Quién es la funcionaria que eligió Scioli para bajar el gasto de Educación

Hija de un referente sindical, Nora de Lucía llegó al sciolismo a través de Arlía. Fue funcionaria de Alberto Fernández y se ganó la admiración de Scioli cuando se hizo cargo de las paritarias. Su costosa campaña y sus peleas con Mariotto.
Cuando la relación entre Daniel Scioli y el Gobierno nacional llegó a su peor momento, con los aguinaldos sin pagar y los trabajadores en la calle, la senadora Nora de Lucía fue la voz del gobernador en los programas de televisión.

Rígida, desglosaba el presupuesto de la provincia, con números y porcentajes; enfrentaba acusaciones y, fiel al libreto sciolista, esquivaba cualquier cruce directo con Cristina Kirchner.

Y si se cruzaba con los gremialistas más poderosos de la provincia, no dudaba en llamarlos por su nombre de pila y su seudónimo. “Decime Robi donde estaba la plata para los aguinaldos”, le pidió amablemente a Roberto Baradel, secretario general de Suteba y principal enemigo de Scioli.

Sacaba chapa de su mayor capital. Es que antes de arribar al Senado, De Lucía era secretaria de política económica y encargada de negociar por el gobierno en las paritarias.

Cosas del destino: Rubén Alberto De Lucía, su padre se dedicó toda la vida a hacer la misma tarea pero del otro lado del mostrador. Es un histórico referente del Sindicato de Obras Sanitarias bonaerense (Sosba), donde hoy es secretario adjunto.

De Lucía fue “una implacable” negociadora, hasta el punto de que sindicalistas de UPCN, el gremio más poderoso de la provincia, confesaban que en su etapa jamás se habían sorprendido con medidas oficiales, como les ocurrió cuando se enteraron que no cobrarían el aguinaldo.

Nacida hace 44 años en La Plata, madre de dos hijos y abogada de profesión, no disimuló sus ganas de mezclarse en el ruedo político. Acompañó a Alejandro Arlía en la creación de “Peronismo Sin Fronteras”, el espacio creado para contener a kirchneristas-sciolistas.

Arlía fue quien la hizo crecer en el sciolismo. Junto a él estuvo en la subsecretaría de Asuntos Municipales al inicio del gobierno de Scioli, fueron juntos a Economía y, desde ahí, convencieron a Scioli que financie su aventura política.

Fue así como desde hace dos años las gigantografías con el rostro de De Lucía inundaron la autopista Buenos Aires-La Plata y las calles de la capital bonaerense.

Ella no dudaba en decir que quería ser intendente pero, como ocurre en estos casos, llegado el momento hubo que negociar y se ganó el segundo lugar en la lista de senadores por La Plata.

Obtuvo su banca y fue uno de los ocho legisladores que Scioli logró colocar, en listas digitadas personalmente por Cristina y Máximo Kirchner.

En el Senado no tardó en jurar fidelidad por Scioli y olvidar la poca prédica K que salía desde Peronismo Sin Fronteras. Lo mismo hizo la ahora ministra de Gobierno, Cristina Álvarez Rodríguez, con su agrupación peronismo 2020.

No todos tomaron ese camino. Juan Manuel Pignocco, secretario administrativo del Senado, prefirió declararse kirchnerista puro y continuar en el cargo. No le fue gratis, ya que tuvo que rendir cuenta por algunos amigos que había dejado nombrados en distintas áreas del gobierno bonaerense.

De Lucía nunca dudó en defender a Scioli y enrolarse en la “Juan Domingo”, el espacio peronista-sciolista surgido en la Cámara alta.

En marzo se cruzó con Gabriel Mariotto en plena reunión de bloque, cuando le recriminó sus visitas a las cárceles. El vicegobernador no dudó en difamarla por los pasillos de la Legislatura. “No me entendió nada”, decía.

Acostumbrada a paritarias, no fue su única discusión en los pasillos del parlamento. Les repudió a los jóvenes K los ataques a Scioli y hasta se peleó en duros términos con Marina Moretti, camporista y ex funcionaria de la Anses, según confirmaron a LPO fuentes legislativas.

Scioli ya considera propio y le confió la Dirección de Cultura y Educación, donde manejará nada menos que 2200 escuelas y el mayor presupuesto de la Gobernación. 

El gobernador buscó en diciembre a una persona para articular las áreas de esa carteara, casi un gobierno paralelo. Pero no logró convencer a ninguno de los dirigentes que llamó para ofrecerle esa titánica tarea. Su pelea sin retorno con el Gobierno nacional lo obligó a volverlo a intentar. Y esta vez, De Lucía recibió el llamado y aceptó.