Aníbal y De Vido, ya se disputan el rol de hombres fuertes del gabinete de Cristina

El jefe de Gabinete fue el único ministro que tuvo un lugar en el avión privado que trasladó los restos de Néstor Kirchner, al que la presidenta sólo subió además a los funcionarios más cercanos, familiares y colaboradores. Confirmó así que mantiene buena relación con la jefa de Estado. El ministro de Planificación, quien fuera mano derecha del ex presidente, se movilizó por su cuenta y conservó el bajo perfil que acostumbra. Una interna que podría ampliarse.
En tiempos de Néstor Kirchner presidente, Julio De Vido, ministro de Planificación desde que el patagónico llegó a la presidencia, disputaba espacios con el entonces jefe de Gabinete, Alberto Fernández.

En los últimos meses, con Cristina en la Casa Rosada, el ahora jefe de Gabinete Aníbal Fernández es quien viene intentando ganar espacios en el Gabinete, pero hasta el miércoles, debía moverse bajo el monitoreo riguroso y desconfiado de Kirchner.

A fuerza de la intensidad, Fernández se ganó un espacio obligado en la agenda de Cristina, que le fue concediendo lugares de poder. De por sí, Aníbal heredó el manejo de las fuerzas de seguridad que tiene desde que estaba en el Ministerio del Interior, cuenta con un aparato de inteligencia propio y maneja la procuración general.

Es, además, quien controla áreas menores como la de migraciones y quien colocó al nuevo presidente de Telam, Martín García. No fue su única injerencia sobre la subsecretaría de Medios que controla Alfredo Scocimarro: le quitó el manejo de la pauta oficial, reduciéndolo a la categoría de vocero.

Fernández sacó chapa de cristinista desde que fue noticia la muerte de Kirchner: fue uno de los pocos ministros en viajar al Calafate el miércoles y en despedir los restos ayer en Río Gallegos. De hecho, fue el único que la acompañó en el vuelo oficial, donde sí estuvieron los incondicionales (secretario Legal y Técnico) Carlos Zannini y (el jefe de la Side) Héctor Icazuriaga.

Su pelea con De Vido se daba por ser interlocutor con gobernadores, intendentes de peso, sindicalistas y empresarios. Estos últimos siempre interactuaron con el ministro de planificación. Un caso reciente es Jorge Brito, titular del Banco Macro, donde descansan muchas de las finanzas de los empresarios kirchneristas y uno de los principales lobbystas para que sea el titular de Planificación el nuevo hombre fuerte del gabinete.

Es eso precisamente lo que está en discusión: quien será el hombre que articule las decisiones de negocios, de premios y castigos y hasta de política económica que Kirchner manejaba con puño de hierro.

Lo natural sería que sea De Vido quien herede ese rol, pero las primeras señales que dio Cristina favorecen a Aníbal Fernández. Fue a él quien distintinguió ubicandolo a su lado en el entierro del ex presidente y a quien encomendó la delicada tarea política de pedirle a Julio Cobos y Eduardo Duhalde que no se acercaran al sepelio en la Casa Rosada.

Para el manejo de la economía, Aníbal puede exhibir algunos pergaminos. Fue ministro de la Producción con Eduardo Duhalde y su real profesión es la de contador. De abogado se recibió de grande y nunca ejerció.

Por su perfil, Aníbal puede ser un eficaz interlocutor con gobernadores e intendentes del conurbano, sólo que su histórica relación con muchos de ellos puede hacer crujir a los kirchneristas duros, próximos a convertirse en más papistas que nunca.

El problema del jefe de Gabinete venía siendo, justamente, su cíclica relación con Néstor Kirchner, quien solía destratarlo. Ahora es acaso Máximo el filtro que lo separa de la Presidenta, como se vio durante el sepelio, cuando el jefe de Gabinete hablaba con él cuando quería decirle algo a la Presidenta, hasta que el hijo de Kirchner se descuidó y el jefe de Gabinete no dudó en acercarse directamente a Cristina. Es esa audacia la que le permitió acrecentar su poder. "Es un caradura, pero lo necesito", solía explicar Cristina al inicio de su mandato. Hoy la relación está mucho más afianzada.

Uno de los que pudo acercarse al féretro pero no recibió el más cálido de los saludos fue Hugo Moyano, el jefe de la CGT que, sin Kirchner, en el Gobierno nadie sabe como tratar. No lo tocó Alberto Fernández, figura mencionada en el circuito K como necesaria, pero a la que la presidenta no le perdonó nunca la partida de su gestión.

El vínculo natural con Moyano es Julio de Vido, verdadero ministro de Trabajo del Gobierno. Habrá que ver en estas hora si eso suma o resta en el entramado de poder que necesariamente, Cristina se verá obligada a reelaborar.