Crisis en la UCR: los cobistas denuncian un arreglo de Alfonsín con De Vido

Hablan de una reunión previa a la sesión. Los alfonsinistas la niegan: "Es una infamia", se defienden. Sus diputados fueron los primeros del bloque en ingresar al recinto y, durante la tarde, desde el bunker kirchnerista hubo versiones sobre un posible gesto del hijo del ex presidente, que cesaron tras las denuncias de Carrió. Interpretaciones diversas sobre el relato de Elsa Álvarez, nervios de Alfonsín, ausencias extrañas, complentan un panorama complejo en las filas radicales.
“Estamos viendo que necesita cada uno del presupuesto. Alfonsín tiene intendentes, así que podemos ir por ahí”. La frase, premonitoria, llegó a LPO de un encumbrado negociador del kirchnerismo mientras avanzaba el debate del presupuesto con una votación incierta.

Y toma rigor cuando un día después de frustrada la sesión, con denuncias de coimas incluidas, algunos diputados de la UCR ligados a Julio Cobos aseguran que el hijo del ex presidente y sus aliados militaron con furia para dar quórum y fueron decisivos para que el bloque tomara esa decisión, acorde a una postura ya expresada por el Comité Nacional.

Las mismas fuentes dan cuenta de una reunión de Alfonsín con el ministro de Planificación Julio De Vido, poco antes de la sesión, teoría que le da peso a aquella tesis kirchnerista. “Es una infamia. Una mentira que tira el oficialismo y toma algunos”, se defienden los alfonsinistas.

Es que, a fin de cuenta, todo quedó en rumores y acusaciones con la consecuencia nada menor que ya nadie imagina fácil terminar el año con un presupuesto aprobado.

Y Elisa Carrió como eje del escándalo por ser la primera en sugerir un pacto entre radicales y el Gobierno cuando no todavía no había tantos elementos para suponerlo. Otra vez, la chaqueña sorprende con versiones que luego toman forma de noticia.

El capitulo final de la negociación comenzó el martes, cuando la presidenta echó atrás cualquier acuerdo con otros bloques que contemple el cambio de una coma en el texto. Prefirió ir a todo o nada en el recinto, pese a que miembros del bloque le advirtieron que la sería muy difícil una victoria.

El titular de la Cámara, Eduardo Fellner, aportó lo suyo: con el argumento de que había sido pedida primero, trasladó a las 12 la sesión especial por el presupuesto pedida por el kirchnerismo y a las 18 el debate por los temas reclamados por la oposición que vienen siendo postergados por falta de quórum.

Cada bloque opositor debió definir si avalaba con el quórum esa jugada del kirchnerismo, que tiene el presidente de la Cámara para fijar la hora de una sesión pero no la cantidad de diputados que hacen falta para habilitarla. La UCR lo discutió esa noche. Rubén Lanceta y Silvana Giúdice sostuvieron que, en el nuevo escenario, convenía posponer una semana el debate por el presupuesto.

Pero los alfonsinistas salieron al cruce y plantearon que convenía no someterse a acusaciones del Gobierno por bloquear la ley de leyes, que de todos modos ya existían desde que lo rechazaron en comisión y propusieron uno propio junto al resto de los bloques de la oposición. “Es peor que se prorrogue el actual. Siempre lo sostuvimos”, se defienden.

“Podemos ganar con el esquema de la ley de medios”, repetían los K por la tarde, esperanzados en una votación en general favorable por mayoría simple. Reconocían que, con esfuerzo titánico, podían rozar los 120 diputados, nueve menos de lo necesario para tener mayoría propia.

Sin embargo, el quórum llegó con apoyo inicial de los socialistas y del Gen (los primeros, recordados socios para la sanción de la mencionada ley) pero no de la centroizquierda.

Los diputados de esos dos bloques se reposaron temprano sobre sus bancas a la espera del quórum, cuando sólo había oficialistas en el recinto. Pronto fueron aproximándose algunos diputados radicales, aunque, según comprobó LPO, los primeros que pisaron el recinto fueron Ricardo Alfonsín y sus aliados de bloque, como Juan Tunessi, Pablo Orsolini y Ulises Forte.

Les siguió Oscar Aguad, jefe del bloque UCR. Recién con ellos en sus bancas (ya se habían asomado Marcelo López Arias y Graciela Camaño), hubo quórum y el presupuesto pudo ser tratado, tal como quería el Gobierno. “Fue una decisión de bloque, pero empujada por ellos”, repiten los cobistas.

Como hace un año, cobistas y alfonsinistas cuentan propios y ajenos para discutir cargos. Es que los primeros no aceptan que los segundos coloque a Ricardo Gil Lavedra como jefe de bloque en vez de Alfonsín, como fue acordado oportunamente. Estos últimos, en tanto, aceptan ceder el cargo del Consejo de la Magistratura pero quieren la secretaría parlamentaria y la general del bloque, a cargo de los cobistas Silvana Giúdice y Rubén Lanceta.

Los números están parejos. Los del actual vicepresidente de la Cámara tienen un documento con 22 firmas, la mitad más uno del bloque. Pero en el cobismo retrucan con que la cordobesa Silvia Storni también les juró amor a ellos y que por eso cuentan con la misma cantidad de apoyos. Casualidad o no, Storni nunca llegó ayer al recinto, donde tampoco se vio al correntino Agustín Portella, cercano a Alfonsín.

Por motivos diversos no llegaron Daniel Katz –de viaje-, Eduardo Kenny –problemas personales- y Pedro Molas –salud- Cada ausencia sumaba al objetivo kirchnerista de ganar por mayoría simple en un recinto despoblado.

Efecto Carrió y escándalo

“Es el esquema de la ley de medios”, repetían los K y nadie podía descartarlo: contra lo que se suponía, ni los tres diputados del SI ni los dos de Libres del Sur habían adelantado su respaldo al dictamen de Claudio Lozano. Y todos habían recibido un gesto del Gobierno al apoyar su dictamen de Papel Prensa en vez del que envió la presidenta.

Pero la esperanza eran las ausencias radicales. La denuncia de Carrió sobre un acuerdo obligó a una desmentida de Aguad, que además adelantó que su bloque votaría en contra del presupuesto del Gobierno y a favor del dictamen de minoría subscripto con el resto de las bancadas.

Ese cruce de declaraciones sucedió al mediodía cuando, según observó LPO, Alfonsín y Gil Lavedra salieron raudos del recinto con destino incierto. Venían de tener conversaciones con sus pares en pleno recinto, mientras Alfonso Prat Gay defendía el dictamen de la segunda minoría.

A esa hora otro rumor tomaba forma: que, como estaba pautado oficialmente, Fellner llamaría a votar el presupuesto a las 18, para facilitar una victoria oficialista ante las ausencias de la oposición. Nada de eso ocurrió.

No sólo en la UCR no había asistencia perfecta: según diputados de varias fuerzas presentes en las negociaciones interbloque, la Coalición Cívica tenían no menos de cuatro fuera de la ciudad. Eduardo Macaluse, del Si, ex aliado de Carrió y ahora habitual detractor de sus acciones, recordó a la madrugada que, mientras denunciaba coimas, la chaqueña no tenía a los 19 miembros de su bloque en su lugar.

A esa hora el presupuesto había pasado a comisión por pedido de Fernando “Pino” Solanas –sugestivamente, sumado también a las denuncias sobre un pacto de olivos- y apoyo de toda la oposición.

El recinto estaba conmovido por las denuncias de coimas de Chintya Hotton (del monobloque Valores para mi país) y Elsa Álvarez, radical y ligada a Alfonsín, que sorprendió al explicar en pleno recinto que la había llamado de la secretaria de un ministro, que sería su coterráneo Julio De Vido.

Carrió directamente había hablado de ofrecimientos verbales de Aníbal Fernández. Y Federico Pinedo, jefe del bloque Pro, se mostró sinceramente golpeado por la ausencia de cinco de sus diputados. Ambos habían sugerido una gestión desesperada del gobierno en las últimas horas, como si hubiera sido necesario un plan B.

“La denuncia de Álvarez demuestra que no teníamos nada arreglado”, dicen los alfonsinistas. Los cobistas no lo entienden así: “(Ricardo) Gil Lavedra la alentaba. Está claro que se querían limpiar”, interpreta.

Álvarez y Hotton deberán explicar los ofrecimientos que recibieron el martes en la Comisión de Asuntos Constitucionales, convocada por Graciela Camaño. Y los radicales deben definir lo suyo.