La crisis del 29

En un contexto en el que Kirchner se impone tanto en la provincia como en la suma total del país, la estrategia de partidos y medios opositores apunta al 29 de junio. Lo que resta esperar hasta el 2011 es la instalación de una idea de crisis que vaya minando la castigada pero resistente confianza en el gobierno
Si bien las cercanías de las elecciones siempre plantean un espacio de incertidumbre respecto de qué pasará “el día después”, hay varios indicios que dan cuenta de que quizás no haya demasiadas sorpresas.

En la elección más importante, la de la Provincia de Buenos Aires, ganaría Kirchner con una diferencia que probablemente ronde los 10 puntos y a nivel nacional el Frente para la Victoria y sus aliados seguramente obtengan un número cercano al de la elección legislativa de 2005; en Capital, Michetti ganaría aunque con un porcentaje bastante inferior al que obtuvo Macri en 2007 y el gobierno buscará llegar a un “honroso” tercer puesto de 15%.

En los grandes centros urbanos, el kirchnerismo será castigado, algo que se equilibrará una vez que se tengan en cuenta el resto del las provincias con lógicas y microclimas que distan bastante de lo que ocurre en la región metropolitana.

Lo que se dirá el lunes ya es posible adelantarlo: el oficialismo afirmará que ganó en tanto será la fuerza nacional que más votos obtuvo; los opositores dirán que el gobierno perdió porque los resultados redundan en menor cantidad de bancas; también se dirá que el 65% de la provincia votó en contra de Kirchner, perspectiva que no será la elegida para interpretar el resultado de capital donde no se indicará que dos de cada tres porteños votaron contra Macri.

Siendo Kirchner el candidato que aun hoy obtiene más votos en el conjunto del país, comenzarán las especulaciones para el 2011 y los que presagiaban la diáspora de los referentes justicialistas hacia sectores de centro-derecha deberán, al menos, retrasar la fecha del evento.

Los celestinos que son la pluma de la línea editorial de los principales multimedios seguirán intentando públicamente concertar citas y acercamientos entre los candidatos que poseen la única virtud política que hoy día parece destacable: la moderación.

Así, el escenario de 2011 intentará ser visto como el del triunfo de la variable “carácter” independiente de cualquier filiación ideológica.

Sea radical arrepentido del arrepentimiento, socialista, PRO-peronista, y hasta kirchnerista en su variante Sciolista, lo que importa es que no se crispe y que no grite pues eso supondrá inmediatamente que nazca la República, florezca la libertad de expresión, se detenga la expropiación de empresas y podamos reconciliarnos sin montoneros en el gobierno.

Por otra parte, la Coalición Cívica completará la maniobra de instauración de la idea de que el gobierno sólo puede ganar con fraude, y denunciará que en la mesa 1500 de Berazategui convidaron a un fiscal opositor un choripán en mal estado.

Solá romperá la alianza con De Narváez afirmando que la derrota se debió a la estrategia de despejotización pergeñada por Durán Barba. Carrió intentará culpar del fracaso en Capital a Prat Gay y a Gil Lavedra; Scioli y varios intendentes tendrán 6 meses para decidir si asumen o no y compitiendo por el cargo de “pelotudo testimonial”, De Angeli, eterno postulante a ese honor a pesar de nunca asumirlo, insistirá en que la condición para que se respeten las instituciones, es alterarlas para hacer que asuman antes del 10 de diciembre los recientemente elegidos.

Y luego, claro, anuncios de crisis de toda índole pues, pase lo que pase, lo que importa desde el 29 de junio de 2009, es que al 2011 se llegue en crisis.