El voto peronista detrás del triunfo de Macri

El jefe de gobierno combinó su campaña-pelotero con un minucioso trabajo territorial, apoyándose en sus espadas peronistas y aprovechando la falta de construcción barrial de La Cámpora. El papel de Ritondo y Santilli.
El resultado de los comicios porteños todavía es motivo de análisis en las filas de todas las fuerzas que si bien esperaban un triunfo de Mauricio Macri, no creían que la diferencia que sacó podía ser tan grande.

Una de las interpretaciones que predominan en la autocrítica del kirchnerismo y el regocijo del PRO, es la combinación que hizo Macri de una campaña apartidaria, con globos y colores, con un trabajo de construcción territorial, bien clásico del peronismo.

Como explicó LPO, en el Frente para la Victoria cuestionan el juego tibio de los históricos dirigentes del PJ porteño. Éstos, heridos por el cierre de listas que con la intervención de la propia Cristina Kirchner los relegó en desmedro de los jóvenes de La Cámpora, terminaron o comprometiéndose poco con la elección o peor aún, trabajando para el macrismo.

Es que después de ese cierre de listas, muchos punteros barriales del PJ, que en definitiva son los que conocen a los vecinos cara a cara, se cobijaron bajo el ala de peronistas del PRO como Cristian Ritondo y Diego Santilli.

Para seducir a los peronistas heridos, la estrategia del PRO se basó en municipalizar la campaña, en contraposición a la nacionalización que hizo de ella el kirchnerismo en todo momento.

Las comunas

Esta municipalización tuvo repercusión directa en el armado de las listas de comuneros, donde el macrismo aprovechó la experiencia de 20 ó 30 años de los punteros barriales del PJ e incluso los designó como cabezas de las nóminas.

Es así que en cinco de las quince comunas, el PRO estuvo representado –y ganó– por una cabeza de lista peronista.

En la Comuna 4 ganó Jorge Apreda por 13 puntos; en la 8 Eva Ferraro, por ocho puntos; en la comuna 9 triunfó Nestor Dinatale por 12 puntos; en la 12 Carlos Guzzini por 22; y en la 14 Maximiliano Corach, hijo del ministro del Interior de Carlos Saúl Menem, por 36 puntos.

Es decir que un tercio del “territorio” estará representado por referentes del peronismo que el kirchnerismo no tuvo en cuenta al dejar todo al servicio de La Cámpora y al obviar los símbolos históricos del peronismo. 

Al votante justicialista no le dio lo mismo que ni en la campaña y ni siquiera en las boletas no hubiera habido una sola reminiscencia del partido fundado por Juan Domingo Perón.

La lucha contra el aparato

La importancia de un armado territorial quedó en evidencia principalmente en el sur de la Ciudad, en las comunas 4, 8 y 9, donde el kirchnerismo apostó más fuerte.

“Nos tiraron con tanques de guerra en el sur”, decían en el PRO el mismo día de la elección y recordaban que el Gobierno puso todo su aparato en los barrios de esas comunas.

Los camiones del ministerio de Desarrollo Social de Alicia Kirchner, los de la Anses o los del DNI nuevo poco sirvieron para captar votos sin una articulación en conjunto con La Cámpora, que en definitiva era la que se quedó con las listas.

“A Eva Ferraro, Apreda y Dinatale les tenemos que hacer un monumento”, admitieron desde el macrismo en referencia a los comuneros que ganaron en el Sur y admitieron que el caso Schoklender generó un rechazo en los barrios más pobres hacia el kirchnerismo, lo que les fue favorable el pasado domingo.

También recordaron que una semana antes de los comicios el Gobierno nacional llevó allí 3500 efectivos de Gendarmería y Prefectura, una medida que impactó positivamente en los ciudadanos pero que llegó tarde. En contraste, en los barrios en los que Macri fue desplegando su Policía Metropolitana, ganó con el 50 por ciento de los votos.

La base

Durante los primeros años de su gestión, a Macri se lo cuestionaba puertas adentro por carecer de un trabajo político.

Pero en el último año, la cosa cambió y el PRO peronista, de la mano de Ritondo y Santilli, que militan en el peronismo desde la adolescencia, comenzó una seguidilla de inauguraciones de unidades básicas a lo largo de la Ciudad y sobre todo en el Sur.

Como pudo saber LPO, sólo Ritondo inauguró unos 33 locales -6 de ellos de manera compartida con Néstor Grindetti–. En los últimos meses estuvo inaugurando un local por día e incluso abrió uno ayer, en el barrio Los Perales, un lugar símbolo del peronismo. El fuerte de RItondo está allí en Mataderos y en Liniers.

No es un dato menor que Ritondo logró juntar allí 400 personas para una choripaneada un día después de una elección ganada y a la misma hora del partido de la Selección argentina de fútbol.

En tanto que Santilli, que prefiere tener menos unidades básicas pero más grandes, hizo lo propio en casi todas las comunas, con 12 locales propios y algunos de ellos de gran superficie como el central de Venezuela al 600, que tiene tres pisos. 

El fuerte del ministro de Espacio Público es la comuna 13, donde el PRO obtuvo una aplastante victoria, por 35 puntos. Esa performance incidió de manera considerable en la elección, puesto que con 83 mil votos, esta comuna -que representa un 8,53 por ciento del padrón- fue la que más aportó a la elección general para el PRO. 

Además de la inauguración de locales, las espadas peronistas de Macri le dieron importancia al trabajo puerta a puerta con los vecinos y, por sobre todo, hicieron un aporte fundamental para la fiscalización el día de los comicios. Tan es así que la gente de Ritondo fiscalizó en 800 mesas y la de Santilli en 900.

En el norte, el PRO también contó con la cooperación el hijo de Corach, que tiene unas 10 unidades básicas.

El festejo de Ritondo abrazando a Santilli en Costa Salguero, con los dedos en V, fue una postal del triunfo que logró el PRO dentro del peronismo porteño.