Subte: Traspaso y desafíos

Luego de este traspaso histórico, resta conocer los reales números de la inversión hecha por la concesionaria, realizar estudios que permitirán determinar el atraso de la tarifa, la continuidad o no del contrato con Metrovías y estimar las obras pendientes a realizar.
Luego de un año de intensos cruces entre la Ciudad y Nación por el destino del subte, finalmente pasó a manos del Gobierno porteño; ahora queda por delante, conocer los reales números de la inversión hecha por la concesionaria, realizar estudios que permitirán determinar el atraso de la tarifa, la continuidad o no del contrato con Metrovías, definir nuevas obligaciones contractuales y estimar las obras pendientes a realizar.

Considero que este traspaso es histórico, porque un servicio de estas características tiene que ser gestionado o monitoreado por la Ciudad; demostrando una vez más su autonomía, que en contra de los intereses de los porteños desde algunos sectores nacionales y opositores tienen resistencia a reconocerla.

La deficiente gestión que hasta el momento tuvieron los subtes, desde la operación hasta el control de la concesión por parte del Estado Nacional, avasalló el derecho de los usuarios de tener un transporte de calidad. Cientos de miles de personas viajan (y me incluyo) por día en las distintas líneas de subterráneo soportando viajar como ganado, constantes cortes en el servicio, vagones centenarios y falta de mantenimiento, entre otras falencias.

Desde la oposición, algunos se toman el atrevimiento de criticar a la gestión porteña por hacerse cargo del subterráneo y las recientes medidas anunciadas; cuando la tarea que realizó hasta el momento el Gobierno Nacional en cuanto a transportes es por lo menos desastrosa.

Algunos que se denominan dirigentes políticos se pavonean y son los "número uno" en criticar un posible aumento del boleto del subte porque "...es un transporte público que utilizan los trabajadores para ir a sus empleos...", entre otros -demagógicos- argumentos. Pero cuando se intentó declarar como servicio público esencial al subterráneo, para garantizar el servicio a los miles de trabajadores que lo utilizan diariamente; lo primero que hicieron -en una especie de esquizofrenia- fue negarse, replicando el derecho de huelga de los trabajadores de subte por sobre el derecho de trabajar de aquellos que utilizan el servicio. Entonces, ¿En qué quedamos?

Una de las primeras medidas anunciadas, es el cierre de la línea A para realizar el recambio de vagones que acaban de cumplir 100 años. La crítica por la crítica misma, se hizo presente inmediatamente en boca de aquellos que no estuvieron de acuerdo, sin tener en cuenta que la seguridad de los usuarios es la prioridad absoluta de este Gobierno porteño.

Durante años se abusó del sistema de subsidios descontrolados, cuestión que al parecer no cuenta en la memoria del Ministro del Interior y Transporte, ¡si, de Transporte! Es momento de establecer un esquema más claro, donde las inversiones sean el medio para colocar como prioridad de una buena vez, al usuario. Con lo expresado por el Jefe de Gobierno, Mauricio Macri, se esta generando la oportunidad de comenzar a tener una mejor calidad del servicio de subterráneos.