar en imagen, a nadie le gustanlos ajustes”, se sinceró uno de los pocos funcionarios que acceden a suintimidad.

Si se mira la película de los últimos meses, desde la salidade Guillermo Moreno y la designación de Jorge Capitanich, Axel Kicillof yJuan Carlos Fábrega, el giro es brutal. Cristina ya había hecho el ajustefinanciero con la devaluación, la suba de las tasas y la absorción de pesos.Ahora hizo el ajuste ajuste, el que duele en serio, el que nunca se habíaanimado a transitar.

La lógica de la política argentina de hoy tiene un factorordenador: Cristina decidió terminar su mandato. Abandonó, si es que alguna vezlas tuvo, las fantasías de un final épico, glorioso, dando la batalla hasta quela consumieran las llamas finales de las corporaciones.

Actuó como peronista -que lo es- y entendió que ese finalpuede ser muy romántico, pero fue también el final de la vida políticacompetitiva de Alfonsín, por ejemplo. Lo que quedaba era el ajuste. Y eso es loque se está viviendo.

Ese el factor ordenador. Ganar estabilidad y tiempo a costade popularidad y relato. Ese es el trade off que hizo Cristina y le moleste aquien le moleste, es una actitud que encierra una dosis interesante deresponsabilidad en el ejercicio del poder.

“Axel está ortodoxo”, agregó el colaborador de la Presidenta.Tan sencillo como eso. Devaluó o toleró que Fábrega devalúe, blanqueó lainflación, la caída del superávit externo -hoy la caída del crecimiento-,acordó el pago a Repsol, negocia lo mismo con el Club de Paris, volvió a losmercados de deuda locales y pronto intentará incursionar en el mercadointernacional con un canje del Boden 15.

A ese combo le faltaban las dos caras más desagradables queterminan de configurar un a juste hecho y derecho: Suba de tarifas víaeliminación de subsidios y techo a las paritarias. Acá y en todo el mundo losajustes, sobre todo, lo pagan los trabajadores. Argentina con Cristina yKicillof no será la excepción.

En rigor, este paulatino –pero acelerado- regreso a losmercados de deuda ya comenzó por las provincias. Esta semana le autorizaron aSanta Fe a endeudarse con Kuwait y Scioli negocia que le permitan tomar en elexterior unos 1.000 millones de dólares. El problema sigue siendo que la tasaque se le cobraría al país es altísima, a tiro de denuncia penal. Esa es laúnica traba. Una vez que se logre –si se logra- bajarla un poco, adiós almantra del desendeudamiento.

Pero a cambio de abandonar esa bandera, Cristina conseguiríalos dólares para terminar sin sobresaltos cambiarios su mandato. Esa lógica esla que explica la decisión de hoy de abandonar la otra cucarda, la delcrecimiento a tasas chinas, para ahorrarse los 3.000 millones de dólares delcupón del PBI.

“Este será un año de gestión profunda, de mucha fricción, deconflicto social”, agregó el colaborador de la Presidenta. Es decir, los parosy protestas, ya han sido asumidos ¿Hasta dónde aguantará? Esto es política y esla Argentina, donde el descalabro siempre está al alcance de la mano.

Pero la opción por la decadencia controlada del relato, noes una jugada para subestimar. Si logra entregar la banda a su sucesor en eltérmino exacto que finaliza su mandato y lo hace en un país que con todos susgravísimos problemas, no está explotado, Cristina sabe que entra en lahistoria. Pocos presidentes argentinos lo lograron –el último fue Menem- y ellapodrá decir que gobernó dos mandatos, se bancó la muerte de su marido yconductor en el poder, y le puso el broche al proyecto político que mas añoscontinuados ejerció la Presidencia. No es poco. Lo que falta, lo que hay quecambiar, corregir, ya será tarea para los que vienen ¿No es acaso la políticael arte de lidiar –sobrevivir- a eternos problemas insolubles?.