La candidata romántica

La demonización del macrismo hacia la "política" da cuenta de una preponderancia del individuo por sobre el Estado. La ahora ex vicejefa sacrifica su cargo ejecutivo porque es auténtica y en la política romántica del PRO, "Michetti" es "Gaby"; una mujer simple que rinde cuentas a su conciencia como ante el párroco confesor.
En la última semana se sucedieron una serie de hechos que desempolvaron la quietud del PRO. Así, mientras Gabriela Michetti se decidía de una vez por todas a ser candidata, Macri debía enfrentar una batalla campal en Soldati y un escrache en la feria del libro en manos de un grupo de docentes de los bachilleratos.

Dejando de lado la justificación o no de tales actos quisiera indagar en algunos presupuestos que se encuentran en la estrategia discursiva con que el PRO enfrentó estos sucesos.

Tanto en la campaña como una vez asumido en el gobierno de la Ciudad, el PRO siempre ha utilizado una estrategia que le dio buen rédito frente a las manifestaciones en su contra: todas son “políticas” entendiendo por tal “guiadas por un interés faccioso que poco tiene que ver con lo real”.

Parece ser que el gobierno porteño hace las cosas bien pero siempre se entromete “la política”. Ninguna crítica es objetiva. El gobierno citadino es ejemplar aún cuando subejecuta el presupuesto y no cumple con las promesas de campaña rezongando porque el gobierno nacional está poblado de gente diabólica. No es ineficiente, ni es incompetente. Todo eso es ideología de gente poseída por el izquierdismo.

Varias cosas se pueden colegir de aquí: en primer lugar, un soberbio autismo que impide cualquier autocrítica. En segundo, una idea un poco más compleja que supone que toda conflictividad es fruto de una distorsión interesada.

En otras palabras, existe una sociedad que originalmente viviría en armonía sino hubiera política en el medio y el Gobierno de la Ciudad es el representante fiel de ese estado natural en el que todos viviríamos sin disputas.

Por último, claro está, el tercer elemento que se puede inferir del discurso del PRO es la estrechez que le asignan al término “política”. Sobre este punto, varias plumas se han encargado ya de señalar la forma en que la idea liberal del Estado mínimo como mero administrador de los derechos individuales de los vecinos (“ex” ciudadanos), está presente en cada intervención del ex presidente de Boca y de cómo la figura del gerenciador busca diferenciarse del político tradicional que es visto como un típico caudillo que reproduce relaciones clientelísticas.

Pero menos trabajado ha sido el elemento de la supuesta ausencia de conflictividad. De hecho se trata de una suerte de visión romántica que plantea la utópica idea de un mundo adánico de confraternidad y unión natural al cual deberíamos regresar.

Esta naturaleza armónica ideal está conformada por gente simple que utiliza el sentido común y da rienda suelta a su auténtica espontaneidad. Sobre el argumento “espontaneísta” mucho se ha hablado también en ocasión del conflicto vinculado a la resolución 125 donde existían dos bandos muy definidos: los gauchos humildes pero hidalgos dignos de la descripción de Leopoldo Lugones con una autenticidad que se oponía a la artificial, facciosa, interesada y corrupta horda de clientes de este gobierno.

No había inmoral choripán que pudiera estar a la altura de las convocatorias hechas por SMS enviados de corazón.

Michetti o “Gaby”, la realización de nuestros deseos

En esta misma línea asistimos a la decisión trascendental que Michetti tomó para beneficiar a nosotros, los porteños. Se trata de sacrificar su cargo ejecutivo porque parece que se puede ayudar más a la Ciudad desde el legislativo nacional que desde la Jefatura.

Acá no hubo candidatura testimonial: sólo la angustia de un alma bella que debe decidir entre ser la segunda máxima responsable de la Ciudad o ser uno de los 257 diputados de la Nación. Nada importa la responsabilidad asumida ni el desbarajuste institucional. En la visión romántica del PRO lo que importa es la conciencia individual, el hombre consigo mismo.

Tampoco importa el partido, de aquí que todos afirmaran que la decisión acerca de presentarse o no era “muy personal”. En la política romántica del PRO, “Michetti” es “Gaby” porque es simple y rinde cuentas a su conciencia como ante el párroco confesor.

Además, en esta política donde lo que importa es la autorrealización, un programa de Gobierno es indiferente ante la inmensa y para nada deleznable, por cierto, fuerza de voluntad de una persona que se sobrepone a vivir sobre una silla de ruedas.

Confiamos en su fuerza, su ética y sabemos que lo que le cuenta a su almohada no puede estar nunca reñido con la ética. Al igual que con el Lole, no importa qué diga ni piense Gaby. Lo que importa, para nuestra Argentina romántica, es que Gaby es gente auténtica, como vos, como todos, como uno.