Conflicto gremial

El frustrado pacto secreto de Tomada y Caló para frenar la libertad sindical

Cristina quiere habilitar a más de un gremio por rama. Para evitarlo, el ministro de Trabajo pidió un techo salarial del 18%.

Carlos Tomada intentó sin éxito seducir a Antonio Caló a fijar un techo del 18% en las paritarias a cambio de cajonear cualquier proyecto que pretenda habilitar a que haya más de un gremio por rama, una tradición peronista que estuvo a punto de eliminar Raúl Alfonsín.

La amenaza de terminar con ese régimen cobró volumen desde que en 2008 la Corte Suprema de Justicia habilitó a ser delegados a trabajadores que no pertenezcan al gremio de base.

El fallo fue un golpe a la cúpula de los sindicatos, aunque no llegó a mermar su poder porque aún no es posible que haya más de un gremio por rama, como sí ocurre en la mayoría de países de Latinoamérica.

“A mí no me interesan los metrodelegados, porque a la hora de negociar la representatividad la tiene un sindicato por empresa. Y yo tengo 80 mil afiliados”, se jactó ante LPO Roberto Fernández, secretario general de la UTA.

Raúl Alfonsín intentó romper ese esquema en 1984 con el recordado proyecto de ley que tomó el nombre del ministro de Trabajo, Antonio Mucci. Fue aprobado en Diputados pero no pasó el Senado por el voto opositor del PJ y del neuquino Elías Sapag.

Tres décadas más tarde, Cristina Kirchner tiene en carpeta un proyecto similar y así se lo habrían hecho saber sus emisarios a los referentes de la CGT oficial, como el metalúrgico Antonio Caló y el ferroviario Omar Maturano.

Pero Caló se encontró con la peor parte: Tomada le ofreció congelar para siempre esa amenaza si se comprometía a poner un techo salarial del 18% en todos los gremios, un porcentaje que el Gobierno considera necesario para frenar la escalada inflacionaria.

El primer tanteo del metalúrgico en las delegaciones regionales no tuvo éxito. "No puedo ni plantear el 18%", le respondieron.

Conocedor de las tertulias gremiales, el ministro de Trabajo piensa que si los gremios no quieren una negociación marco el Gobierno, basado en el fallo de la Corte podría avalar incipientes organizaciones de base para boicotear las paritarias en sus dependencias.

“Si insiste vamos a meternos en cada fábrica a cerrar un convenio”, fue la amenaza que Caló escuchó de uno de sus delegados semanas atrás.

Perder la exclusividad en la negociación paritaria sería letal para los viejos líderes sindicales, que ostentan liderazgo hace 40 años.

Lo increíble es que el modelo argentino fue reconocido en la última Confederación Sindical de Trabajadores de las Américas (CSA), por ser la única forma de fortalecerse ante las patronales.

Cristina lo sabe pero su imposibilidad de controlar las paritarias es lo que más la altera. Y sus pretensiones de este año están bien lejos de la realidad: la mayoría de los gremios no se mueven del 30%, 12 más que su objetivo.

Y muchos, a diferencia del año pasado, tampoco están dispuestos a aceptar subas escalonadas que no hacen más que reducir el incremento real.

Fue el caso de los estatales de la provincia de Buenos Aires y de los colectiveros de larga distancia, que piden recuperar lo perdido con un acuerdo a enero.

“Ahora hay conciliación obligatoria hasta el 25, pero si no se avanza en la negociación va a haber garrote. No se puede ningunear la inflación con 100 productos”, se quejó Fernández.