El enemigo en casa

Ante un gobierno que aun no parece haber asimilado la derrota, el PJ se reconstruirá como "lo otro" del kirchnerismo y se puede transformar en la principal fuerza que a través de los Medios de comunicación presione para que CFK adelante el fin de su mandato.
Tanto se ha escrito respecto de lo ocurrido en las elecciones que resultará difícil afirmar algo novedoso. Más allá de ello, y de forma resumida, podría decirse que dado que el gobierno perdió en los principales distritos, no hubo fraude. Es decir, de repente, de una elección a otra, hemos madurado como sociedad, se acabaron el voto cadena y la compra de voluntades y los barones que jugaron jánicamente a Kirchner y De Narváez sólo hacen fraude si favorecen al primero.

Debemos alegrarnos por este cambio de conducta y también hay razones para festejar por la suspensión, ante la evidencia de un gobierno “desarmado”, del “cacerolazo preventivo” que ululaba por internet y sms para el domingo a la noche.

Donde las cosas no han cambiado es en la recepción que el gobierno hace de los reveses políticos. En este sentido el
discurso de Cristina del día lunes, se asimiló al del momento de mayor tozudez durante el conflicto con el campo, aun a pesar de que muchas de sus afirmaciones eran verdaderas, empezando por la más elocuente: el kirchnerismo fue la fuerza que más votos obtuvo a nivel nacional lo que tiene como consecuencia que sea la primera minoría en ambas cámaras.

Sin embargo resulta claro que la derrota es simbólica más allá de que haya sido “por poquito”. Sabemos que los sistemas presidencialistas con elecciones de medio término tienen la dificultad de que el desgaste de los gobiernos suelen devenir en una Legislatura que hace difícil la tarea de gobernar. A diferencia de la ventaja del sistema parlamentario en este aspecto, lo que hacen los poderes ejecutivos en países como el nuestro es dar una “lavada de cara” en el gabinete de ministros.

No hay ninguna obligación de hacerlo pero puede ser una excelente oportunidad. Al momento de escribir esta nota, el único cambio producido es el que proviene de la renuncia de la propia Ocaña al ministerio de salud si bien es verdad que se barajan algunos otros cambios.

Pero el gobierno sigue lento de muñeca y comete errores que son usados por sus principales adversarios. ¿No es un buen momento para decirle a Moreno, Jaime, Randazzo y Massa, que den un paso al costado? ¿No es momento para poner un hombre de peso al frente del ministerio de Economía y normalizar el INDEC? De la misma manera que desaprovechó la renuncia de Lousteau para endilgarle a éste la 125, dar marcha atrás y no exponerse al desgaste, es probable que esta nueva oportunidad pase de largo.

Si bien resulta claro que todo lo que haga el gobierno será criticado, hay señales cosméticas que pueden aplacar los ánimos de la prepotencia de los ganadores. Al fin de cuentas, las grandes críticas a este gobierno son de forma pues Pino Solanas puede tener propuestas que hechas por Kirchner serían tildadas de chavistas, pero él guarda las formas.

Es un hombre que habla pausado, tiene el cabello blanco y hace buenas películas. Por eso, quien hace 2 años votó a Macri y o quien pensaba votar a Prat Gay ahora puede votar a Pino. Lo mismo sucedió con De Narváez: podría éste decir que iba a estatizar todo. Incluso podía decir que iba a hacer la reforma agraria pero lo que importa es vencer al demonio y saber que después de “alica” viene “alicate”.

La gente pide cosmética y el gobierno sigue sin entender, a tal punto, que ya es tarde. De hecho lo que viene es la presión por el adelantamiento de las elecciones fomentada no sólo por los medios de siempre sino por el propio PJ pues si bien es demasiado trillado ya sabemos que éste es un partido de poder, verticalista y camaleónico que adaptará sus figuras y su discurso al clamor ya no del pueblo sino de “la gente”.

El PJ ofrecerá sus candidatos moderados: Reutemann o Macri para disputar la presidencia con Cobos aunque probablemente cualquiera de los dos venza al timorato dirigente que encabezará el panradicalismo. El “nuevo PJ” se opondrá al kichnerismo y será la gran oposición. Si a esto agregamos que el PJ en la oposición suele tener una suerte de ansiedad por regresar al gobierno que muchas veces se da de bruces con los tiempos constitucionales, la gran paradoja es que ahora el enemigo está en casa.