La sucesión

Preocupado por la crisis, el papa Francisco pide que ayuden a Cristina

En diálogos con empresarios y dirigentes políticos, Bergoglio pide que ayuden a la Presidenta a terminar bien su mandato.

Antes de ser “el papa Francisco”, Jorge Bergoglio, entonces arzobispo de Buenos Aires, cargaba sobre sus espaldas una larga pelea con los Kirchner, con recordados episodios como el plantón de Néstor en el tedeum de 2005 o la pelea por la ley de matrimonio gay.

Por estos días, la debilidad política de Cristina dejó aquellas jornadas en el olvido: Francisco llama a diario a dirigentes y empresarios argentinos para pedirles que no comploten contra la presidenta y le permitan terminar bien su mandato.

En la ronda de llamados entraron dirigentes opositores como Sergio Massa y sindicales. Estos últimos, tanto oficialistas como opositores, desfilaron por el Vaticano en este año y la mayoría tuvieron sus audiencias.

A todos le manifestó la importancia de unir a todas las centrales gremiales, pero no cree conveniente que esa fuerza sirva para anticipar la salida del Gobierno. 

Uno de los que se confesó su amigo fue Luis Barrionuevo, el gastronómico que promociona la unión de la CGT y se anima a decir que Cristina quiere irse.

El ex diputado riojano Jorge Yoma ni siquiera apeló a metáforas:  "Es preferible que se vayan ahora. No da para más, no tienen idea de lo que pasa en la Argentina", dijo. 

El Papa los llamó a los referentes que conoce para explicarle importancia de mantener el mandato constitucional.

El dato no puede ser ignorado por algún aventurado con intenciones de anticipar la salida de Cristina: Si lo logra, podría recibir un rechazo público de Francisco, una figura de mucho respeto internacional.

El sumo pontífice argumenta su idea de sostener a Cristina con un dato: Los golpes institucionales son siempre un mazazo para los más pobres, que sufren como nadie los aumentos de precios y el desabastecimiento de los comercios minoristas.

Fue lo que en 1989 le dijo el monseñor Justo Laguna a Raúl Alfonsín para evitar que se vaya 6 meses antes. “Me tengo que ir porque hay muertos”, le respondió el entonces presidente.

El diálogo de Cristina con Bergoglio es frecuente. Durante su internación, la jefa de Estado lo llamaba a diario y le informaba de su estado de salud, que a veces era desconocido para el resto de los argentinos.

Desde el Vaticano, el Papa sigue la actualidad argentina como la de ningún otro país. Prioriza las cartas que llegan del país y se comunica por teléfono y por mail con los dirigentes que lo contactan.

Aunque protege a Cristina, no quiere darle el gusto de recibirlo como Papa: su próxima visita al país será en 2016, para presidir el Congreso Eucarístico Nacional en el bicentenario de la Independencia. Para eso entonces habrá otro presidente seguro. Y el Papa le estrechará la mano.