El tsunami es la economía, no Antonini

El país se debate entre un nuevo default y el pico inflacionario. La operación del Club de Paris fracasó y ahora Néstor Kirchner estudia dilatar indefinidamente el pago. La alternativa de refinanciar las deudas internas con las Afjp bordea la ilegalidad. Una crisis se incuba en las provincias. El dólar se fortalece y hay fuga de reservas. Primeros indicios de un tsunami económico.
Mientras las tapas de los diarios y el propio gobierno se entretienen y escandalizan con el caso del venezolano Antonini Wilson y su valija, las primeras ondas de un tsunami económico comienzan a estremecer las profundidades, pese a que en la superficie todo sigue aparentando cierta normalidad.

¿Cuál será el punto de fuga? Lo más posible, como suele suceder en la Argentina, es que sean todas las variables las que terminen desacomodadas, por decirlo sin dramatismos. Pero la expresión mas palpable de los crecientes riesgos, como en el 2001, es la posibilidad de un nuevo default. Esto es lo que están observando los mercados internacionales y que explica el crecimiento del riesgo país.

Los números difieren en esta Argentina de estadísticas adulteradas, pero de aquí a fin de año, el gobierno debería enfrentar vencimientos de la deuda por unos 5.000 millones de dólares. Y la plata no sobra. Si el efecto buscado del anuncio del pago al Club de Paris fue reinsertar al país en los mercados financieros internacionales, bueno, malas noticias: No se logró. Y encima puso en evidencia una realidad que el kirchnerismo se había esforzado por ocultar: su creciente debilidad económica.

Es por eso, que más allá del ridículo, ahora un despechado Néstor Kirchner estudia anular el supuesto pago ¿Total sino sirvió, para qué pagar? Claro que la vía elegida no sería el bochorno de un nuevo anuncio, sino dilatar eternamente la negociación. Se verá. Mientras tanto el secretario de Finanzas, Hernán Lorenzino, seguirá prometiendo que el pago se concretara. En el mercado ya empezó a llamar la atención tanta ratificación de una medida anunciada por la Presidenta. Se sabe que no hay mejor indicio de la existencia de un problema, que la negación de los políticos.

Como sea, incluso la hipótesis más benigna reconoce que recién el año próximo se podría cerrar la primer etapa de negociación con el Club de Paris. Luego quedan los holdouts y de nuevo, la plata ya no alcanza. O sea que, acceso al mercado internacional de crédito, muy complicado o imposible en el corto plazo. Ni siquiera Venezuela es una opción después de las siderales tasas que se pagaron en la última colocación en ese país.

Queda entonces para evitar un nuevo default la posibilidad de patear para adelante todos los vencimientos internos de bonos, con los que este gobierno atragantó a las Afpj, la Anses, la Afip y otros organismos. El problema es que en el actual contexto, las tasas que habría que convalidar son superiores a las que motivaron el procesamiento de Domingo Cavallo y Daniel Marx por el famosos megacanje. Incluso al kirchnerismo, le va a costar encontrar funcionarios que firmen la operación y de paso ofrezcan la prueba para su propia condena judicial.

¿Entonces? La Política Online ya anticipó tiempo atrás que un camino que no se descarta en el mercado es la concreción el año próximo de un default selectivo que sólo castigue a los tenedores locales de bonos. Por ejemplo, los afiliados a las Afpj ¿Total, qué le hace una mancha más al tigre?

La situación de las provincias

La obra pública no existe más. Así de sencillo. El orgullo y herramienta central de la política de domesticación kirchnerista desapareció ante la escualidez de las cuentas públicas. Por ejemplo, en la provincia de Buenos Aires las remesas de dinero de la Nación, sólo alcanzan para cubrir sueldos y planes sociales. Ni un peso más. Pero suficiente para que Daniel Scioli sobreviva. Lo otro sería el caos. Por esa sencilla razón, seguirá siendo kirchnerista hasta el minuto previo al desastre.

Diversos estudios ya están alertando sobre el deterioro de las cuentas provinciales. Encima, la Nación registra demoras de meses en el envío de fondos fiscales que les corresponden. El centralismo recaudatorio en estas épocas de vacas flacas empezó a mostrar su cara menos amable. Un conflicto serio se incuba ahí. La expresión más cabal la dio el cordobés Juan Schiaretti cuando advirtió que sino le recocían la deuda que la Nación tenía con su provincia se vería obligado a emitir moneda local. El posible regreso de los patacones y otras cuasimonedas volvió al radar de los economistas.

La fuga de reservas

La orden de los centros de decisión internacional es reducir al mínimo posible la exposición en la Argentina. No llegan nuevas inversiones y todos los días decenas y hasta cientos de millones de dólares salen del país. Las reservas bajan. Esta realidad también impacta en la determinación de postergar el pago al Club de Paris. El almohadón sobre el que está sentado Martín Redrado es cada vez más fino.

Y para colmo de males, el dólar a nivel mundial se fortalece y los commodities como la soja, bajan. O sea, tenemos menos plata para comprar un producto más caro. Por eso la paridad saltó a 3,20 la semana pasada y podría seguir subiendo. Una medida que reclamaba la UIA que tiene un solo inconveniente, aumenta las expectativas inflacionarias.

Llegamos así después de cinco años de kirchnerismo a una situación soñada: La deuda externa se hace difícil de pagar y la inflación al borde del descontrol. Entre el pico inflacionario y el default. Conociendo la historia argentina no debería extrañar que finalmente ocurran todas las desgracias juntas.