La sucesión

Peronismo: Ahora, Coca-Cola light

Cuesta encontrar diferencias entre Scioli y Massa. El negocio de ir divididos empieza a hacer agua cuando las opciones no son de “ruptura”.

Argentina recuperó su crisis de representación, pero no recuperó susistema de partidos. Hay políticos, parlamento, corporaciones, militancia, perono hay partidos políticos. Dicho esto, el peronismo actúa desde 2001 (en lacaída del sueño bipartidista) como un subsistema del sistema de partidos,ofreciendo un juego de relevos a través de la situación de hecho de su poder institucional. Digámoslo así: el peronismoproduce representación en todo tiempo y espacio. ¿Cómo lo hace? Escueto: haymás distancia entre dos peronistas enfrentados que entre cualquier peronistacon un no peronista. Eso le permite reinaugurarse, cambiar de signo,manteniendo un elenco estable de actores y promoviendo renovacionesgeneracionales. Y eso tiene su sangre: 364 días de la traición y un día de lalealtad. A Menem lo mató Duhalde. A Duhalde lo mató Kirchner. El peronismo es“durmiendo con el enemigo”. No hace pesar su identidad sentimental sino supoder. El mito multiplicado de que nadie puede gobernar la Argentina sin él.

Hoy, lo curioso es que el kirchnerismo tiene su potencial recambioen peronistas que prometen una sucesión ordenada. O, en tal caso, “asesinos queno quieren matar a la víctima”. No quieren ganarle a la Coca-Cola, quierenlanzar una Coca-Cola light. No es Menem contra la moderación renovadora, niDuhalde contra el exceso liberal, ni Kirchner recuperando la tradición de laJP. Es lo inédito: un intento hereditario a partir de un enfriamiento de lapolítica para ordenar la economía. Hay más 2005 que 90’s en la promesapos-kirchnerista del peronismo.

¿No fueron los tweets de Massa contra el chavismo el gesto de mayordesobediencia simbólica hacia el kirchnerismo? Veamos sino sus mayores apuntes.La “crítica al INDEC” es fácil cuando no hay un solo kirchnerista que lodefienda en voz alta. Y todos los no kirchneristas tienen su plan contra la inflación:decir cuánta hay. Ese largo chiste autonarrado llamado Guillermo Moreno dejóesa pelota picando: “la verdad como gestión”, decir la inflación. El reclamopor la inseguridad es un genérico: el mismo kirchnerismo tiene todas las líneas(contradictorias) juntas para enfrentarla. Desde el CELS hasta Granados-Berni,o sea: desde la auditoría de los derechos humanos permanente hasta elfortalecimiento del poder policial. ¿Se acuerdan de los “titulares y suplentes”y esas citas a la burguesía para decirles a los gritos quién los representabamejor? ¿O no era eso en definitiva? Claro que el fin de ciclo tiene sumelancolía, en este caso, típica: “oh, no hay burguesía nacional”.

En definitiva, la que parecía ser la “criticable agenda de Massa” estambién la hoja de ruta de los últimos meses que tomó el gobierno (el apego auna nueva racionalidad de crisis):

· Suba del mínimo no imponible

· Devaluación

· Combate a la inflación

· Combate a la inseguridad

· Auxilio financierointernacional

· Inversión extranjera

· Salida del cepo cambiario

· Estadísticas nuevas y creíbles

¿Estas iniciativas implicaban el “giro a la derecha” de la “agenda intermedia”?El gobierno negó el resultado de 2013 y a la vez se miró en el espejo de eseresultado. Cambió como nunca antes, aunque eso no se transparentara en su prosamilitante, nacida y criada en la contención de los propios. Pero cambió, giró,volvió sobre sus pasos, deshizo “banderas” (¡lucha cultural contra el dólar!)porque puede hacerlo, no tiene condicionamientos estructurales para hacerlo. Uncientista social se preguntaría: ¿cuál es el sujeto del kirchnerismofinalmente? Si no es el sindicalismo, si no es la vieja o nueva burguesíanacional, si no es la clase media (a la que discursivamente desprecia).

Carlos Corach lo dice: “como nunca antes el No Peronismo tienechances de llegar al poder”. Carlos Pagni dijo, entrevistado por la revistaCrisis, que el dato de esta década fue la extinción del partido radical. Unperonismo tan dividido pero que no se diferencia entre sí mejora la performancedel No peronismo. En resumen, este peronismo fragmentado entre opciones no tandistintas, podría ser amenazado con chances ciertas por el No peronismo. Elnegocio de ir divididos empieza a hacer agua cuando las opciones no son de“ruptura”. Por eso sobrevuela la palabra unidad. Algunos se empiezan apreguntar si esa no es una necesidad corporativa.

Cristina está sola y lo comprobó en 2013. Todos se dedican a labatalla cultural, ninguno a “juntar votos”. Eso es inflación política:políticos de ideología cotizan mejor hacia dentro que políticos electorales. Eso,que suena tan bien, no implica necesariamente un avance de “los valores” porsobre “el pragmatismo” sino un subrayado mayor entre esos dos mundos: la agendade “la gente” y los temas de elite. En campaña Conti se guarda y asoman loscarilindos de las “cosas concretas”. Pero este doble estándar entre cultura ymercado, o entre izquierda social y mundo popular, Cristina lo sintetiza. Esoexplica su liderazgo excepcional, único. (Un caso de esta agenda elitista fuela reforma judicial: meses en la abstracción de una “discusión legítima” quecopó la escena, cuando muchos de sus autores, en privado, ya reconocían latorpeza enmarañada de ese proyecto. Me consta.)

Pero los que sí juntan votos ahora son el problema del liderazgopato-cojo de Cristina: Scioli y Massa, a quienes la amenaza del “candidatopuro” kirchnerista aún no les hace mella. Scioli y Massa tendrían que contratarsofistas para mostrar qué los diferenciasi los hacen hablar 15 minutos a uno contra el otro. Hoy organizan elsubsistema peronista. Sobre su conservadurismo popular nadie explica esarelación (si son populares por ser conservadores, si viceversa) porque elproblema es: cuántos de los que los votaron también votaron al kirchnerismo.Muchos. Muchos pobres. El voto peronista sigue siendo más contradictorio yamorfo que las estilizaciones de relato. Los capitanes de la economía pondránaportes, aviones, tapas, en la canasta que eventualmente más los represente,mientras van poniendo porotos en todas. El camino al poder no es sencillo. Y sia Scioli o Massa les preguntan qué van a hacer con el dólar, la inflación, el tipode cambio o las paritarias, dirán: Vemos. El establishment apoyará al menos K acambio de que revise la política fiscal. La gran pregunta post kirchneristaremite a las retenciones, a la política fiscal. A lo que nadie nunca dice hastaque desde adentro puede ver las cuentas. ¿Endeudarán la Argentina, como locos,de nuevo?

Más de veinte años de peronismo en el poder es el fondo de cocinainalterable de la Argentina: te amo, te odio, dame más.