Salud presidencial

Preocupación en el Gobierno por los constantes vacíos de Máximo

El hijo de la presidenta es el único que sabe sobre su salud. Dice que ella está de vacaciones y envía órdenes cruzadas a La Cámpora.

Máximo Kirchner es el único capaz de hablar a diario con Cristina Kirchner y en el Gobierno ya lo consideran responsable del silencio y la demora en tomar decisiones de la presidenta.

Su hijo no cambió la rutina. Divide el tiempo entre Ríos Gallegos y Buenos Aires, chequea la salud de su madre y, cuando considera necesario, llama a sus pares de La Cámpora para una cumbre.

Lo más increíble es que, esta vez, ni ellos saben a diario que tienen que hacer. “No me dejaron ni una orden y así es imposible”, se escuchó a un funcionario de segunda línea ligado a La Cámpora que se quedó en Buenos Aires.

El jefe había viajado a Río Gallegos para hablar con Máximo, un privilegio que no tienen los ministros y secretarios, quienes sin Cristina presente sufrieron más el vacío de poder.

En esa reunión -la última convocada- el mensaje que les hizo llegar el hijo de la Presidenta no ayudó a aclarar mucho: “Cristina está de vacaciones. Se está tomando un descanso que se merece”, le mandó a decir a un ministro nacional, según pudo saber LPO.

Justificó así su refugio en Santa Cruz, que careció de explicaciones oficiales como sí la había tenido internación y post operatorio de octubre.

El problema es que Máximo alterna esas intervenciones con prolongadas ausencias que nadie puede perforar. El hijo de la Presidenta es muy celoso de su intimidad en Río Gallegos y cada tanto se casa de los eternos problemas del Gobierno y corta toda comunicación con frases tajantes: "Qué se arreglen, que laburen, son una manga de vagos", por ejemplo.

En un sistema tan centralizado como el que instauró Cristina, con rasgos casi monárquicos de sucesión familiar, la ausencia de la número uno y los vacíos que dejan su hijo, número dos real, están descalabrando la gestión del Gobierno.

De hecho, en la Casa Rosada le adjudican a Máximo la decisión de Cristina de no volver a hablar en público tras su fallida aparición del 10 de diciembre, cuando bailó en la celebración del retorno democrático mientras estallaba el conflicto policial en Tucumán y se acumulaban los muertos.

No es un secreto que Máximo es quien más alentó desde siempre la idea de ignorar a la prensa, postura que trasladó a La Cámpora, donde tienen prohibido hablar con periodistas.

“No hay ninguna razón para justificar su ausencia. Nadie puede dudar que hay algo raro. De esta manera no tenemos a quien dirigirnos para descargar la inquietud mínima y esa ausencia política es sin dudas es el mayor obstáculo para resolver los desajustes en la economía”, confió a LPO un encumbrado funcionario.

Cristina llama a funcionarios cuando lo considera necesario y hasta ahora ninguno afirmó haberla visto en malas condiciones. Por eso su silencio es más incompresible.