La primavera opositora y el riesgo de las primarias

La oposición, alentada por los triunfos en Santa Fe y Capital, descuenta que Cristina Kirchner no alcanza el 40 por ciento de los votos y por ello el gobierno maniobrará para suspender las primarias. Pero se trata de un riesgo de doble mano: si las internas abiertas se realizan y la Presidenta llega a ese porcentaje, la oposición habría construido su propia trampa.
Uno de los grandes misterios del poder es su capacidad para engendrar microclimas. Algo de esto parece haber afectado al kirchnerismo según se desprende de sus erradas estrategias electorales para Santa Fe y Capital, donde prevaleció el discurso endogámico y la desconexión de los electorados.

Pero el virus del microclima no es exclusividad de los oficialismo y acaso por estas horas esté inoculando a los principales líderes de la oposición, que de manera casi infantil están asumiendo un riesgo enorme y por cierto, gratuito.

Acaso alentados por la primavera opositora que encendieron los triunfos de Capital y Santa Fe, sin que nadie se los exigiera, comenzaron a instalar la siguiente hipótesis: la Presidenta no mide más de 40 puntos como sostienen las encuestadoras que compra el gobierno; este dato de la realidad se verificará en las primarias de agosto –verdadero ensayo general de la presidencial de octubre-; y en consecuencia el kirchnerismo, alertado de este riesgo, recurrirá a algún fallo de un juez amigo para suspenderlas.

Se trata, es justo reconocer, de un riesgo real el que corre la Casa Rosada. Pero reconocer esa premisa, no implica que el riesgo necesariamente deba concretarse. Esa es la trampa en la que parece estar cayendo la oposición, sin considerar que tal vez el cisne negro que emerja de las primarias no sea una Cristina de menos de 40 puntos, sino una que los supere.

Por eso el silogismo que hoy despliegan candidatos opositores como Duhalde y Alfonsín encierra una trampa letal para sus propios objetivos. Si acaso las primarias se realizan y Cristina supera los 40 puntos, las elecciones de octubre casi se volverían innecesarias. Porque fueron ellos mismos los que ataron el resultado de ambos comicios. Es decir, anticiparon la elección presidencial.

Resulta sorprendente que nadie en la oposición haya advertido este riesgo, que se podría eludir moderando la importancia de la primaria, acotándola a lo que es, apenas una instancia previa para definir candidaturas; relativizando así su extrapolación a octubre.

Con un agravante. Si Cristina rondara los 38 puntos, la oposición bien podría vaticinar que se terminó el mito de la “invencibilidad electoral” de la Presidenta. Pero igual, Cristina contaría con una base muy sólida para encarar el desafío de octubre.

Mientras que si por el contrario, la Presidenta supera el 40 por ciento el 15 de agosto, la oposición quedaría descolocada y afrontaría el desafío de octubre no con sus candidatos potenciados por los votos obtenidos en la primaria, sino desde una posición de derrota, que ellos construyeron.

Es verdad que suele ser un error muy humano creer que lo inesperado previsible tiene más chances de ocurrir que lo inesperado no previsto, y que este tipo de proyecciones suelen apoyarse en racionalizaciones del estilo: si sacaron el 30 por ciento en Capital y el 20 en Santa Fe, no hay manera que Cristina llegue al 40 en agosto.

Se trata de una posibilidad tan real, como la otra opción: en ambos casos se sumaron malos candidatos con pésimas campañas; pero puede ocurrir que la elección presidencial sea un mundo por entero distinto, en el que Cristina se imponga, recibiendo incluso el voto de algunos de los que eligieron a Macri, Bonfatti o porque no, a Del Sel.

Si esto ocurriera, la oposición deberá enfrentar octubre desde una derrota que ellos mismos configuraron como tal. Es decir, construyeron un problema, donde sólo existía un desafío para el gobierno.

Porque si en lugar de agitar que Cristina no tiene el 40 por ciento, hubieran dejado que sea el gobierno quien siguiera afirmando ese pronóstico, todo el riesgo se habría concentrado en la Casa Rosada, obligada a confirmar esa premisa. Ahora está repartido.