Kirchnerismo y transición: Juegos políticos al calor de la crisis del dólar

La Casa Rosada y Daniel Scioli barajan por estas horas distintas combinaciones de cambios de gabinete para reposicionarse en la carrera para el 2015. Juego de póker que elude dos interrogantes centrales: Cuando y en qué condiciones regresará Cristina a la Presidencia y cómo se resolverá la crisis de las reservas. 
Horas febriles en el oficialismo. Versiones de cambios de gabinete en Nación y Provincia, ministros que se van, ministros que llegan, diputados que no asumen, gobernadores que se incorporan al gabinete, escenarios de primarias, dividir o concentrar, adentro o afuera, especulaciones que se replican al infinito.

Datos concretos: Daniel Scioli tiene tomada la decisión e cambiar su gabinete. Entiende que terminó la hora de gobernar sólo con los propios. El escenario muy competitivo que le plantea Sergio Massa le exige músculo político. Su obsesión: Evitar nuevas fugas de intendentes que le terminen de perforar la provincia, convirtiendo en papel mojado sus aspiraciones presidenciales.

Los ministerios de Desarrollo Social, Educación, Salud, Infraestructura y Gobierno, más la Secretaría General, están sobre la mesa de discusión. Pueden crearse incluso nuevos ministerios como el de “área metropolitana” que ofreció a Daniel Filmus, luego que este le rechazara la cartera educativa.

Necesita también reforzar su liderazgo porteño, menguado luego de años en la provincia. Es parte de la reconstrucción de su proyecto presidencial. Por eso también lo quiere a Martín Insaurralde en el ministerio de Gobierno. Después de Scioli y Massa el intendente de Lomas de Zamora es el peronista con más conocimiento y mejor imagen de la provincia. Un candidato a gobernador interesante que ofrece otro incentivo: La inversión para su instalación ya fue hecha.

Es lo mismo que ven en la Casa Rosada y se lo quieren robar. Y ese es uno de los temas de fondo. En ausencia de Cristina, el Gobierno sigue sin saldar el debate de fondo sobre el rumbo a tomar para sus últimos dos años en el poder.

Zannini y La Cámpora quieren candidato propio –Urribarri o Capitanich- para dar la pelea ideológica, irse con las banderas en alto y volver con Cristina en el 2019. Por estas horas sube el entusiasmo por el ejemplo de Bachelet. Imaginan un recorrido similar para su líder. En esa línea, Insaurralde sería un activo importante a la hora de licuarle a Scioli su base bonaerense.

Scioli tiene un argumento interesante frente a esto, que es acompañado por sectores racionales del gabinete que encarnan Juan Manuel Abal Medina y Florencio Randazzo: “Si vamos a una primaria divididos y Massa va por afuera con el Frente Renovador, duplica a cualquiera de nuestros candidatos y después no lo paramos más”. Un deja vu de octubre 2013.

Se suma a este análisis un interrogante que por estas horas recorre los despachos de la Casa Rosada y se ancla en la estadística inapelable de las aventuras electorales de Zannini y La Cámpora: “¿Cuál es el sentido de hacer todo el gasto y el esfuerzo de construir un candidato, para perder en la primaria frente Scioli?”.

Scioli se apalanca en ese razonamiento y propone unificar atrás suyo al PJ de todo el país para dar la pelea con Massa a quien ya no subestima. “Ganó en 20 de los 24 municipios del Conurbano”, sintetiza un hombre del kirchnerismo para explicar la peligrosidad del ex jefe de Gabinete.

Bailando en la cubierta del dólar

Mientras estos juegos se despliegan –ni siquiera vale la pena perder el tiempo en los nombres que entran y salen de las distintas combinaciones de gabinetes posibles-, un drama más profundo se va configurando.

La crisis energética mutó de un problema de gestión micro o sectorial a poner en riesgo toda la macroeconomía. El Banco Central tiene que girar cada mañana entre 50 y 80 millones de dólares para pagar los buques de gas importado que mantienen prendida la Argentina. Proyectado por días hábiles eso arroja unos 18 mil millones de dólares.

Se calcula que es una cifra muy similar a esa la que tiene disponible el Central, cuando se descuentan de las reservas los distintos bonos y pagarés que le fue colocando el Tesoro. Un calculo muy optimista podría calzar los distintos déficit del país –energético, turístico, automotriz, Tierra del Fuego- con los ingresos por retenciones y dar empate.

Entonces lo que queda son esos 18 mil millones para pagar vencimientos de la Nación de acá a fines del 2015. Sólo trazo grueso: El año que viene habrá que pagar u$s 3.500 millones del cupón del PBI y en el 2015 u$s 6000 millones del Boden 2015. Es decir, hasta la cuenta más optimista conduce a un escenario de crisis severa de reservas, si se mantiene la actual política económica.

Por eso, en las provincias que tienen deuda en dólares tomada en el exterior hay una creciente preocupación. Los pesos pueden estar, pero los dólares no está claro por cuanto tiempo más. Scioli tiene vencimientos por 1.250 millones de dólares en el 2015, en plena campaña presidencial.

“Es lo único que seriamente puede volcar al Gobierno”, reconocen operadores importantes del kirchnerismo.

¿Posibles soluciones que se discuten?: Armar un gabinete de verdad y lanzar un plan económico serio que permita al país regresar a los mercados internacionales, liberar el cepo y recomponer reservas. La microgestión atomizada de la economía está llegando a un límite insufrible.

El problema es quien le pone el cascabel al gato. Lo lógico sería que se lo coloque la dueña del gato. Y surge así el otro gran interrogante: ¿Cuándo y en que condiciones regresará Cristina?

Todas las versiones indican que su afección mas seria es del corazón, que esta muy recuperada, pero que tiene un cuadro que recomienda evitar exponerla a situaciones de estrés. O sea, una exigencia incompatible con el ejercicio de la Presidencia. ¿Es un cuadro temporario hasta que termine de recuperarse o se trata de un límite, que le exigirá de aquí en adelante un profundo cambio de vida?

Si la decisión es vida o poder no hay discusión posible. En el Gobierno se menciona Diciembre como el nuevo talismán. El momento en que ella regresaría y se dispararían cambios profundos en el gabinete nacional y bonaerense. Una suerte de resurgir mitológico que los dejaría en inmejorables condiciones para el 2015. Es demasiado humano y casi saludable: Lo último que se pierde es la fe.