Kirchnerismo, la etapa superior del menemismo

El gobierno que se vanagloria de ser la cara opuesta de los 90, no puede en el área de transporte esgrimir ningún argumento creíble. Las conducciones empresariales sindicales se mantuvieron y ampliaron sus negocios con eficientes agencias de tercerización de empleo.
Transcurre el juicio por el asesinato de Mariano Ferreyra con testimonios que nos estremecen, los familiares de las víctimas de la anunciada tragedia ocurrida en Once mantienen vivo el reclamo de justicia, mientras nos acostumbramos (nos acostumbramos?) a ver todos los días un nuevo accidente ferroviario. Son los síntomas inequívocos de un sistema de transporte o de negocios que se descompone.

Luego de algunas décadas de constante decaimiento en su funcionamiento de lo que fue la gestión estatal del ferrocarril, en los años 90 vino “la esperanza blanca” de la privatización comandada por Menem y Cavallo. Para no ser injustos digamos que no estuvieron solos: los grandes grupos empresarios y los sindicalistas devenidos en empresarios fueron parte esencial de ese proyecto.

El actual gobierno que se vanagloria de ser la cara opuesta de las políticas de aquellos años, no puede en esta área esgrimir ningún argumento mínimamente creíble.

Ese trípode integrado por funcionarios políticos, dirigentes sindicales y grandes empresarios cohesionados por los beneficios de los subsidios y la corrupción sigue intacto.

En el transporte de pasajeros del área metropolitana se evidencia más, por el lado empresarial de los cuatro grupos que se hicieron cargo originariamente de los siete ramales se avanzó en un proceso de mayor concentración aun, pues ante cada grave tragedia que evidenció el desastre de la gestión, el gobierno reemplazó a algún grupo poniendo a cargo a uno de los otros operadores, el primer favorecido fue TBA- Cirigliano y luego de los sucesos de Once se benefició a Roggio-Metrovías, es decir ante cada crisis no se optó por hacerse cargo el Estado u otorgar la concesión a otro grupo empresario.

Las conducciones empresariales sindicales se mantuvieron hasta con los mismos nombres. Eso sí, ampliaron sus negocios especializándose en eficientes agencias de tercerización de empleo, sí sí, da vergüenza ajena pero es así.

Por el lado del establishment político, cambiaron los nombres, qué se la va a hacer, la Constitución obliga – por eso será que surgieron algunos cruzados reformadores- pero como dice el refrán “cambiaron el pelo pero no las mañas”. Jaime puede atestiguar lo que digo y Schiavi – sí, el ex funcionario macrista ahora K- también.

Por eso digo que en este tema la tiene muy difícil el kirchnerismo para ocultar que en realidad son la etapa superior del menemismo en el sistema ferroviario.