Entre la disgregación y la convergencia

Ausente, Cristina no cuenta con la capacidad de disciplinamiento para asumir la agenda que le impone la realidad. La tropa se fragmenta en torno a una multitud de coroneles y capitanejos que sólo coinciden en que cada uno se proclama soldado fiel de la misma generala.

Convertidode hecho en vocero de Cristina Kirchner, el ministro de Economía Axel Kicillofaseguró esta semana que en el gobierno “hay una sola cabeza que toma lasdecisiones, que es la presidenta de la Nación”. Parece claro que la prolongadaausencia funcional de la mandataria (que desde octubre no frecuenta la CasaRosada) suscita perplejidades que requieren ese tipo de aclaración.

Alborotopolifónico

Enrigor, las dudas no provienen sólo de la lejanía y la inopinada circunspecciónde la Señora, sino del alboroto polifónico que emana del gobierno. A principiosde la última semana, por caso, tanto el jefe de los recaudadores fiscales, Ricardo Echegaray, como eljefe de Gabinete Jorge Milton Capitanich (este, después de algunos titubeos)informaron que el Poder Ejecutivo enviaría al Congreso, para tratar en sesionesextraordinarias, un proyecto de modificación del impuesto a los BienesPersonales que incluiría la tasación de esos patrimonios a valores de mercado.El martes, el ministro Kicillof desmintió a ambos jefes: "Hablé con laPresidenta y no hay ninguna medida de bienes personales en curso",declaró. Al día siguiente, Capitanich lo confirmó: “Lo que dijo el ministro esla palabra de la Presidenta”.

Cuandollegó al cargo, reemplazando a Juan Manuel Abal Medina, el chaqueño Capitanichlució como escoba nueva: parecía que su condición de gobernador electoralmenteexitoso y su locuacidad le permitirían dotar al puesto de la ejecutividad y la autonomía de vuelo que raramentetuvo. Esa impresión se fue desdibujando: hasta un ministro devaluado como JulioDe Vido, en pleno desastre energético lo hizo replegarse después de proponer quelos cortes de electricidad fueran programados. Antes, Carlos Zannini le habíadictado la negativa a enviar refuerzos de seguridad a la provincia de Córdoba,colapsada por la huelga policial y los saqueos. En cualquier caso, tanto De Vido como Zannini son pingüinossenior, que arrastran los pergaminos de la primera hora, de la gestiónsantacruceña y de su condición de cofrades del fallecido Néstor Kirchner:replegarse ante ellos podía interpretarse como la discreta prudencia del novatoante dos veteranos. Pero ahora el que lo hacía retroceder era Kicillof, unmuchacho de la teoría económica y la juvenilia universitaria, que sólo juntó votos en las elecciones de su centro de estudiantes.En fin, alguien que en los papeles aparece como su subordinado.

Ladesmentida del ministro de Economía no sólo evidenciaba el desconcierto de laorquesta oficial, sino el extravío de la batuta.

Deltomate

Quizáspensando que esta vez acertaría, un día después de esa refutación, Capitanichanunció que "la presidentainstruyó al ministro Kicillof para que, a través del Mercado Central de laRepública Argentina, propicie la importación de tomates de Brasil paragarantizar abastecimiento y precio a los consumidores”. Lo peor no fue la confesión virtual deque el jefe de Gabinete parece elúltimo en enterarse de las decisiones, sino el hecho de que Kicillof, endefinitiva, sólo conversó con productores locales para, finalmente, descartarla medida anunciada por Capitanich.

Losenredos informativos y decisorios(“despelotes”, en el idioma académico de Kicillof) se inscriben en un paisaje de desorden y pujas intestinas enel seno del gobierno y del oficialismo, que algunos funcionarios naturalizancon el título de “diferencias de puntos de vista”, mientras analistas menoscompasivos hablan de “desbandada” o de “creciente desgobierno y anomia”. Del esmeril de los cuestionamientosinternos no se salva nadie. Ni el antes respetado o temido ministro De Vido(hoy cascoteado por las evidencias de su gestión), ni el inescrutable monje negro Zannini, ni plumasemblemáticas como la de Horacio Verbitsky (censurado por la posición que adoptóel CELS que él conduce contra el ascenso de César Milani al grado de tenientegeneral), ni el discurso hermético pero dilatado de los intelectuales de CartaAbierta. En el oficialismo de esta etapa crepuscular cada cual atiende su juegoaunque a menudo varios jugadores se agrupan para perjudicar a un tercero. Estasemana, por ejemplo, Capitanich y Kicillof hicieron coro para desmentir“categóricamente” una versión que ningún periodista conocía: el eventual alejamiento del número uno deYPF, Miguel Galuccio. Lo que la mayoría de los periodistas sabe es que una forma clásica de echar a rodar unrumor consiste en desmentirlo.

Comoun bumerán, las semillas de disgregación que sectores del oficialismo sembraronextensamente en la sociedad, regresan a su origen y se despliegan en unconjunto que, sin la perspectiva de la reelección presidencial, ha perdido eleje y comienza a verificar queperderá el techo que le dio cobijo: el manejo casi discrecional del gobiernocentral y sus recursos.

Laausencia

Laausencia funcional de la Presidente es causa y consecuencia de ese fenómeno: laseñora verifica que en esta etapa no cuenta ni con los medios materiales, nicon los equipos necesarios ni conla capacidad de disciplinamiento para asumir la agenda que le impone larealidad, razón por la cual elregreso pleno al escenario le resulta estresante. Su distancia agrava lasituación: la tropa propia se fragmenta en torno a una multitud de coroneles y capitanejos que sólocoinciden en que cada uno se proclama soldado fiel de lamisma generala, aunque avancen endistintos rumbos y se hagan recíprocamente guerras de zapa.Como resumió Kicillof al referirse al reflejo periodístico de estos hechos: “Así,la verdad, es muy difícil”. Sobre todo, si se considera que hasta la fechaprevista para transmitir el mando restan aún casi dos años.

Adiferencia de lo que ocurre en el oficialismo, donde prevalece una lógicacentrífuga, desde la sociedad emergen signos de convergencia y búsqueda de coincidencias. El viernes,por ejemplo, en Mar del Plata pareció darse un paso encaminado a lareunificación del sindicalismo peronista. En el Hotel Sasso, con LuisBarrionuevo como anfitrión, se encontraron dirigentes de las diferentescentrales obreras, la Azul y Blanca del dueño de casa, la CGT Azopardo queencabeza el también presente Hugo Moyano y hasta hombres encuadrados en la CGT“Balcarce” (alusión al domicilio de la Casa Rosada). El objetivo: alcanzarrápidamente la unidad sindical (“sin excepciones”, subrayó Barrionuevo). En principio, los presentespropusieron un plenario de dirigentes para el día 20, también en Mar del Plata.Y se plantearon invitar a tres presidenciables del peronismo: Daniel Scioli,Sergio Massa y José Manuel De la Sota. La ambiciosa meta que parece surgir del hotel de los gastronómicos seríasoldar conjuntamente un proceso de unidad, representatividad y legalidadinterna capaz de contener y articular las diferencias, tanto en el sindicalismocomo en el peronismo.

Las metas en uno y otro caso puedenestar distanciadas en el tiempo, pero lo importante es el rumbo y la tendencia que se pone enmarcha.

Lasconvergencias

Antesde eso, y bajo el auspicio de la única institución que está en condiciones decobijar un esfuerzo de amplia unidad (la Iglesia, vigorizada por la presenciadel Papa Bergoglio), un amplio espectro de fuerzas políticas, desde la UCR, elGEN y la Coalición Cívica hasta el socialismo, Libres del Sur, el Pro deMauricio Macri y Daniel Scioli, vicepresidente en ejercicio de la presidenciadel PJ, suscribieron el compromiso de desarrollar políticas comunes para combatir el narcotráfico. Lapresencia del crimen organizado y las redes de producción y tráfico de drogasse ha convertido en un desafío central para la sociedad argentina y laConferencia Episcopal lo ha ubicado como punto prioritario de la agenda política. La paulatina y acelerada decadencia del Estado,su penetración por esasorganizaciones así como la capacidad de estas para ejercer poder de facto enterritorios abandonados (por negligencia o impotencia) por la autoridad legítima, constituye unaamenaza para la paz social y parala soberanía e integración nacional. Que un esfuerzo de convergencia de todaslas fuerzas políticas empiece por ese punto tiene mucho sentido.

Tambiénlo tiene que las Fuerzas Armadas se involucren en esa lucha. En las últimassemanas el debate sobre este tema se mezcló con la discusión del ascenso deCésar Milani como teniente general y su continuidad como jefe del Ejército. Se trata de dos cuestionesdistintas, que habría que diferenciar. Más allá de quién se encuentre en la cima de la pirámide jerárquica,resulta evidente que las Fuerzas Armadas deben participar en la lucha contraesa amenaza (como ocurre en otras naciones del continente que también sufrieronen los años 70 la dialéctica insurgencia-contrainsurgencia y pudieron avanzarsin por ello desarmarse y autoinhibirse frente a la agresión de los enemigos dela sociedad; véase el caso de Brasil, sin ir más lejos).

Laconvocatoria de la Iglesia yla búsqueda conciliadora de suspastores ayudará a que las fuerzas políticas desarrollen acuerdos serios yeficaces en este campo. Y ese es un paso esencial en los caminos dela convergencia en que parecenencontrarse distintas manifestaciones de la sociedad argentina. Se vetambién en la construcción deestructuras de unidad que despliegan los partidos no peronistas, a través de los encuentros entre radicales ysocialistas o la reciente constitución formal de UNEN, la coalición que saliósegunda en la Capital en los últimos comicios, con la presidencia de FernandoSolanas y la escolta de RodolfoTerragno.

Enel campo empresarial, esta semanase congregaron en el restaurante de la Sociedad Rural representantes de unaveintena de entidades, desde la Unión Industrial a las organizaciones agrarias,de Bancos y mineras, importadores y exportadores y la poderosa AsociaciónEmpresaria Argentina (que reúne a las firmas de mayor calado del país). Lohicieron para trabajar consensos “con vistas a lo que el país necesita”, másallá de la agendaza cita electoralde 2015. Dato interesante: el disparador de la tenida fue un filósofo, SantiagoKovadloff; señal que la búsqueda tiene objetivos más ambiciosos que alguna declaración coyuntural decircunstancias.

Lasociedad argentina atraviesa estos tiempos de calores, inflación, saqueos,cortes de luz, fatalidades, incertidumbres, descalabro del Estado y desconcierto oficial con impulsos que procuran restaurar tejidosheridos, con búsquedas que tienden a la seguridad, la estabilidad, la unión y la reconciliación. Más pronto que tarde.en la construcciónde estructuras de unidad que despliegan los partidos no peronistas, através de los encuentros entreradicales y socialistas o la reciente constitución formal de UNEN, la coaliciónque salió segunda en la Capital en los últimos comicios, con la presidencia deFernando Solanas y la escolta deRodolfo Terragno.

Enel campo empresarial, esta semanase congregaron en el restaurante de la Sociedad Rural representantes de unaveintena de entidades, desde la Unión Industrial a las organizaciones agrarias,de Bancos y mineras, importadores y exportadores y la poderosa AsociaciónEmpresaria Argentina (que reúne a las firmas de mayor calado del país). Lohicieron para trabajar consensos “con vistas a lo que el país necesita”, másallá de la agendaza cita electoralde 2015. Dato interesante: el disparador de la tenida fue un filósofo, SantiagoKovadloff; señal que la búsqueda tiene objetivos más ambiciosos que alguna declaración coyuntural decircunstancias.

Lasociedad argentina atraviesa estos tiempos de calores, inflación, saqueos,cortes de luz, fatalidades, incertidumbres, descalabro del Estado y desconcierto oficial con impulsos que procuran restaurar tejidosheridos, con búsquedas que tienden a la seguridad, la estabilidad, la unión y la reconciliación. Más pronto que tarde.