Los tres pasos en falso de Wado que debilitaron el Gobierno de Cristina

El líder de La Cámpora y uno de los más escuchados por Cristina bloqueó un acuerdo con Massa y promovió la candidatura de Insaurralde. Motorizó la reforma judicial que el Gobierno todavía está pagando y se adueñó de la campaña del correntino Espínola, que tenía todo para ganar y perdió. La potestad de definir el ADN kirchnerista y no pagar costos.
Eduardo “Wado” de Pedro es una de las personas que más escucha Cristina Kirchner, capaz de convencerla de los caminos a seguir, los funcionarios a nombrar y, sobre todo, a quien es conveniente marginar.

Se trata de una influencia que excede largamente a La Cámpora y que se hizo pesar este año con tres de las decisiones que más complicaron a la Presidenta: la decisión de marginar a Sergio Massa y competirle con Martín Insaurralde; la malograda reforma judicial y la campaña de Carlos Espínola, quien parecía llamado a representar una victoria de la Casa Rosada en el momento justo pero perdió con el gobernador Ricardo Colombi.

“Wado tiene el monopolio del análisis de sangre para definir quién es cristinista”, reconocen en el Gobierno y agregan que “lo más incredible no es eso, sino que cuando todo sale mal no paga ningún costo. Cristina le cree más que antes”.

Lo nuevo es que si bien sus groseros errores estratégicos hasta ahora no han mellado su influencia, no ocurre lo mismo en buena parte de la administración kirchnerista, donde pese a su conocida cercanía a la Presidenta ya no disimulan las críticas.

Es que Wado, como muchos camporistas, se especializó en ofrecerle a la Presidenta la certeza de las profecías autocumplidas, con el único problema de que esas profecías siempre dejan al Gobierno en el bando de los derrotados.

El de Massa es el caso emblemático. A principios de año, el intendente de Tigre mantenía un diálogo fluido con personas cercanas a la Presidenta y cruzaba señales amistosas con el Gobierno. La racionalidad indicaba que Cristina le iba a ofrecer la candidatura a diputado, porque en esa instancia ya lideraba los sondeos.

Cuando Massa era elogiadoEn 2011, el entonces candidato a intendente de Mercedes y medio hermano de Wado, "Juani" Ustarroz, ponía a Tigre como el ejemplo a seguir en lo que sería su gestión. "Hay que construir una ciudad modelo como Tigre o Chivilcoy, lugares muy observados por los mercedinos por su notable crecimiento", señalaba el ahora candidato a concejal de La Cámpora.

Sin embargo, la lluvia ácida de La Cámpora y en especial de Wado, logró convencer a la Presidenta que elegir a Massa era un error.

“Él es la juventud menemista, no tiene nada que ver con nosotros”, repetían De Pedro y el Cuervo Larroque, en la amplia oficina que mandaron a hacerse el año pasado en el tercer piso de la Cámara de Diputados y ante la propia Presidenta.

Mientras, en ese despacho se volvía asidua la visita del entonces poco conocido intendente de Lomas de Zamora, Martín Insaurralde, que olvidó su pasado en el más ortodoxo peronismo bonaerense y se alineó con La Cámpora.

Apenas un ejemplo más de como La Cámpora apela a las estigmatizaciones con selectiva impunidad. Por caso, el verdadero líder de la juventud peronista bonaerense en los noventa no fue otro que el actual titular de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez, hoy un aliado de la organización que lidera Wado y sobre el que no recae ninguna impugnación por su pasado político.

Wado, como Carlos Zannini -otro influyente de la mesa chica presidencial-, suele eludir las apariciones públicas todo lo que puede. Sin embargo, en aquel momento empezó a mostrarse por Lomas de Zamora y hasta “inauguró” junto a Insaurralde y el ministro Florencio Randazzo una oficina de documentación en ese municipio.

Como sea, el diputado tuvo éxito en gestión, el diálogo con Massa nunca se activó y en la última semana del cierre de listas todavía circulaba en la Casa Rosada la falsa versión que hablaba de un pánico del tigrense a competir.

La reforma que no fue

“¿Cómo puede ser que hagamos una reforma judicial y no sepamos que la Corte la va a liquidar?”, le preguntó al “Cuervo” Larroque un funcionario del Gobierno, que tiene el privilegio de hablar seguido con el segundo hombre de La Cámpora. “Son las corporaciones”, intentó conformarlo. Otra marca registrada: La apelación a consignas vacías.

La reforma fue una idea de Wado que ejecutó su protegido Julián Álvarez. El corazón de la iniciativa impulsaba la elección por voto popular del Consejo de la Magistratura y permitía designar y echar jueces por simple mayoría.

Se pensó como un atajo para tener a los jueces en un puño y prescindir de los históricos intermediarios con ese poder, sobre los que Wado y otros camporistas se encargaron de agitar la desconfianza presidencial. Una faena que excedió el mundo judicial y se extendió a otras áreas sensibles del poder.

Todo estalló por los aires con la reforma aprobada con lo justo en el Congreso (sirvió también para perder legisladores), que motivó un cacerolazó de más de dos millones de personas y plasmó la visión en amplios sectores sociales de un gobierno que buscaba cargarse la división de poderes para iniciar un proceso chavista.

Las consecuencias todavía se están pagando: Desde aquel momento el Gobierno no logra una sola buena noticia en los tribunales, sus medidas más polémicas son frenadas con amparos y comenzaron a procesar a funcionarios como nunca ocurrió en los diez años de kirchnerismo.

El inesperado revés de Corrientes

“Acá no ganó Ricardo Colombi. Perdió Camau, no puede ser que haya ganado por nada más que cuatro puntos en la capital donde gobierna y tiene una imagen alta. Hicimos una pésima campaña”, se descargó ante LPO un aliado del medallista olímpico, derrotado el domingo ante el gobernador radical.

El verdugo era además un aliado del Gobierno que por esas cosas de una gestión que se ha vuelto expulsiva, se decidió alejar. Este gobernador fue uno de los miembros fundadores del radicalismo que se acercó a Néstor Kichner, quien incluso lo había agendado como posible vice de Cristina para el 2007.

La relación se enfrió, Cristina nunca la retomó y Wado de Pedro y Larroque empezaron a tejer su alianza con Camau, otro político que desnaturalizó su perfil más vinculado al deporte y el sentido común –de hecho ingresó a la política de la mano de Scioli- para sumarse al camporismo.

Los líderes de esta organización pensaron que Camau era el atajo ideal para quitarse de encima la imagen de piantavotos y dar el golpe justo entre las primarias y las generales: protagonizar la primera victoria peronista en Corrientes de los últimos 40 años.

Camau medía bien en la capital que administra, donde se concentran la mitad de los votos de la provincia, y Colombi arrastraba el desgaste de años en el poder.

Wado puso manos a la obra. Lo recibió innumerables veces en Diputados, motorizó una inexplicable amenaza de intervención de la justicia correntina desde el Senado, que como su reforma judicial quedó en la nada; y gestionó vía Cristina un giro millonario de fondos.

“Acá no había techos de chapa: mandaban techos de zinc”, se sorprendían quienes frecuentaban a Espínola.

Fue tan evidente la paternidad de Wado del proyecto Camau, que contrariando su perfil bajo, el día de la elección todos lo vieron en Corrientes al frente del comando de campaña.

La derrota no pudo ser más profunda. Perdieron por más de cinco puntos y casi caen en la propia capital que administra Camau, donde el diputado nacional Fabián Ríos apenas ganó la intendencia por un punto al vicegobernador Braillard Poccard.

“Wado le hizo hacer desastres a Camau, como armar una interna en las primarias donde dejó heridos que jugaron en contra”, cuentan en Corrientes.

Ante tal corte en contra de Camau, sobrevuelan sospechas de deslealtades de intendentes y también de Ríos, quien ahora podrá aspirar a la gobernación en 4 años, mientras que si ganaba Espínola debía esperar al menos hasta 2021.