Macri, entre el discurso anti-sindical y los grandes beneficios a los municipales

Con un asueto administrativo, la Ciudad celebra por primera vez el día del trabajador municipal, una concesión más de un Jefe de Gobierno que mientras defiende la reducción del Estado, firma convenios diseñados por Sutecba y posibilita el pase a planta de 17 mil empleados. Para el sociólogo Marcos Novaro "en Macri, el reformismo liberal sólo está presente en el discurso".
Cuando asumió el 10 de diciembre de 2007, el ingeniero Mauricio Macri proclamó que el principal eje de su gobierno sería la modernización del Estado. No se habían cumplido veinte días de gestión, cuando llegó el anuncio de que no se renovarían 2.400 contratos de trabajadores que vencían a fin de año.

La respuesta de los gremios municipales no se hizo esperar: realizaron una serie de paros y una movilización con el apoyo de Hugo Moyano, líder de la CGT.

En medio de esa fuerte disputa, el Gobierno subió la apuesta y decretó la intervención de la Obsba, la obra social de los municipales. Ambas medidas fueron recurridas ante la Justicia, que le dio la razón a los trabajadores. Un fallo ordenó la reincorporación de los empleados cesanteados y otro obligó a dar marcha atrás con la intervención.

Luego, en marzo de 2009, los legisladores porteños y el jefe de Gobierno festejaron la aprobación de la desregulación de la Obsba, una disposición que sólo se concretó de modo parcial –una vez que se acepta el traspaso de un trabajador, sus aportes se dividen, por partes iguales, entre la obra social elegida y la municipal-, en una fórmula que se cuidó de evitar que el gremio liderado por Amadeo Genta se quedara sin una caja millonaria.

“Lo que ha hecho Macri con la Obsba es lo mismo que a nivel nacional hace el Gobierno con Moyano: que a cambio de negocios, los sindicatos no le traigan problemas de gobernabilidad”, había criticado en la sesión en la que se aprobó la desregulación el economista de la CTA y legislador porteño Martín Hourest.

Para completar el escenario, en octubre de 2009, el Jefe de Gobierno porteño, pasó a la planta permanente de empleados de la administración pública local a 17.000 agentes que estaban contratados en diferentes reparticiones. Los contratados trabajaban bajo la modalidad de "empleo temporario", fijada en los contratos 948 y 959, suscriptos por Aníbal Ibarra y por Jorge Telerman, respectivamente. La decisión fue producto de un gran acuerdo pactado con Sutecba (Sindicato Unico de Trabajadores del Estado), el mayor gremio estatal del distrito.

“El reformismo liberal sólo está presente en el discurso. Es claro que Macri se lleva bien con los sindicatos y que no ha tomado la agenda de los 90”, analiza el sociólogo Marcos Novaro y precisa: “Su discurso anti-sindical y anti-estatista, como por ejemplo sus opiniones de ayer respecto de Aerolíneas Argentinas, caen bien en un espectro de clase media. Pero no hay en su política una vocación reformista. Todo lo contrario. Hay una aparente ofensiva en sus palabras que sólo quedan reducidas a una apariencia”.

Fuentes de Bolívar 1 reconocen la política de beneficios desplegada desde el PRO hacia los empleados municipales, pero responden de modo pragmático “si no lo hacés así, no hay modo posible de gobernar la Ciudad”.

“No le pasa sólo a Macri, hasta el kirchnerismo se cuidó durante mucho tiempo de que su política de fortalecimiento de la CGT no se hiciera pública”, planteó Novaro y continuó: “En las clases medias, la opinión pública tiene un discurso anti-sindical. Curiosamente, también lo tienen los estratos más empobrecidos de la sociedad, como quedó evidenciado en el caso del crimen del militante Mariano Ferreyra, que defendía la causa de los trabajadores en negro y tercerizados”.

“Son sólo voces dispersas que finalmente no representan un factor de poder, como si lo representan los gremios. De allí, la buena relación que Macri ha establecido con ellos”, finalizó Novaro.